M Clan: haciendo historia en directo

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«Carlos Tarque es una fuerza de la naturaleza que no entiende de guiones sino de naturalidad, alma y energía. ¿Qué se puede decir ya de él? Es el rock and roll español hecho carne»

 

M Clan, durante dos noches seguidas, han grabado en vivo su próximo disco, con el que celebran veinte años. Juanjo Ordás se acercó hasta el Circo Price para relatarnos la fiesta.

 

 

M Clan
7 de junio de 2014
Circo Price, Madrid

 

 

Texto: JUANJO ORDÁS.
Fotos: JUAN PÉREZ FAJARDO.

 

 

Pasaban ya dos horas de enérgico show cuando Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez se quedaron solos a pie de escenario para interpretar el viejo tema ‘¿Dónde está la revolución?’. Con únicamente guitarra y voz demostraron que la esencia de M Clan son ellos. Ya no son la banda que grabó aquella canción hace diecisiete años, han pasado miembros, diferentes etapas y ahora mismo son un dúo, pero al tocar una canción tan rockera en un formato mínimo y de forma tan madura, demostraron que no solo saben hacia donde van –como sus tres últimas magnánimas obras de estudio demuestran–, sino que saben muy bien de donde vienen y se sobran y bastan para hacer lucir su legado más distante e incluso darle nueva perspectiva. Brillantes, sin duda.

Pero, como hemos dicho, este momento de reflexión ocurría a las dos horas, antes no había dado tiempo a pararse a pensar nada, porque según salieron a matar con ‘Calle sin luz’, sobre una sobria puesta en escena de negros y rojos, todo fue rodado. El espectáculo se grababa para disco y deuvedé en directo y desde el primer momento quedaba claro que habían conseguido el equilibrio perfecto entre un show de espontáneo rock and roll electrizante y uno preparado para ser inmortalizado. Gran parte de ello se debe a que Carlos Tarque es una fuerza de la naturaleza que no entiende de guiones sino de naturalidad, alma y energía. ¿Qué se puede decir ya de él? Es el rock and roll español hecho carne, sale y tarda más o menos medio minuto en poner a todo el Circo Price de pie, establece una conexión animal con el público que no se rompe hasta que acaba la última canción. El cantante recorrió el escenario de punta a punta, se acercó a las primeras filas, bajó a la pista y cantó ‘Maggie despierta’ con los seguidores del grupo mientras se paseaba entre ellos. Ruipérez es más contenido, está en su sitio, es el otro al mando, pero con una actitud mucho más templada, tal vez el contrapunto necesario al salvaje Tarque. El guitarrista disfrutaba, estuvo sonriendo toda la velada y se lo pasaba bien acercándose a las primeras filas que estaba ahí para celebrar el veinte aniversario de M Clan.

Pero cualquier atisbo de nostalgia se quedó en los pensamientos previos al comienzo del concierto. Antes de que se apagaran las luces uno podía rememorar aquel primer disco con el que debutaron con derretido rock sureño y su alucinante salto al rock comercial con “Usar y tirar”, también ese disco que tanto te gusta y del que ya no tocan nada, sus momentos más desorientados (tan normales en una carrera larga) y su regreso a la mejor de las formas con su reciente etapa de madurez. Pero en cuanto las luces bajaron la intensidad y Tarque y Ruipérez salieron a escena con sus escuderos de confianza más sección de vientos, quedó claro que eso no iba a ser un espectáculo nostálgico, sino una celebración del presente. Esta es la formación de M Clan que mejor suena, este es el mejor Tarque y este es el mejor Ruipérez. Lo demás ya no importaba. En la primera parte del espectáculo sonó mucho material cercano en el tiempo, esa mezcla de rock y soul tan potente que Tarque hace bailar en su garganta con talento, fuerza y testosterona. Poco a poco fueron sonando también hits radiofónicos y unas pocas canciones de sus primeros trabajos, pero la base eran los últimos seis años de gloria artística, con especial hincapié en “Memorias de un espantapájaros” y “Para no ver el final”.

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El número de invitados anunciado podía parecer excesivo, para al tratarse de un concierto tan largo fueron colaboraciones bien espaciadas en las que cada uno dio lo mejor de sí mismo. El solo final de Ariel Rot en ‘Me estás atrapando otra vez’ fue orgásmico y Fito hizo una gran trabajo en una ‘Carolina’ mucho más rockera que de costumbre a la que se encaró sin guitarra en ristre demostrando sorpresivamente que con micrófono en mano se las apaña bastante bien. Pero los momentos culminantes en lo que se refiere a huéspedes fueron ‘Las calles están ardiendo’, con un explosivo El Drogas, y ‘Miedo’, con un sensacional Bunbury, el único de todos los que invitados capaz de medirse vocalmente con Tarque. También estuvieron Miguel Ríos en una sentida ‘Roto por dentro’, los argentinos Guasones para una versión castellanizada del ‘Like a rolling stone’ dylaniano, Alejo Stivel en ‘Usar y tirar’ y Carlos Raya, engranaje fundamental en la banda desde las bambalinas como productor.

Digna de mención es también la dinámica del show, con un set list muy estudiado que fluyó con facilidad, dosificando la furia y la emotividad, combinando segmentos potentísimos con otros muy sentidos como el segmento acústico formado por ‘Gracias por los días que vendrán’ y ‘Las palabras que me dijiste’. Lo que se avecina es un disco en vivo histórico. Si no estuviste allí, te lo compras, y en paz.

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