Moving on skiffle, de Van Morrison

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DISCOS

«No hace un simple ejercicio de estilo que podría marcar distancias con sus oyentes, sino que empapa estos clásicos de su habitual mojo»

 

Van Morrison
Moving on skiffle
EXILE/UNIVERSAL, 2023

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Van Morrison sigue a su bola, enteramente y sin rendir cuentas a nadie. Tras su anterior disco, el negacionista What’s it gonna take?, el irlandés se olvida de las proclamas y edita un nuevo álbum de veintitrés canciones —sí, ¡veintitrés!—. Y lo hace en homenaje al sonido que había recorrido Estados Unidos en los años veinte y que marcó parte de sus primeros años, así como los de la juventud británica de finales de los cincuenta, el skiffle —no olvidemos que los primeros tiempos de los Beatles, antes de formar la banda, se movían también bajo esa influencia—.

Son todas versiones, de piezas tradicionales o escritas por compositores como Hank Williams, Jim Reeves, Jimmie Rodgers, Red Nelson, Roy Acuff, Leroy Carr o Don Gibson. A tres de ellas les ha modificado las letras: “This loving light of mine” y “Green Rocky road”, más una tercera, “Gov don’t allow” (“El gobierno no lo permite”), a la que ha cambiado incluso el título original (“Mama don’t allow”, “Mamá no deja”) para llevar hasta el presente, al menos en una canción, su obsesión del álbum precedente.

Por suerte, Morrison no hace un simple ejercicio de estilo que podría marcar distancias con sus oyentes, sino que empapa estos clásicos, más o menos conocidos, de su habitual mojo, ese que transita por buena parte de su producción entre el soul, el rhythm & blues, el jazz y el folk; aunque, eso sí, lo hace igual que su producción de los últimos años, como si se tratase de un día más en la oficina. Siempre hay canciones que uno acaba apreciando más por una u otra razón, y en este extenso disco esas bien podrían ser la optimista “This loving light of mine” , el ritmo trotón y sencillo de “Worried man blues” y la reflexiva y larga coda “Green Rocky road”, puede que la única que no desentonaría entre sus clásicos.

Anterior crítica de discos: Las ventanas de mi alma, de Luz Casal.

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