Los Negativos. ¡Bony es Dios!, de Àlex Oró

Autor:

LIBROS

«Se van a enfrentar a un libro que les va a contar qué es la música y por qué vive de lo que tenemos dentro»

 

Àlex Oró
Los Negativos. ¡Bony es Dios!
EDITORIAL MILENIO, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

No tengo reparo en afirmar que Los Negativos es uno de los grupos más importantes que han surgido en la música popular de este país. No, no tuvieron grandes éxitos de absorción masiva, no vendieron mucho —más bien lo contrario— y quizás no hayan pasado a las enciclopedias; pero no es únicamente eso lo que hace importante a un grupo. Puede haber otros factores, y en Los Negativos es un compromiso férreo, siembre vibrante, con un mundo propio. Son, digámoslo así para resumir, mucho más creadores que músicos.

Pasan por ser uno de los referentes de la recuperación de los años sesenta en nuestro país, pero si lo son —que también son otras cosas— es tanto por el estilo en que se reconocen como porque a alguno tendrían que agarrarse. Sin embargo, inyectaron ambiente mod —sin serlo ellos— en Barcelona y en toda Cataluña, por lo menos. El autor del libro, Àlex Oró, los vio en Lleida en 1987, de ahí partió su pasión por ellos, y de ahí partió la escritura de este libro. Durante cuatro años, Oró fue atesorando testimonios orales de sus tres fundadores —Alfredo Calonge, lamentablemente, falleció en 2014—, de otros componentes que han ido pasando por el grupo y de gente de su círculo.

Los Negativos se fundaron en el autobús de la línea 19 que conectaba los barrios de la montaña norte de Barcelona con el instituto público San José de Calasanz, donde estudiaban Carles Estrada y Valentí Morató. No se conocen, pero la coincidencia diaria les hace ver, desde el lenguaje no verbal —incluyo en él la ropa—, que pueden tener aficiones en común. Y una de ellas son los libros. Este mundo propio del que hablábamos bebe mucho de estas lecturas y se sustenta en ellas para dotar a sus canciones de un músculo vivo y con cauces que, escarbados por El señor de los anillos, el Surrealismo, Flaubert —sorpréndanse— o Lewis Carroll, utilizan Los Negativos para plantar su esencia de grupo, siempre, haciendo gala de ello, de Barcelona. Y, con ello, se pinta también un fresco de la historia de las pandillas musicales de la ciudad en los ochenta. Cuando eran pandillas; después ya fueron adultos.

Como en los grupos de «no músicos», se reparten los instrumentos y se unen al caudal de las bandas que empezaban en esta ciudad cuando los años ochenta iban a recorrer su mitad, en un local como el Casal del Transformadors, que funciona como sala de conciertos y como club social. A partir de aquí, Oró desborda datos con fechas exactas —mes a mes, casi día a día— que no son mera información erudita, sirven de manera perfecta para estudiar evoluciones y estéticas, influencias y relaciones, que son —al fin y al cabo— lo que importa. Para ello, hasta analizan las fichas y los formularios de su club de fans. También hay divertidísimos episodios, como cuando decidieron meter en una de sus canciones un clavicémbalo. Léanlo, no tiene desperdicio, da para un cuento.

El libro también contiene el análisis de cada una de sus canciones y de sus discos. La falta de entendimiento con Luis Carlos Esteban, que ya había destrozado a algunos otros grupos, la leyenda que se fue creando alrededor de ellos, sus esporádicas grabaciones cuando se lo permitían sus ocupaciones, sus enfermedades. Como un cometa, Los Negativos aparecen cada cierto número de años y entregan colecciones perfectas, con su mundo, ese mundo que lleva a construir Barcelona como una ciudad que se explica en literatura.

Esto es lo que ha edificado Àlex Oró y no cabe más que quitarse el sombrero. Microscopio y calle, análisis musicales y amigos, precisión de tesis doctoral y lectura amenísima. No se van a enfrentar a un libro que cuente la historia de Los Negativos bajo el lema —surrealismo pop lo de convertir un pastelito de Bimbo en ídolo religioso— de que «Bony es Dios». Se van a enfrentar a un libro que les va a contar qué es la música y por qué vive de lo que tenemos dentro.

Anterior crítica de libros: Los besos, de Manuel Vilas.

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