LIBROS
«Es una novela urbana, pero amable»
Rosa Ribas
Los viejos amores
TUSQUETS EDITORES, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
Los viejos amores es una novela policíaca, pero a la vez una novela doméstica. En la agencia de detectives Hernández trabaja el padre, Mateo, las dos hijas, Nora y Amalia, esta última en una delegación del barrio de la Sagrada Familia que se encarga sobre todo de dar cursillos y donde tiene parte también su marido, que a veces se encarga de los trabajos sucios. Su vida se desarrolla en el barrio barcelonés de Sant Andreu, donde se ubica la agencia primigenia, y que, casualmente, es el barrio en el que este que les habla ha residido toda su vida, así que cada bar, cada comercio o cada esquina que cita la reconozco como si yo fuera un personaje más de la novela.
Sant Andreu es uno de esos barrios, siempre presentes en las grandes ciudades, que aún tienen alma de pueblo, por sus calles, sus casas y, sobre todo, por la relación entre sus vecinos y vecinas. La muerte de una de ellas, Laia Casanova —la viuda de un aparejador sobre la que corría el rumor de que un amante conocido por internet le había sacado todo el dinero— arranca la trama, puesto que la esposa de Mateo, Lola, asiste a su entierro. Desde que murió su hijo Marc, cinco años atrás, no había asistido a ninguno. Pero a este sí que lo hace, acompañando a su hermana Claudia, que vive en una casa al otro lado del jardín de los Hernández. Laia había sido compañera de clase de esta última.
Mientras esto ocurre, a la agencia acuden otros clientes, como Ignacio Jovellanos, que quiere que investiguen sobre la vida de diez compañeros suyos del colegio para saber si su existencia ha sido triunfante —se supone que eso se certifica comparándose con los demás— y la dueña de una carnicería que quiere comprobar si un empleado que está de baja realmente está enfermo.
Sin embargo, la trama principal no se separa del caso de Laia Casanova. Los detectives hacen algo que su código deontológico no permite: contactan con su hijo para instarle a que les deje investigar. Y lo que encuentran es una red que es capaz de cambiar la realidad a su antojo para presentar a mujeres mayores un pasado que no recordaban porque no existió, pero cuando ellos actúan sí que existe.
Son las páginas iniciales. A partir de aquí, ya descubrirá el lector cómo transcurren los eventos en ese barrio y en esa familia, cómo las tiendas de sus calles son las que pegan empujes a la investigación y cómo los personajes interactúan entre sí. Sorpresas van a tener; giros de guion, casi a cada página; palizas, a tutiplén; hechos asombrosos que les harán abrir la boca hasta casi descoyuntar la mandíbula.
Rosa Ribas es autora de varias novelas, pero comenzó la serie de la familia Hernández en 2019 con Un asunto demasiado familiar y la siguió con un par de novelas más, a las que se añade esta Los viejos amores. No busquen en ella tramas psicológicas, oscuridades ni sectas ocultas. Es una novela urbana, pero amable. Tan amable, que si viven en Barcelona o viajan a ella, podrán ir a tomar un café o a comprar algo en las tiendas y bares que se citan. Se lo aconsejo, por otra parte.
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