Miguel Ríos Carretera a Gredos

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Miguel Ríos Carretera a GredosMiguel Ríos
11 de julio de 2009
Hoyos del Espino (Ávila)

Texto: JUAN MARI MONTES.
Foto: DRO/WARNER.

Anda Miguel Ríos esta temporada intentando retirarse de la circulación. De hecho su nueva gira, Memorias de la carretera, trae como subtítulo “Gira de despedida”. No me lo creo, claro. La palabra de despedida de los viejos roqueros, como la de toreros o políticos, casi siempre acaba en esa socorrida excusa del bueno, ya que mi público me lo pide con insistencia, venga: que la última sea la penúltima. Aún así, por si las moscas, yo el sábado me organicé con mi chica una excursión a la Sierra de Gredos para disfrutar en Hoyos del Espino del directo del roquero patrio al que ni sus detractores le niegan la condición de llevar más galones que ninguno colgados con todo merecimiento de la pechera.

Y no estaba solo Miguel. Tras algunos años recibiendo en plena jeta muchos de esos salivazos que acostumbra a recibir en nuestro país cualquier músico que pase de los veinte años en el ejercicio de su profesión (sumémosle también los que caen por motivos políticos, que es sabido que los artistas, a diferencia de todos nosotros, no pueden tener ideología), ahora se le reivindica como la auténtica institución que es. Ya saben: curiosidades del caprichoso e inexplicable cambio de orientación que sufren las veletas ante el soplo bipolar de modas, exquisitos críticos y modernitos de vocación.

Así que ante más de 10.000 urbanitas respirando extraordinariamente sano, con un escenario montado sobre una fantasmal autopista con desvío a Granada y junto al eficiente grupo de acompañamiento dirigido por el guitarrista y productor José Nortes (Luis Prado a teclados; Txetxu Altube a guitarras y armónica; Tony Brunet a guitarras y teclados; Javier Schoendorff al bajo y teclados y Jorge García a la batería), alternarían compañeros de profesión como Jorge Salán (el primer invitado en aparecer para incluir sus arrebatos guitarreros en “Generación límite”), Mikel Erentxun (con quien interpretaría el primer éxito en la carrera de Miguel, “El río”), Ana Belén (que acercaría la velada a territorios cantautoriles rescatando el maravilloso tema de Víctor Manuel “España camisa blanca”), Álvaro Urquijo (“El blues del autobús”, otro tema con firma de Víctor), Quique González (que sumaría su voz a “El Ruido de fondo”, de los Auserón), Rebeca Jiménez (para una oportuna revisión de “Reina de la noche”), Iván Ferreiro (“Año 2000”, uno de los momentos más álgidos de la noche), Pereza (robando curiosamente vieja energía al “Rock and Roll Bumerang”), Johnny de Burning (poniendo de nuevo en órbita al personal con su “Mueve tus caderas”), Rosendo (como cabía esperar tirando del himno “Maneras de vivir”), y Carlos Goñi (ya en los bises cortando un poco el rollo con la balada del argentino Alejandro Lerner “Todo a pulmón»). Envidiable colección de invitados que desde distintos pedestales, estilos y generaciones irían saliendo al escenario para besar y abrazar efusivamente al entrañable abuelo, ante el regocijo de la hinchada más cercana y los gritos poco atendidos del “No se oye” de todos los congregados por detrás de la torre de luces.

Dos horas y media para un inolvidable concierto que aún nutriéndose de los dos trabajos más recientes (el homenaje de colegas de profesión Bienvenidos y el irregular disco propio Sólo o en compañía de otros) pero que también por momentos recupera la atmósfera y el mítico repertorio de Rock and Ríos (entre otras de entonces sonarían “Bienvenidos”, “Nueva ola”, “Sábado a la noche”, “Lua, Lua, Lua”, y hasta el “Himno de la alegría”), aquel disco del 82 y la consiguiente gira que constituyó el momento más álgido en la carrera de Miguel Ríos, y que tanto nos marcaría a todos los chavales de toda una generación.

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