Martin Scorsese y su nueva serie, con Mick Jagger en la producción

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UN GUSANO EN LA GRAN MANZANA

 

“‘Vinyl’ tiene un equipo superlativo, un presupuesto millonario, una descomunal banda sonora… Pero le falta, de momento, ese pellizco extra para implicarnos emocionalmente”

 

Desde Nueva York, Julio Valdeón no encuentra nigún aliciente a la gala de los Grammy, pero sí se interesa por “Vinyl”, la nueva serie de la HBO sobre la industria musical que dirige Martin Scorsese.

 

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

 

–15 de febrero
Los Grammy. Que si el discurso de la pavisosa Taylor Swift, de profesión sus fotitos de Instragram, que si las recauchutadas fórmulas de laboratorio de Bruno Mars, que si Adele en plan Mocedades, Lady Gaga de cutrelux homenaje a David Bowie, que si Rihanna tenía, o no, bronquitis. Hay que tener quince años para que te interese. Eso o ser un prescriptor musical de los que últimamente confunden popular con banal, predican el esnobismo inverso de lo cutre y empoderan (¿se dice así?) la primera deyección teledirigida por los restos de una industria de la que ya solo va quedando, oh, qué sorpresa, su porción más viable en términos comerciales.

 

–17 de febrero
“Vinyl”, lo de nuevo de HBO, supura prestigio y rigor mortis. Tiene algo de ataúd lujoso, forrado de suave terciopelo, con el muerto bien maqueado para recibir al público. Martin Scorsese, Mick Jagger, Terrence Winter (“Los Sopranos”, “Boarwalk empire”), Rodrigo Prieto (“El lobo de Wall Street”, “Babel”)… Un equipo superlativo, talento a chupinazos, un presupuesto millonario, una descomunal banda sonora… Pero le falta, de momento, ese pellizco extra, casi intangible, que uno necesita para implicarse emocionalmente. Gustará a cualquiera con un mínimo interés por el rock o el rutilante pasado de Nueva York, aunque las grandes series, las mejores películas y libros, necesitan sobreponerse al tema, sea cual sea. Es clave el qué, pero sobre todo el cómo.

 

 

En “Vinyl” cuesta no rendirse al esplendor técnico y cinematográfico y vibrar con las canciones, y sin embargo, al alcanzar los créditos, te notas entre ahíto y desinteresado. Quien busque Scorsese en estado puro, un montaje de infarto y una banda sonora no ya sublime, sino además y sobre todo necesaria, situada en el mismo plano dramático que sus personajes, imbricada a fondo en la historia, que vuelva a “Malas calles”. Esa sí que es vinilo sin cortar, droga «vintage», carnívora y urgente. A falta de ver más capítulos, en la esperanza de que una vez trazadas las líneas maestras y apabullado el espectador pasemos del asombro a la médula, de la cabriola al tuétano, “Vinyl” sabe y huele a (magistral) ejercicio de estilo. Con todo, infinitamente superior al 99,9% de lo que ofrece la televisión convencional.

 

 

Anterior entrega de Un gusano en la Gran Manzana: Contra los dioses, música.

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