Luis Auserón: Trapecista sin red

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«Vivimos en una sociedad corrupta. La sociedad está enferma. Y, en consecuencia, las personas también hay veces que se portan mal. Tampoco quisiera culpabilizar a nadie en concreto, pero es evidente que estamos en un mundo que afecta a nuestros comportamientos»

“Lejos” es el nuevo trabajo en solitario del exbajista de Radio Futura, que ha contado con Fernando Macaya (Chicktones) como cómplice principal en un disco que también marca su regreso al castellano, tras el álbum de versiones “Rubbish Garbage Junk Punk” (2009). Eduardo Guillot lo entrevista.

 

 

 

Texto: EDUARDO GUILLOT.
Fotos: GONZALO JEREZ «EL SELENITA».
 

Tras la experiencia fallida con el grupo Amantes del Eco, Luis Auserón regresa como solista con “Lejos”, un álbum grabado en Santander junto a Fernando Macaya, que firma la producción y comparte la autoría de todos los temas (así como la presente entrevista; sus intervenciones están especificadas en el texto). El resto de miembros de Chicktones (Goyo Chiquito, Toño L. Baños) y algunos colaboradores puntuales como Quique González o César Pop contribuyen al sonido final de unas canciones con barniz estadounidense (pedal steel, contrabajo) en las que el exbajista de Radio Futura se muestra más confesional que nunca.

Según dices en la hoja promocional, este disco “es la triste confirmación de ciertas cosas que debería saber hace tiempo, pero que no quería reconocer porque no es muy agradable”. ¿Qué cosas son esas?
Pues que vivimos en una sociedad corrupta. La sociedad está enferma. Y, en consecuencia, las personas también hay veces que se portan mal. Tampoco quisiera culpabilizar a nadie en concreto, ni hombre ni mujer, pero es evidente que estamos en un mundo que afecta a nuestros comportamientos.

¿Entonces es un disco político?
No, he hecho un disco apolítico.

¿Se puede ser apolítico?
En Aragón, en la época anterior a la guerra, la mayor parte de los aragoneses eran sindicalistas y se definían como apolíticos: ni de izquierdas ni de derechas. Mi madre se llamaba Libertad y nació en la Calle de las Armas. Los maños somos bastante anarcoides.

¿Cómo surgió la entente con Fernando Macaya?
Fernando Macaya: Un amigo común siempre nos decía que deberíamos conocernos, que íbamos a tener buen «feeling», y el caso es que un día Luis apareció por Santander para ofrecer un concierto y nos presentaron. Nos invitó a Goyo Chiquito y a mí a tocar una canción, y esa noche estuvimos hablando de que podíamos intentar probar alguna cosa. Él estaba cantando en inglés en esa época, pero tenía cuadernos llenos de letras en castellano, y al día siguiente quedamos para grabar una pequeña sesión en mi estudio, un experimento. Resultó que salieron un par de canciones. Una de ellas es ‘Loco lunático’, la primera del disco, que está tal como quedó ese día, porque una vez quedó claro que íbamos a hacer el álbum, quisimos repetirla y no nos salía igual de bien.

¿Cómo ha influido tu trabajo en el tratamiento sonoro? Lo digo porque venís de diferentes «backgrounds», y el tuyo está más cerca del rock clásico o el swing.
FM. La parte musical ha sido cosa de los dos, pero yo la he llevado a término. Es la música que me gusta y en la que estoy especializado, y a Luis le pareció bien. Yo le explicaba cómo pensaba que debía ser el tema con una guitarra y lo llevaba por el camino que conozco, llegábamos a un acuerdo y seguíamos por ahí.

Tal como está la industria, ¿Cómo se consigue convencer a Sony para que te publique un disco?
No hice nada. Nos encontramos por azar en un evento. Conozco a todos los que hoy llevan la compañía. Nos saludamos, me preguntaron qué estaba haciendo, les conté cómo era el proyecto y me dijeron que deseaban escucharlo, que no se lo enseñara a nadie porque querían ser los primeros. Y pensé: ¿Por qué no?

La Huella Sonora, oficina con la que trabajais regularmente tanto tú mismo como tu hermano Santiago, no ha tenido ninguna intervención. ¿Por qué?
Es mi familia, y mantenemos un contacto y una relación normal, pero hay veces en que tienes que buscar tu camino de otras maneras. Date cuenta de que esto está hecho casi todo en Santander, y no te puedes llevar a toda la tribu a invadir la casa de Fernando [risas]. Y también era un proyecto que exigía cierta intimidad. Hemos pasado muchas horas solos en el estudio, hablando, mirándonos, escuchando canciones, tratando de orientarnos espiritualmente. No es que tenga que desaparecer de La Huella Sonora para poder hacerlo, pero también uno necesita algo de libertad de movimientos, ¿no?

Hablando de eso… La producción es de Fernando, pero tú también has firmado producciones (Malevaje, Guerrilla Gorila, Venérea). ¿Ha sido fácil llegar a acuerdos?
Él es quien sabe hacer este tipo de música y dirigir a una banda para conseguir lo que tiene en la cabeza, y sería una estupidez por mi parte meter la zarpa. Confío a muerte en Mac y no quiero que le moleste nadie, ni siquiera yo.
FM. Desde el primer momento, Luis me ha dado toda la confianza, he hecho lo que creía necesario, aunque a medida que avanzábamos, le preguntaba si le gustaba, me daba su aprobación y seguíamos. En ese sentido, ha sido muy fácil dirigir a la banda y a los colaboradores que han participado. Estábamos abiertos a escuchar cualquier opinión, pero todo el mundo se ha dejado hacer. Me he cargado con mucha responsabilidad, no era un encargo. He tenido momentos de preguntarme qué hacía yo aquí, pero no ha habido ni una discusión artística.

Parece el principio de una gran amistad. ¿Hay proyectos de futuro?
Se nos han quedado canciones en el tintero. Todos los papeles míos que coge Mac, los transforma en algo. Tiene una canción guardada que es preciosa. Desde luego, lo de la gran amistad yo lo sentí desde el primer mes de conocernos. Cuando volví a Madrid ya se lo dije por teléfono.
FM. Se declaró [risas].
Sí, ya no puedo vivir sin él. ¿Qué hago yo solo en mi casa? ¡Quiero a mi guitarrista!
FM. Seguramente, al principio no lo sabía, pero ahora soy consciente de que la clave de la confianza de Luis fue que me enseñase papeles donde contaba cosas muy íntimas que le daban cierto pudor. Recuerdo leer mientras él miraba de reojo, sonrojado.

¿Las letras son recientes o hay material de años atrás?
Hay algunas que intenté tocar con Amantes del Eco, pero no acabaron de cuajar. Sin embargo, esa misma letra, en manos de Mac, de repente lo petaba. Pero no son muchas. Casi todo lo que hay en el disco es nuevo. Porque una vez que vi qué es lo que le gustaba a Mac, le fui haciendo más en la misma dirección.

«Me daba un poco de miedo ser cantante solista, pero está visto que la gente prefiere que cante yo, aunque en el caso de Amantes del Eco tenía un pedazo de vocalista que era una barbaridad. Sin embargo, no fue tan aceptada»

Tanto Klub (1999) como Amantes del Eco (2007) pueden considerarse proyectos fallidos. ¿Qué balance haces de ellos? Al final, resulta que tras la separación de Radio Futura has editado más discos como solista que con grupos.
Confiábamos más en ambos proyectos, pero los dos fueron, de alguna manera, abortados. Digamos que la vida no nos dio muchas facilidades. Y si la vida es así, pues hay que aceptarla. Me daba un poco de miedo ser cantante solista, pero está visto que la gente prefiere que cante yo, aunque en el caso de Amantes del Eco tenía un pedazo de vocalista que era una barbaridad. Sin embargo, no fue tan aceptada. Pues bueno, si lo tengo que hacer, lo hago.

Tú no tienes vocación de solista, pero sí una voz muy característica.
Yo me parezco a mí mismo un cantante muy malo. En mi grupo, por ejemplo, todos los que tocan, cantan mejor que yo. Cualquiera. Así de claro lo digo.

¿Pero se trata de una cuestión técnica o de tener una voz con personalidad propia y capaz de expresar?
FM. Para mí, es mil veces más importante tener carisma y estilo que afinación y voz aflautada. Está muy bien si lo tienes, pero el carisma es mucho más importante que la técnica. Y Luis lo tiene. Como hemos trabajado a distancia muchas veces, yo le mandaba canciones a Luis con guitarra acústica y voz e intentaba imitarle [risas]. Cuando las escuchaba, me decía: “¡Qué bien cantas, tío!” Y yo le contestaba: “¡Estoy tratando de imitarte!” [risas].

¿Cómo valoras la experiencia con Las Malas Lenguas (2006), la gira y disco de versiones que hiciste con Santiago en 2006?
Era un pedazo de banda con un repertorio impresionante. Imagínate lo que supone para un bajista tocar en directo ‘Come together’ (The Beatles). Era como si te dieran un premio. O ‘Fire’, de Jimi Hendrix; o ‘Sunday morning’, de The Velvet Underground. Fueron unos años maravillosos, nos recorrimos toda España, a la gente le gustaba mucho vernos a los dos juntos, le hacía ilusión y nos trataron de maravilla. Fue muy bonito. Buenos músicos, buenas canciones y a disfrutar.

Siempre te ha gustado hacer versiones, como también demuestra “Rubbish garbage junk punk”. ¿Esta vez no había espacio para ellas?
Esto fue como hacer trapecio sin red. Es decir, tienes que funcionar con lo que ya sabes. No podíamos coger una canción de Waylong Jennings. Y, además, es lo que me pedía Mac, hacer cosas que no existen, saltar en paracaídas sin asustarnos. Pero creo que tocar canciones de otros es altamente educativo, y siempre se te pega algo. Radio Futura, en el local, siempre estábamos tocando temas de Bowie o de Iggy Pop, porque sabíamos que eso se te queda pegado y te ayuda a seguir adelante.

En un disco anterior, “El caos y el orden” (1997), grabaste ‘Gritando en una botella’, versión en castellano de ‘Shouting in a bucket blues’ (Kevin Ayers) que también ha traducido recientemente el Grupo de Expertos Solynieve. ¿Conoces su lectura?
Me la han mandado ellos por Facebook. Me parece muy curiosa. Yo soy muy fan de Kevin, nos conocemos y somos amigos, más o menos. Encontrarme otro grupo en España que también está interesado en él me hizo una ilusión increíble.

Te recuerdo, en los noventa, recomendando a El Inquilino Comunista, cuando nadie de tu generación sabía quiénes eran. ¿Sigues al tanto de los nuevos grupos? Imagino que trabajar con Chicktones es una prueba. Me pregunto si un título como ‘Es necesaria una navaja’ es otra, dada la similitud con el estribillo “Llevar navaja siempre es conveniente”, de Triángulo de Amor Bizarro.
Es cierto que siempre estoy interesado en nuevas bandas, pero estos últimos meses no he estado tan informado como me gustaría. No conocía ese verso de Triángulo de Amor Bizarro, pero me parece maravilloso que coincidamos en la misma idea, eso quiere decir que ellos y yo compartimos una verdad. Estoy loco por llegar a casa y oírlo [risas]. Yo soy el colega que te recomienda canciones y grupos nuevos. Tengo uno en Santander que me encanta, The Puzzles.

Que han participado en tu disco.
Exacto. Carmen Bartolomé, de Mehnai, también me vuelve loco. Si podéis oír el disco, es altamente recomendable… Me gusta estar al tanto de lo que hacen los jóvenes, necesito el sabor de lo nuevo.

¿Crees que, más allá de los abultados cachés para la contratación de ayuntamientos, el declive de la escena de los ochenta también dependió de eso, de que se dejó de mirar lo que musicalmente pasaba alrededor, sin evolucionar?
Es que el proceso en España ha sido muy raro. Los profesionales tenemos que usar siempre Estados Unidos como ejemplo, porque es el paradigma en el funcionamiento del mercado musical y el directo. En España cometimos muchos errores. Todos, supongo. Recuerdo que en Radio Futura nos reuníamos a hablar y decíamos: “Oye, el empresario privado está desapareciendo, solo contratan los ayuntamientos”. Entonces, claro, un señor que tiene un club en un pueblo no puede competir contra el concejal de cultura. Con lo cual, se veían abocados a cerrar. Eso fue un momento histórico clarísimo. ¿Qué pasa? Que viene una crisis económica como la actual, o determinados cambios de gobierno, y resulta que el mercado que has creado era falso. Y además te has cargado el privado. Los americanos tienen muy clara una palabra: Circuito. Y los músicos deberíamos repetirla todas las mañanas nada más nos levantamos. Empresario privado, club, bar de rock… Y el que tenga una discoteca un poco potente, que ponga unos bafles el viernes. Deberíamos defender y proteger al empresario privado, colaborar con él y recuperar el circuito.

Estoy de acuerdo, pero no me contestas a la otra parte de la pregunta. Más allá de esa dinámica, ¿no pecaron de soberbia los grupos de tu generación encastillándose al menospreciar a las generaciones jóvenes, ignorando las nuevas corrientes musicales y acabando por empobrecer su propuesta sonora, basada en mirarse el ombligo y en negarse a evolucionar?
Es que esto es muy complicado. Por ejemplo, en el caso de los Auserón, en cuanto tenemos algo construido, nos gusta olvidarlo y hacer otra cosa. Aunque dé menos dinero. Es conveniente, desde el punto de vista artístico, tener la cabeza despierta. Yo no podría estar tocando siempre la misma canción, repitiendo el mismo gesto y haciendo el mismo sonido. Necesito cambios. Porque si no, ni progreso ni evoluciono. La pena es que no podamos dar nombres, porque está muy feo, y además no queremos hacer daño a nadie, pero hay casos clarísimos que se enganchan a un soniquete y ya no salen de ahí. ¡Yo prefiero irme a Santander y hacerme un cursillo de música americana! Mi vida ha cambiado, no soy el mismo. ¿Solo por trabajar con unos chicos del norte? Pues tampoco es para tanto. Si hay que ir, se va.

Dado que la crisis afecta al directo, ¿qué planes tienes en ese sentido?
Hay que hacer lo que se pueda, pero tenemos la conciencia de que lo vamos a hacer. Hay que coger el teléfono, llamar a tus amigos, buscar un buen manager, que de momento no tenemos, pero vamos a insistir. Lo que no es posible es que te tires cerca de dos años trabajando en un disco y luego no lo puedas tocar en directo. A nosotros lo que nos gusta es el escenario. ¿Que la situación es precaria? Pues hay que construir. Si tenemos que tocar en un bar con diez personas, lo haremos. Y sin desfallecer, sonriendo y de buen rollo. Si no, no conseguiremos nunca nada. La gente nos pregunta por la gira… ¿Qué gira? Vamos a tocar en todos los sitios que podamos, y donde nos dejen. Y si hace falta, incluso nos pondremos un poco pesaditos. “¿Oiga, se acuerda usted de mi? Le llamé la semana pasada…”.

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