Mayéutica, de Robe

Autor:

DISCOS

«Un sencillo tratado musical de filosofía para realistas de espíritu incandescente»

 

Robe
Mayéutica
EL DROMEDARIO RECORDS, 2021

 

Texto: ÁFRICA EGIDO.

 

Dicen que, con el paso de los discos, los artistas pierden su capacidad para emocionar a sus seguidores de siempre. Tal vez porque se atenúa la visceralidad de la adolescencia (la suya y la nuestra). Pero luego llega Robe Iniesta y derrumba de un soplido todas y cada una de esas teorías.

Solo un álbum como Mayéutica puede acallar a quienes recelaron del inesperado lanzamiento de Robe Iniesta tras cancelar por sorpresa su gira con Extremoduro. Y solo una obra de esta magnitud puede contentar tanto a nostálgicos de la banda de rock transgresivo como a quienes se han incorporado a su trayectoria en solitario.

Después de Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares, Iniesta ha vuelto a sorprender con una obra extraordinaria que fusiona su pasado y su presente en la segunda parte de La ley innata (2008), el álbum de Extremoduro que marcó un punto de inflexión en su manera de entender la música: ahora más libre, íntima y abierta a edificar canciones a merced de atmósferas sonoras de destinos imprevisibles.

La mayéutica, un término vinculado etimológicamente con «dar a luz» (referenciado también en la imagen de la portada), es el método socrático con el que guiar a una persona a través de preguntas para que descubra por sí misma la verdad. Y ese parece ser el viaje interior que relata con exquisita sutileza Mayéutica, una obra de narrativa musical compleja y a la vez directa, envolvente y profundamente conmovedora. De aguijón rápido y poso lento y evocador, el álbum producido por Álvaro Rodríguez Barroso está confeccionado como una obra única que, en un interludio, cuatro movimientos y una coda, navega con el amor como faro por las aguas serenas de la reflexión.

Arranca el de Plasencia su “Interludio” mirando atrás con una referencia al eje que vertebró La Ley Innata: «Se cae la casa desde que se marchó / perdí la pista del eje del salón». Desde ese punto de partida, Iniesta no tarda en esbozar los nuevos escenarios que recrea el álbum: «Dejo las ventanas sin cerrar y la puerta abierta / por si me entran ganas de escapar / que no tuviera que esperar / que nada me entretenga». Porque Robe escapa y su propuesta es clara: seguir el mapa de un ensueño repleto de senderos que esquiven las sombras y conflictos por los que ya transitó en el pasado. Así lo exhibe el primer movimiento, “Después de la catarsis”, que, entre derrapes de violines, lenitivas melodías del teclado y atinados coros, rescata esa sensibilidad en la voz de Robe que tan bien sabe dosificar en sus canciones. «Siento que me estremezco solo de estar contigo, respirando el mismo aire», nos susurra el cantante anticipando su desembarco en un paraje luminoso.

Después del explosivo “Mierda de filosofía”, sustentado por las robustas guitarras de Woody Amores y las versátiles teclas de Álvaro Rodríguez Barroso, Robe nos regala “Un instante de luz”, la cumbre emocional del disco. Entre hipnóticos diálogos de violín, guitarra y teclados que sostienen hábiles transiciones, este movimiento discurre entre estribillos adherentes, algún alfilerazo funky, guiños al barroco e incluso un aullido tan cálido como balsámico.

Pero no todo es la luz cegadora del ensueño, y eso bien lo sabe y lo canta el extremeño. Por eso el cuarto movimiento nos devuelve a la realidad, como ya hizo en La ley innata, y encauza la recta final del álbum con un regreso al punto de partida, quimeras incluidas. Y qué grata resulta esa vuelta a casa (la suya, la nuestra) en brazos de la voz de Iniesta, que se despide, justo después, con el irónico quejío de la “Coda feliz”. «Ahora soy un adicto feliz», nos canta Robe mientras se aleja en un largo fade out.

Mayéutica evoca dolor y alegría sin cegadores fuegos artificiales, nos devuelve sonidos del rock de Extremoduro reconstruidos sobre las elegantes arquitecturas musicales de los últimos trabajos de Robe y, sobre todo, incita a la reflexión sin teorías ni soflamas. Mayéutica es, en definitiva, un sencillo tratado musical de filosofíapara realistas de espíritu incandescente.

Anterior crítica de discos: Endless arcade, de Teenage Fanclub.

Artículos relacionados