Marianne Faithfull, el hermoso crepúsculo de una diosa romántica

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COMBUSTIONES

«Poetas y poemas que gracias a Faithfull seducen como una melodía muy antigua y duelen como un aguijonazo cosido a la memoria»

 

El recién publicado She walks in beauty, el disco en el que Marianne Faithfull y Warren Ellis musican a poetas ingleses como Lord Byron, atrapa por completo a Julio Valdeón. Estos son los motivos.

 

Una sección de JULIO VALDEÓN.

 

Nadie como Marianne Faithfull podía cantar mejor un disco dedicado a los poetas románticos. Rectifico: cantar resulta excesivo. Lo que ofrece She walks in beauty son recitados de la diosa del Swinging London sobre un respetuoso colchón sónico dispuesto por Warren Ellis. Por la voz de lija y cuero desfilan poemas de Lord Byron, John Keats o Wordsworth. Admiradores y alumnos, como Nick Cave y Brian Eno, aportan esbozos, escorzos, coros. Lo avisan en la reseña de Rolling Stone: mejor beber esta infusión a tragos cortos. Recorrerlo sin pausa, de la primera a la última tonada, puede indigestar. En especial a los oyentes no versados en la lengua de Shelley.

Por lo demás, el disco funciona por las exactas razones que lo hicieron las anteriores rodajas de la diva incombustible. Abre una ventana a la comprensión del mundo, el amor y la muerte de una mujer que las ha visto de todos los colores. Conoció el sacrificio y la gloria, el esplendor y la calle, el lujo y los detritus, la traición de sus íntimos y las pasajeras epifanías que proporcionaban las mejores drogas y las peripecias en la corte de los Stones, donde fue reina consorte, confidente, amiga, novia, yonqui, cómplice musical, compañera de aventuras exóticas y más.

De vuelta de todo aquello, y de un penoso tránsito por los sótanos de la drogadicción, regresó más golpeada, más gorda, más vieja y más sabia sin dejar de publicar discos feroces. Golpes de humo y plata diseminados en discos como cartas de una despedida a plazos, con cumbres como “The gypsy faerie Queen” o su apoteósica revisión del “It’s all over now, baby blue” dylanita, que colma su devastador potencial melancólico gracias a los kilómetros acumulados por una biografía a la altura de sus versos. Palabras que encuentran un precedente en las gargantas y plumas de aquellos escritores neurasténicos, morfinómanos y ojerosos, que esculpieron el asombro y la chispeante ligereza de unos textos que inauguran la modernidad. Poetas y poemas que gracias a Faithfull seducen como una melodía muy antigua y duelen como un aguijonazo cosido a la memoria. Basta con asomarse a las fotografías y la voz de Marianne para tasar la crueldad del tiempo. Aunque con algunas personas, dispuestas a naufragar con delicadeza, permite asomarnos a un crepúsculo tan conmovedor como rotundo y tan inapelable como hermoso. 

Anterior entrega de Combustiones: La resurrección musical de la Gran Manzana.

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