M Clan: Nuevas ilusiones en la tercera fase

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“Creo que hay belleza en lo oscuro. Y ya hemos hecho muchas canciones de endorfinas, hemos hecho muchas de esas”

Explica Carlos Tarque en esta entrevista que M Clan está en su tercera etapa. El segundo disco de este periodo es «Para no ver el final», un trabajo en el buscan sus esencias más rockeras. Juan Puchades conversa con el vocalista del ahora dúo M Clan.


Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: THOMAS CANET.


Es esa hora en la que las opciones más sensatas son dos: ingerir un café o irse a dormir la siesta. Ricardo Ruipérez, que ha venido conduciendo la furgoneta de M Clan desde Barcelona, opta por la segunda alternativa, mientras que Carlos Tarque toma asiento en el bar de un hotel valenciano, pero por causas de fuerza mayor renuncia al café: Necesita beber cuanto antes agua con la que intentar digerir una paella pasada de sal… Están en pleno periodo de promoción, combinando entrevistas y conciertos en tiendas de discos para presentar su nueva criatura, «Para no ver el final», un trabajo que sigue la senda abierta por el celebrado “Memorias de un espantapájaros”. Ellos dos, Ricardo y Carlos, son ahora mismo M Clan, tras la reciente salida del grupo de Pascual Saura y Juan Antonio Otero, bajo y batería, respectivamente: «Ha habido una reestructuración empresarial –explica Carlos Tarque–, como pasa en cualquier otra empresa. Porque nuestro grupo es una empresa, un equipo de trabajo, nosotros no éramos un grupo de amigos del alma del instituto que se juntan en un garaje. Nosotros, al principio, montamos un grupo de profesionales, con más o menos actitud. Ricardo y yo siempre hemos sido los motores, y Santiago [Campillo] en su momento. El resto no era así, era gente con la que hemos compartido muchas cosas, pero, en un momento, decidimos que queremos cambiar, porque la energía estaba totalmente oxidada, estaba todo amuermado, era un lastre y hemos cambiado.»

¿Ha habido malos rollos?
Bueno, nunca hay muy buen rollo en este tipo de cosas, pero se ha llegado a un buen entendimiento. Es que no hay una maniobra, es que esto estaba claro que iba a pasar, desde el principio. Es como un matrimonio, si hace tres años que no follamos, vamos a decir las cosas como son, ¿vamos a seguir juntos? Porque es estúpido, vamos a darnos cuenta, y ya está. Así ha sido

Lo que parece claro es que el motor creativo erais Ricardo y tú.
Sí, y ahora Carlos Raya, nosotros tres somos M Clan.

El anterior disco, «Memorias de un espantapájaros», marcó el comienzo de una nueva etapa en M Clan, ¿no?
Sí, somos los terceros M Clan, la tercera fase. Sí, hubo un cambio de filosofía, de replantearnos cosas, de olvidarnos de la radio. Es algo que va a más, que en este disco se confirma.

¿Hubo un momento en el que os sumergisteis mucho en aquello de hacer discos pensando para sonar en la radio?
Joder, es que éramos un grupo de 40 Principales, cuando en 40 Principales había grupos de rock, ahora ya no hay nada de eso.

¿Esa fue la segunda fase de M Clan?
Sí, sí, está claro. La de ahora es otra fase, que me parece muy coherente y en la que yo me siento muy cómodo, no hay nada forzado. Es algo elaborado con ayuda de buena gente.

No es muy políticamente correcto, en estos tiempos, salir en la portada de un disco encendiendo unos pitillos, ¿no?
No, ahora parece que no. Antiguamente habría sido una portada como de Parchís, pero ahora, no sé… ¿Te acuerdas de aquella foto de Lou Reed poniéndose un pico? Imagínate. A la portada queríamos darle un aire como de esas portadas que me fascinan del jazz, aunque nosotros no hacemos jazz, pero esas portadas de Blue Note, de las recopilaciones de soul, con un cierto aire casual, sin guitarras ni pollas. Queríamos darle ese aire y creo que lo hemos conseguido, es muy de club, de noche, fumando…

¿Os hacía ilusión que saliera el logo de Atlantic en la portada?
¡Totalmente! Ana Maynero, la diseñadora, nos hizo una prueba de portada y puso el sello de Atlantic, y en Dro nos dijeron, «podemos ponerlo, que pertenece a Warner». Atlantic es Led Zeppelin, Aretha Franklin… es acojonante. Es un juego gráfico, como poner “Rock & Soul”, que es el nombre de nuestra empresa legal.

En la edición en vinilo el diseño ha quedado fantástico.
El vinilo, tío, el vinilo suena mucho mejor que el CD.

¿Tú estás convencido de eso, de que los vinilos suenan mejor que los CDs?
Algunos sí, y este es uno de ellos. El otro día hicimos la prueba en mi casa, lo único es que suena con menos volumen. Eso ya está más que hablado, suena diferente, no es que suene mejor, si tú quieres más volumen, más ganancia y más caña, pon el CD. Pero en el vinilo suenan los espacios, es otra frecuencia, no sé explicarlo, pero suena de otra manera, a mí me suena muchísimo mejor. El bajo, por ejemplo, con el vinilo suena mucho más cremoso y en CD casi que se pierde entre frecuencias muy potentes.

¿Ricardo y tú seguís viviendo en distintas ciudades?
Sí, yo vivo al lado de Denia, y Ricardo en Murcia.

¿Cómo lo hacéis para componer?
Él viene a mi casa, que tengo un local de ensayo, y nos tiramos dos o tres días. Cada semana viene un par de días.

En este disco, al contrario que en los anteriores, no habéis firmado las canciones diferenciando entre letra y música.
En general, la música la hacemos entre todos, a veces las hace Raya solo, las letras las hago yo siempre, es una cuestión un poco ególatra, ya lo sé, pero yo también hago la música, la música la hacemos los tres.

¿Tú rascas la guitarra mínimamente?
Sí, mínimamente, y toco la batería. Pero digo «esto así, en esta onda», no es necesario tocar para tener claro cómo quieres que suene una cosa.

En la parte que más directamente te toca a ti, la de las letras, es indudable que tu manera de escribir ha ido evolucionando, y para mejor…
Sí, yo estoy mucho más cómodo y más seguro de las cosas que digo.

¿Te arrepientes de alguna canción del pasado?
Sí, claro. Hombre, arrepentirme de cortarme las venas, no. Pero el otro día, en el iPod –tengo iPod–, en reproducción aleatoria saltó una de «Defectos personales», no recuerdo cuál era, y fui corriendo a cambiarla, ¡zaca! Dije, «no puedo oír esta mierda ahora». Es como ver fotos del pasado: «Nochevieja del 88», con los pelos de punta… es eso, dices “qué foto”, y te ríes. Pero sí, hay cosas que me gustan menos, bastante menos, no me arrepiento pero quiero hacer otras cosas.

Tu manera de escribir, se ha hecho también más personal, incluso más íntima, ¿no?
Sí, tengo la movida esta que empecé con el disco anterior, de escribir poemas. Por cierto, voy a editar un libro de poemas con Thomas Canet, estamos en ello. Y de ahí saco mogollón de cosas que tienen mucho más valor, que son mejores. De ahí saco ideas, son cosas como más de verdad.

De hecho, en «Memorias de un espantapájaros», creo que prácticamente todas las canciones surgieron de esos poemas.

Sí, hay temas como ‘Balada del desarraigado’ que es, directamente, un poema que tenía. Son canciones con otra profundidad. Creo que mejores.

¿Para este disco también has echado mano de esos cuadernos de poemas?
Para algunas canciones sí, en otras menos, porque hay temas aquí que, realmente, son letras muy simples, muy directas. Que para mí también son buenas, por ejemplo ‘Basta de blues’ es casi una canción infantil, no tiene ni metáforas ni pollas, bueno, alguna sí tiene, pero, para mí, lo que vale de ahí es la interpretación y la fuerza con la que lo dices, más que la letra en sí.

El disco, en general, tiene un tono bastante pesimista.
Sí.

Oscuro, incluso, es cierto que hay canciones, como la de cierre, ‘Gracias por los días que vendrán’, que tira un poco para arriba, pero la tónica general es bastante densa. ¿Qué ha pasado?

No sé, a mí me gusta ese rollo. No sé si es porque mi vida, precisamente, no lo es, pero me gusta, y me parece que para mí es más fácil escribir de algo oscuro y denso que de algo bonito y luminoso, me resulta más sugerente. Y la música es que tiene mucho que ver, es que es música densa. Creo que hay belleza en lo oscuro. Y ya hemos hecho muchas canciones de endorfinas, hemos hecho muchas de esas.

La canción menos evidente del disco es ‘Hasta que se acostumbre a la oscuridad’, ¿de qué va, aunque con la dedicatoria lo imagino?
Sí, tiene su cosa, está dedicada a un amigo que murió justo en los días de grabación. La letra era un poco opaca, sugería cosas. Y nos sucedió esta historia con Cristóbal, que era un amigo, también era técnico, un gran amigo, se murió a la semana de estar grabando. Y dije, «hostia, pero si esto lo puedo redigirir». La canción tomó otro sentido.

Una gran canción, y de siete minutos, con mucho desarrollo instrumental.
Sí, hay otra cosa que nos hemos quitado en este disco más que en otros, que es el prejuicio este del rollo «de aquí es que hay muchos solos, y va a parecer que tal…». No, tío, vamos a hacerlo. ¡Si esos tópicos funcionan que te cagas! El rollo rock funciona, por eso es un tópico, los tópicos son verdaderos.

Hemos crecido con discos que sonaban así.
Totalmente. Claro, todo el mundo indie decidió que aquello era hortera y anacrónico, «Deep Purple, ¡un solo de órgano! ¡Qué horror!» Joder, pues a mí me gusta, qué pasa, ahora mismo me parece hasta moderno. Ya está bien de canciones de dos minutos cincuenta sin solo.

Creo que con este disco se va a caer en el error de decir que es vuestro disco soul…
Esa es la primera lectura que hacen.

…Canciones como ‘Para no ver el final’ o ‘Ahora!’, son dos temas bañados de soul, y los vientos a lo largo del disco están ahí, pero es un disco eminentemente de rock.
Yo diría que es un disco de rock clásico. Rock clásico, rock de toda la vida, y tiene algo de soul, sí, pero de Joe Cocker, de Van Morrison, de The Band, de lo que hemos oído siempre.

No entra a la primera.
No.

Es un disco para escuchar varias veces.
Como tiene que ser. Yo que he estado en el proceso de hacerlo, lo escucho, no me he cansado, le saco cosas. Ha habido otros discos que después de grabarlo no los he vuelto a oír, porque ya está todo exprimidísimo, y aquí hay muchas cosas todavía, momentos instrumentales a los que les sacas mucho rendimiento.

Está muy elaborado en producción e instrumentación.
Sí, y está tocado en directo, el ochenta por ciento de lo que se oye lo tocamos juntos, luego la voz se regrabó, algún solo y algún piano y los metales. ‘Basta de blues’, menos la voz y los coros, está todo lo que se tocó.

«Lo que hacemos con Carlos Raya es autoproducirnos, porque no es que lo dejes todo en manos de un tío, para nada, nosotros estamos ahí en todo»

EL SONIDO DE M CLAN

¿Ha sido importante la aparición de Carlos Raya en la vida de M Clan?
Mucho, mucho, mucho. Él es como que de repente nos abre la puerta, nos da como empujoncitos, aparte de que también compone, pero, por ejemplo, cuando pensamos qué íbamos a hacer en este disco, escribimos dos canciones, ‘Calle sin luz’ y ‘Para no ver el final’, que son las dos primeros del disco y las dos primeras de la hornada de composición, y dijimos, «por aquí tiene que ir el rollo». Superclásico, rock, blues, soul… nos salieron otros temas más pop y los descartamos porque queríamos centrarnos en la onda de lo que hay en el disco.

Un sonido que remite a los dos primeros discos del grupo.
Sí, aquí hay cosas que tienen más que ver con los M Clan del principio. Porque se está diciendo lo del soul y los metales, pero en «Un buen momento» [1995] tocan los Memphis Horns, que no es moco de pavo, y hay varios temas con vientos.

Y creo recordar que lo grabasteis en Memphis, ¿no?
Sí, y con esta gente, los Memphis Horns, que eran los metales de Otis Redding. Es decir, ya hacíamos esto, no es algo nuevo. Lo del rollo soul es una cosa que… yo no soy erudito del soul, tengo amigos que tienen seis mil discos de música negra y se parten el culo, porque yo no conozco tanta música negra, pero sí que es algo que me gusta y que añadido a esto que estamos haciendo, al rock clásico, le da un toque de la hostia.

Recordando aquellos primeros tiempos de M Clan y la evolución posterior, para llegar a lo que estáis haciendo ahora, ¿crees que en algún momento perdisteis la dirección?
Sí, hubo un momento, con «Defectos personales», cuando se fue Santi Campillo, no porque se fuera, pero fue un momento raro, componíamos por separado y no había la unión que tiene que haber en un grupo, éramos peores, y ese es un disco irregular y de no saber hacia dónde ir, había temas muy rockandrolleros, otros superpoperos, y eso no puede ser. Estábamos perdidos.

¿Los productores, Alejo Stivel, Nigel Walker y Carlos Raya han marcado mucho vuestro camino?

Sí, excepto Nigel, que no marcó nada, fue un productor bisagra y no hubo una gran química con él. No pasó nada con él. Con Alejo pasó mucho y con Carlos Raya también.

¿No os atrevéis a autoproduciros?
Es que lo que hacemos con Raya es autoproducirnos, porque no es que lo dejes todo en manos de un tío, para nada, nosotros estamos ahí en todo, los metales los diseño yo: hago «papapa pararapape pepepa» [tararea una melodía imitando metales], y él hace que eso se lleve a cabo. En muy pocas cosas hay decisiones suyas, lo que pasa es que ponemos «producido por Carlos Raya» porque, realmente, se lo merece, pero todo lo diseñamos entre los tres, él es el que luego mezcla, decide y dice, «¿qué os parece si pongo los metales aquí, a la izquierda?» Pero no es Phil Spector, que te crea un sonido propio, no hay un sonido Carlos Raya. Lo que hay es una manera de entender las cosas, pero esto es M Clan.

Hablas de rock clásico, pero, ¿crees que M Clan tiene un sonido propio, aparte de tu voz?
Sí, hace mucho, son varios sonidos. La voz, está claro que está ahí, pero no mi voz, la voz del cantante en cualquier grupo, los Stones son la voz de Mick Jagger y la guitarra de Keith Richards. Pero sí que hay un sonido, una manera, un espectro en el que nos movemos y que suena a nosotros. Creo que tenemos mucho que ver con los Black Crowes, ellos son mucho más americanos, pero sí que nos parecemos en que hay una cosa ahí de la que ya no nos vamos a salir mucho.

Si miras hacia atrás, M Clan ya tiene 18 años de historia, ¿qué crees que queda en Ricardo y en ti de aquellos chavales?
Pues, tío, yo ahora estoy muy contento, porque vamos en la furgo con los músicos nuevos y estamos todo el día haciendo el gilipollas, tirándonos pedos… Tenemos cuarenta y pico tacos y estamos como al principio, porque estamos muy ilusionados. Esta profesión te permite a ratos ser un crío, y eso mola. Lo estamos pasando de la hostia, y lo demás me importa un pijo, estamos disfrutando mucho.

¿Ha sentado bien el renovar la banda?
Totalmente. Hostia, si lo llego a saber, lo habría hecho hace tiempo, pero las cosas son como son. Yo hace muchos años que sentía que esto… lo que pasa es que es difícil, es una gente con la que trabajas desde hace mucho y no puedes… es gente a la que aprecias y es jodido decirle «esto no funciona». Pero, bueno, ¡aquí estamos!

También habéis cambiado de oficina de management, habéis pasado a Last Tour, tras años de estar con Get In.
Con Get In también se había oxidado la relación, llevan a mogollón de artistas, y con Last Tour creo que nos va a ir mejor, es una oficina mucho más rockera, a Polako lo conozco de hace mogollón de años, de Bilbao, tenemos más que ver con ellos, somos del rock.

Vais a empezar gira, y en salas, cosa que en vosotros no es muy habitual.
Sí, hemos hecho muchos conciertos al aire libre, pero ahora vamos a hacer salas y llevando a la sección de vientos, tengo muchas ganas. Los llevamos porque para qué haces un disco lleno de metales si luego no los vas a llevar en directo.

En esta gira vais a empresa, ¿os la jugáis?
Hay que ajustarse, y ya está.

Parece que el verano español ha muerto o está muriendo para los grupos de rock.
Sí, pero es que me parece que había demasiado verano español, todo ha sido una mentira. Ahora vamos a pensar de otra manera. Nosotros hemos sido mucho de la gran pachanga verbenera veraniega.

El concierto de fiesta mayor.
Sí, y nos ha funcionado muy bien, es algo de lo que no reniego, porque tenemos capacidad, por hits y canciones, para levantar la plaza mayor de Valladolid con 24.000 tíos con los brazos en alto, que parecía que habían pagado entrada.

¿Cómo es ese libro que vas a publicar con fotos de Thomas Canet?
Son unos poemas que tengo hace tiempo y que vamos a sacar con la editorial Antonio Machado. Va a ser una cosa guapa, con fotos de Thomas y poemas míos, está dividido en tres bloques, «sótanos”, “tierra” y “montañas rusas». Preparándolo nos lo hemos pasado de la hostia, es una cosa chula. Vamos a editarlo, y que nos vilipendien. Con Thomas me llevo de puta madre, me lo he pasado muy bien con él, hemos hablado mucho.

¿Cuándo sale?
A final de octubre o principios de noviembre. Haremos alguna presentación, que me da una vergüenza, tío, leer poemas ahí… Igual cojo a algún colega que tenga buena voz y le digo «ponte tú a leer».

¿Carlos Tarque buscando a alguien que tenga buena voz, esto qué coño es?

[Risas] Sí, sí, voy a buscar a alguien que tenga aplomo y yo me pondré la botella de whisky debajo de la mesa, tipo Bukowski. En serio, da un poco de corte lo de los poemas, yo cantando no me corto, pero con otras cosas, sí.

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