Meat Loaf, el músico que arrasó pero que prefería vivir escondido

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«Transitó por el hard rock con vocación de ópera, unido íntimamente a las pasiones wagnerianas, acercándose lúcidamente al rock progresivo y asentándose en el formato de balada que tan bien conjugó siempre con su voz de tenor».

 

En la década de los setenta apareció un tipo de personalidad particular, voz de ópera e ideas románticas, que iba a cambiar la escena del rock. Armado de un estreno que hizo historia, Bat out of hell, junto al compositor Jim Steinman, perpetraría una carrera sólida, también con caídas, que lo iba a consagrar década tras década como figura imprescindible de la música. Hoy recordamos los pasos sonoros y cinematográficos de Meat Loaf, con motivo de su reciente fallecimiento.

 

Texto: SARA MORALES.

 

Su nombre artístico, Meat Loaf, traducido como “trozo de carne”, nunca hizo demasiada justicia a la sensibilidad de su obra y a su voz casi operística; pero así fue bautizado por su profesor de gimnasia en el instituto debido a su tamaño y su sobrepeso, y así decidió Marvin Lee Aday (1947-2022) pasar a la historia.

Arrastraba una infancia no demasiado apacible, su padre era alcohólico y su madre, que siempre permaneció a su lado y le regaló la pasión por la música, murió demasiado pronto. Allí decidió quedarse el pequeño Marvin, que en 1984 pasaría a llamarse Michael, habitando para siempre: en la música. Un lugar que le devolvería el valor que él mismo aportaba, pero que también le iba a exigir enfrentarse constantemente a su talón de Aquiles: la exposición pública, el ajetreo popular, la fama.

Durante su vida confesó en varias ocasiones sufrir ansiedad social, una fobia que multiplica la timidez, estrangula las dotes humanas para la interacción y la comunicación y aísla al que la sufre en una soledad buscada que termina alejando de la realidad. En ese punto, a medio camino entre su paralización interna y lo que debía hacer para llevar a buen puerto su carrera, se movió siempre Meat Loaf.  Decidió enfrentarse a sus propios miedos, pero también delataba el vértigo y el pánico sufridos con las labores de promoción, las relaciones con sus compañeros de profesión y los momentos estelares de escenario que, en más de una ocasión, le pasaron factura.

Pese a todo se convirtió en uno de los artistas musicales de mayor éxito comercial, llegando a registrar casi cien millones de discos vendidos en todo el mundo durante su carrera; y Bat out of hell, su álbum de debut oficial en 1977 junto al compositor Jim Steinman y el productor Todd Rundgren, y primera parte de una trilogía que hizo historia, tendría mucha culpa.

 

Música, entre el rock y el barroco

Un total de trece discos en cuarenta y cinco años de trayectoria que arrancó en 1971 cuando se unió a Shaun Murphy, a quien había conocido compartiendo escenario en el musical Hair, y con quien levantó el seminal Stoney & Meatloaf a golpe de soul. Una aventura de casi medio siglo, que terminó discográficamente en 2016 con Braver than we are, el último trabajo en el que participó Steinman como compositor antes de morir en abril de 2021; y, también –ahora lo sabemos– el último disco del propio Meat Loaf.

Mientras tanto, once álbumes que transitaron por los márgenes del hard rock con vocación de ópera, unido íntimamente a las pasiones wagnerianas, acercándose lúcidamente al rock progresivo y asentándose en el formato de balada que tan bien conjugó siempre con su voz de tenor.

La década de los setenta fue para Loaf su presentación ante el mundo y su asentamiento al mismo tiempo. Solo hizo falta Bat out of hell para ganarse un sitio en la industria y para marcar, de forma definitiva, lo que sería el resto de su obra. Los ochenta le llegaron convulsos porque, al tiempo que iniciaba la década con un apabullante aunque infravalorado Dead ringer (1981), todavía acompañado de Steinmar, también aquel tiempo se venía abajo su amistad y su colaboración. Pasaron distanciados doce años y tres discos, uno de ellos, ojo, el de 1984 –Bad attitude-, bien considerado entre la crítica aunque no tanto desde las tiendas y en el que contó con Roger Daltrey, de los Who, para poner voz al tema homónimo.

En 1993, ya asumido que en su unión iba la fuerza, Loaf y Steinman sellaron la paz con la segunda parte de Bat out of hell y volvieron a ascender a la cima del éxito, de las ventas y de la popularidad mundial. Un trabajo que volvió a unirlos a pesar de que Steinman, a partir de entonces, compartiera la composición de las canciones para Loaf con otros compañeros de oficio, en discos que terminarían de consolidarlo como imprescindible de en la historia del rock.

 

Ficción particular

Inolvidable en su papel de Eddie en The rocky horror picture show, en 1975; en el de Bob desde el Club de la lucha (1975) y en el “The Lizard” en Negocios sucios (2001), Meat Loaf llegó a participar en más de medio cententar de películas y series de televisión, apareciendo como invitado también en Glee, South Park, House e incluso en Historias de la cripta.

Aficionado al género de terror, encontraba en los personajes de corte monstruoso con connotaciones del romanticismo decimonónico, la careta perfecta para esconder sus miedos sociales. De esta manera, queda también como inolvidable el videoclip de 1993 para su canción “I’d Do Anything For Love (But I Won’t Do That)”, de Bat out of hell II: Back into hell, la secuela de aquella obra maestra con la que este artista multidisiplinar y especial, nacido en Dallas y fallecido en Nashville, comenzó todo.

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