Maquina de piedad, de Depedro

Autor:

DISCOS

«Un disco que trabaja el optimismo, el disfrute de las caricias sencillas de la vida»

 

Depedro
Maquina de piedad
WARNER MUSIC, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.


Lo primero que se aprecia al empezar a escuchar el nuevo disco de Jairo Zavala y su proyecto Depedro es que las canciones beben de parámetros diferentes y, siendo el mismo artista, tienen poco que ver con aquel primer elepé en que el grupo estadounidense y fronterizo Calexico, al que pertenece, le servía de banda de acompañamiento. Los primeros compases, empujados más por electrónica que por guitarras, y las guitarras, mucho más claras y ligeras, dan cuenta de que el disco apuesta por la transparencia y la sencillez.

Es lo que sucede en la canción que da título al conjunto, con esa guitarra bamboleante en modo cumbia, más fluida y permeable y menos densa, o en “El puñal”, donde las cuerdas parecen gozar con alegría mientras los dolores de esos amores que nos abandonan inundan la letra. Las trompetas en el puente y el aire general, a un paso del crooner, conforman una teatralidad que emociona. Unas trompetas que en “Cómo te vas a ir” van pasando del country a la música fronteriza, con las enseñanzas de esos Calexico en los que lleva tantos años, y una letra que habla de disfrutar el presente.

Pero a partir de esta, la cuarta canción, empiezan las novedades. “Causa común” tiene un aire de rumba —y varias piezas del disco tienen un aire folk que conecta con las nuevas tendencias de la música hispana— sustentada por guitarras eléctricas a la manera de Los Rodríguez y por una letra de acertada reflexión política.“Mañanita”, en cambio, es puramente funk, con vientos que se abren como la luz, cuerdas a raudales y un estribillo lleno de dicha, como si quisiera capturar el día. Por el contrario, “Todo lo otro” es mucho más acústica y recurre a la manera de hacer de los cantautores, al aire country y al tema que cabe tratar hoy en día: que la transexualidad experimenta ya afortunadamente un cambio hacia la normalidad. En ocasiones es Patxi Andión, en ocasiones Quique González.

No deja por ello de incluir concentrados de energía, como ese “Noche oscura” que canta con Leiva, en el que parecen fundirse los estilos de los dos músicos, con un desborde intenso de electricidad y una lentitud extrema en el tempo que le lleva a declarar que es de lo más difícil que ha hecho en su vida.

En las letras también acude a la ligereza profunda, y así lo hace de manera extraordinaria en “Promesas”, al expresar los sentimientos, y se convierte también en social cuando en “Plegaria de los sufridos”, donde desarrolla una verdadera proclama a favor de los apartados, que en este caso se focaliza en su paso por Chile en noviembre de 2019, cuando se produjo el estallido que desembocó en una reforma constitucional del país andino. En definitiva, es un disco que trabaja el optimismo, el disfrute de las caricias sencillas de la vida. Un nuevo disco de pandemia, pero que no se vuelca, como otros, en lo íntimo, sino en las maravillas que dejamos fuera en el confinamiento. En definitiva, en cómo vivimos en estos tiempos y en cómo debemos vivir.

Anterior crítica de discos: I’ll be your mirror. A tribute to The Velvet Underground & Nico.

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