Maika Makovski: «Soy más mi educación que mi DNI»

Autor:

«Sé distinguir entre un espejismo y algo sólido»

 

Antes de que publique su próximo disco, MK MK, Maika Makovski adelanta algunos detalles de su nuevo cancionero, grabado en Tucson. Una entrevista en la que habla de sus últimas aventuras discográficas, escénicas y televisivas, firmada por Carlos H. Vázquez.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: MARTA RIBATE / MDRAFT STUDIO / ALICE PLATI.

 

Canta una mujer. Esta noche toca hacer lo que nunca nadie había hecho antes. Se permiten los vicios (tabaco, alcohol o ciertas sustancias), porque va a ser un viaje largo de once paradas y no conviene echarse una cabezadita. Hoy, las canciones van a sonar a nuevo.

Cuando a un artista se le hace ver que ha estado tanto tiempo sin publicar un trabajo suyo, quizá sea porque siguen acordándose de él o de ella. Mejor eso que no la pregunta «¿Qué estás haciendo ahora, que hace mucho que no se te oye?». Maika Makovski, desde la salida de su último disco de estudio hasta la fecha, Chinook wind (Warner, 2016), no había vuelto a firmar un nuevo trabajo con temas inéditos. Sin embargo, su actividad era constante. Primero, por la grabación del futuro MK MK (Warner, 2021) en los WaveLab Recording Studio (Tucson), que además ha podido ser doble. Segundo, por la gira con The Mani-Las. Tercero, por haber tratado de montar un rompecabezas de sus raíces macedonias y andaluzas. Cuarto, por el programa La hora Musa… etcétera. Y como avance de esta séptima entrega discográfica, “Reaching out to you” (con Howe Gelb). Los reflejos negativos se han vuelto positivos.

 

¿Cuál es la ley por la que se rige Maika Makovski?
Por la ley del momento. Por hacer caso a lo que me está pasando y a lo que quiero hacer. No quiero decir las apetencias que tenga a cortísimo plazo, sino lo sólido del momento.

 

Pero hay muchos momentos…
Sí. Pero también sé distinguir entre un espejismo y algo sólido.

 

Cuando la tiranía es ley, ¿la revolución es orden?
Supongo que sí, en la superficie. Pero es un orden muy frágil, porque no viene de la gente, de la educación de la gente.

 

¿Cada disco tuyo es una revolución?
Sí. Es la revolución de tirarme al vacío, a algo que no he hecho nunca. La revolución del lienzo en blanco. La revolución de empezar… No de cero, pero sí de volver a empezar. Y la revolución, imagino, de ser honesto con el momento que estás viviendo y con lo que quieres dar. No obviando el momento histórico, pero tampoco siguiendo modas, que es algo, a veces, un poco difícil.

 

El título de este disco es MK MK, que son las siglas que adornan la correa de tu guitarra. ¡Lo habíamos tenido delante de las narices todos estos años y no nos habíamos dado ni cuenta!
¡Totalmente! Y es curioso que no haya tenido un disco que se titulase así hasta ahora. Por ejemplo, en el vinilo del tercer disco [Maika Makovski] sale un scan de la correa de la guitarra en el arte. Es verdad que eso ha estado ahí mucho tiempo, pero para este disco especialmente me pareció un buen título, porque es despersonalizar mi nombre y llevarlo a un terreno que puede ser más comunitario, más social.

 

Siempre me he preguntado si el título homónimo de un disco representa un contenido más personal. Pero en este caso son tus siglas por duplicado.
Es un disco personal; no sé escribir canciones de otra manera. Y es un disco en el que he hecho algo que no había hecho nunca. Normalmente los discos son reflejos de tus emociones y de tus momentos vitales. Si tú estás reflejando en positivo, reflejas la música en positivo. Y si lo haces en negativo, se reflejará en negativo. Lo que hice fue volver el reflejo negativo en positivo con este disco; estar pasando un momento vital muy bajo, mustio y aislado, pero hablar de esta temática y utilizar la música como muleta y trampolín hacia un estado de ánimo mejor. Parte de eso vino de tocar esas canciones con otras personas. La temática del disco tiene mucho que ver con el descontento con el aislamiento emocional que vivimos y que vivíamos antes de la pandemia; vivimos detrás de una pantalla todo el día, nos refugiamos allí porque es más fácil a veces y nos olvidamos de que tenemos incrustado en el ADN la necesidad imperiosa de conectar. Por eso se llama MK MK, porque es la búsqueda de algo más grande que uno mismo con los demás sin dejar de ser.

 

Han pasado cinco años desde tu anterior álbum [Chinook wind], pero también es verdad que entretenida has estado un rato en todo este tiempo…
Grabé MK MK en 2019. El tiempo pasa muy rápido… Si tienes una cierta tendencia a ir cambiando de sitio o de residencia, rompes la estabilidad que te permite grabar discos. Pero si tú tienes una residencia fija, es mucho más fácil ensayar tus canciones e irlas a grabar que si te estás yendo de una ciudad a otra. Estuve haciendo una gira con Brossa Quartet, que son maravillosos, pero no es una banda fija, entonces tuve que volver a montar la banda y encontrar el eje.

 

Otra banda con la que has estado tocando ha sido The Mani-Las. ¿Responde esto a una pulsión tuya por hacer algo diferente a lo que venías haciendo?
Fue una mezcla de cosas. Me llamaron del Instituto Cervantes para ir a tocar a Manila (Filipinas). Era el típico viaje que no quieres hacer sola, porque, ya que te vas tan lejos… Sí, puedes viajar en solitario y no pasa nada, pero me apetecía hacerlo con alguien. Llamé a un montón de amigos que habían tocado conmigo y que se sabían mi repertorio, pero ninguno podía. Pasando por la agenda, llegué a la O y ahí estaba Olaia [Bloom], y pensé: «Esto va a ser una buena idea». No nos conocíamos mucho, pero había tenido feeling con ella las cuatro veces que nos habíamos visto. La llamé, puso en regla su pasaporte en dos días y nos fuimos para Manila. Preparé el repertorio deprisa y corriendo y una de las canciones era “He’s got the power”, de The Exciters. ¡Era nuestro plato fuerte, la mejor canción que habíamos sacado juntas! Pues la dejamos para el final y en el bolo nos salió fatal. Como la dejamos por los suelos, la quisimos grabar para desquitarnos. Lo hicimos con Estrella Galicia, porque era gratis, básicamente, y Olaia llamó a Mariana [Pérez]. Que fuera una banda de chicas no era algo premeditado. Simplemente la llamó porque vivía en Madrid. Grabamos la canción, y cuando vimos el vídeo dijimos: «Está de puta madre. Vamos a hacer más».

 

 

¿Una banda nueva tiene que sentir las canciones a tu mismo nivel?
Siempre esperas que eso acabe ocurriendo, aunque es difícil, porque de buenas a primeras no han vivido el proceso de composición. Pero si encuentras a gente afín, como es el caso de esta banda, es mucho más fácil llegar a ese punto en el que, si estás en la audiencia, desaparece de alguna manera la figura del solista. Y eso es lo que quiero conseguir con esta banda especialmente. En el escenario estamos todos en línea, cambiando de posición todo el rato, con lo cual, los protagonismos se difuminan. Yo quiero que todos sean frontmen y frontwomen.

 

¿En qué estado está CarMenKa?
Fue un proyecto muy bonito y muy difícil, y no quise seguir con él porque lo pasé muy mal al final. Estábamos en Barcelona en la semana del 1 de octubre, para empezar, que fue la semana de los ensayos, una semana muy dura para mí. En seis días teníamos que hacer un puzle, porque la idea era juntar la música macedonia y «andalucizar» las canciones macedonias, pero los macedonios eran muy reacios a explorar y me costó tirar de ellos en ese sentido. Al final la viví como una experiencia agridulce. Y, fíjate, nos salieron bolos por aquí y por allá… Pero me hizo pensar en muchas cosas: «¿Qué eres? ¿Eres lo que está en tu DNI? ¿Eres tu sangre o lo que has mamado?». Los primeros compañeros con los que toqué eran americanos, y la música que empecé a escuchar de adolescente fue con ellos. Con lo cual, ¿qué soy (musicalmente)? Quizá soy en realidad… Bueno, no tengo ninguna duda de que soy un «perrillo de mil leches», pero quizá soy en realidad más mi educación que mi DNI.

 

«(Cada disco) Es la revolución de tirarme al vacío, a algo que no he hecho nunca»

 

Dicen que somos de donde pacemos…
Yo creo que sí. También tiene mucho que ver donde has nacido, sobre todo porque viene, normalmente, con una familia y cosas que ocurren en tu casa, aunque no te des cuenta de que son culturales, que normalmente lo son. Mi abuela era andaluza hasta la médula y yo me crié con ella. Todo te deja matices y yo envidio a la gente que es menos matiz.

 

Tenemos, en lo respectivo a la televisión, La hora musa parada. Pero se ha anunciado Efecte Collins en Televisión Española de Cataluña, y aunque no lo presentas, vas a estar ahí. ¿Qué ha pasado con La hora musa?
Lo que dicen de La2 es que para ellos La hora musa es una cosa muy concreta que tiene que ver con giras internacionales, con un plató, con mucha gente, con todo a tope, con que sea un programa deluxe (más o menos)… ¿Y qué pasa? Pues que con la pandemia las cosas se tendrían que centrar en grupos nacionales de mayor o menor nombre, menos gente en el plató… Pensaron que la personalidad del programa no se podría mantener tal y como están las cosas. Efecte Collins me parece que va a ser un programazo, pero es a nivel catalán solamente. Pero si no se puede hacer La hora musa ojalá se haga otro.

 

Volviendo a MK MK, ¿con cuántas canciones has trabajado? Habrá descartes, supongo.
Muchísimas canciones, pero al final no ha habido tantos descartes, porque me tiré a la piscina y grabé dos discos cuando estuve en Tucson, lo que pasa es que va a salir uno nada más. No sabía si iba a salir doble o en dos discos, por lo que podía soltar caras B y cosas así. Cuando entré al estudio, hacía tres o cuatro años que no grababa disco, entonces tenía muchas canciones. Pero al final a lo que tiendes es a intentar encontrar una familia de canciones que tenga sentido y que exprese lo que quieres con el disco, y con estas lo tenía bastante claro.

 

¿Cuántas canciones tendrá MK MK?
Once canciones.

 

Un cambio notorio es que ya no te produce John Parish. ¿Por qué?
Me gusta probar cosas diferentes, para empezar, pero la verdad es que he echado mucho de menos a John Parish en este disco. Estuvo muy bien la grabación, pero cuando recibí las mezclas de Arizona no me gustaron nada, entonces tuve que cogerlas, irme a Garate Studios con Kaki Arkarazo y volver a mezclarlo. Ha habido muchos dolores de cabeza que con John Parish no hubiera tenido ni de broma, porque es un hombre muy organizado y mezclando es Dios. No he trabajado con nadie como él. Quizá Paul Corkett, que trabajé con él y con John Parish a la vez. Pero, claro, trabajando con John sabes que si dice que un disco se hace en dos semanas es que lo grabas en dos semanas y te vas a casa con las mezclas. Pero en este caso ha sido una odisea. Y, además, me he dado cuenta de que he hecho cosas incoherentes con mi manera de pensar. Por ejemplo: quiero pensar que hago lo que puedo por mantener mi huella de carbono controlada. ¿Por qué me voy a Estados Unidos a grabar un disco? Son inercias del pasado que haces porque piensas que va a ser lo mejor para la música, pero después piensas que quizá no hacía falta hacerlo así. Este es un momento que invita a la reflexión y al cambio. O sea, a parar las inercias que teníamos tan inconscientemente y hacerlo de otra manera. Yo intento aprender de mis errores en cada disco, pero siempre encuentro otros nuevos que cometer.

 

¿Cometes muchos errores?
Sí, muchísimos.

 

¿Quién ha sido entonces el productor de MK MK?
Lo he producido yo. En principio lo iba a producir con Craig Schumacher, pero no era como con John Parish, que entendía el universo perfectamente sin decirle nada. Por supuesto, puedes tener desavenencias, pero era el mismo universo en el que estábamos. Craig creo que es más ingeniero. Y si es productor, es más un productor de género, y mi música no es música de género. Al quinto día o así, Craig me cogió aparte y me dijo: «Maika, sé que hablamos de que yo fuera el productor, pero este disco lo estás produciendo tú. A mí me pones como “arquitecto sónico” y ya soy feliz». Y así quedamos [risas].

 

Hasta el momento, de MK MK solo conocemos “Reaching out to you”, un tema muy stoner. Luego está el vídeo, con estética ochentera. ¿Representa “Reaching out to you” el sonido del resto del disco?
Creo que el disco es más cacharrero que “Reaching out to you”, que es el tema más «zapatilla», más cañero y más a galope que hay en el disco. Está englobado dentro de él, pero no es una representación fiel de lo que van a ser las siguientes canciones. Mis discos normalmente suelen ser viajes, cada tema es su propio universo. Si es un disco de diez canciones, me gusta que cada canción tenga su identidad.

 

 

En “Reaching out to you” encontramos la colaboración de Howe Gelb. ¿Hay más en el disco?
En el siguiente disco también toca Howe, pero solo el piano. Hay otro músico de Giant Sand, que es Thøger Tetens Lund; está James Peters, de la Orkesta Mendoza; Vetusta Morla, que hicieron coros en un tema (pasaban por Tucson para tocar)…

 

¿Todos los componentes de Vetusta Morla?
Estaban Guille [Galván], Álvaro [B. Baglietto], Jorch [Jorge González] y El Indio [David García].

 

Se te nota contenta con el disco, a pesar de todo lo que me has contado.
Sí. Lo he luchado mucho, pero estoy muy contenta. Tenía una visión y está bien reflejada.

 

¿Cómo te ha afectado la pandemia?
Me vino muy bien parar. Fue casi una bendición. Recuperé unas ganas por tocar que hacía tiempo que no sentía. Me la pasé muy tranquila, estuve pintando y no toqué, y tenía el propósito de levantarme y pintar todos los días. Pero ahora sí que empiezo a echar mucho de menos vivir, tocar y bailar con los demás, acercarme… No tener ese cuidado, esa manía, ese miedo… Se está haciendo muy difícil, sobre todo porque creo que ya ha pasado un momento en el que estamos normalizando tanto el aislamiento como acusando la soledad.

 

¿A qué no podrías acostumbrarte? O, mejor dicho, ¿a qué no podrías sobrevivir?
Supongo que a seguir los dictados de otra persona o a tener que hacer cosas en la vida que no quiero hacer. A no seguir mi voz interna.

 

Hablando de tu voz interna, me preguntan por qué no haces temas en castellano.
Es como cambiar de instrumento, y a mí no me apetece cambiar de instrumento. Me gustaría que la gente lo entendiera, la verdad, porque mis letras no son canciones vacías en las que diga «vamos a volar por el cielo esta noche» y paridas por el estilo. Es lo que decíamos antes de la educación, donde te has criado… Por ahora, la lengua de la música para mí es el inglés. Quizá tiene que ver también con que me siento desarraigada, de ningún lugar en especial.

Artículos relacionados