Los Cheyenes: Inconformismo garajero

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«Todo estaba a punto para iniciar la sesión en TVE cuando esta fue interrumpida por el cura-censor de los estudios que exigió un inmediato corte de las melenas a lo que el grupo se negó y, por ello, se quedaron sin aparecer en la pantalla pequeña»

 

No hay duda, si hablamos de garaje español y de los años 60, hay que situar en el puesto de honor a Los Cheyenes. Una de las formaciones menos conocidas de nuestro pop, pero cuyo escaso legado continúa sorprendiendo a quienes se acercan a él de nuevas. Su discografía acaba de ser recogida en un volumen por el sello Vinilísssmo (asociado a Munster Records).

 

Tecto: ÀLEX ORÓ.

 

Cuarenta y un centímetros. No estamos hablando del atributo sexual de un actor porno sino de la longitud de los cabellos de Roberto Vercher, el guitarra solista, cantante y principal compositor de Los Cheyenes, el grupo más rebelde, garajero y salvaje del ye-yé español. Sus compañeros de grupo no le iban a la zaga, en lo que a costumbres capilares se refiere. Así, Joselín, su hermano pequeño y bajista, le ganaba por dos centímetros. La pelambrera de Ramón Colom, el batería, medía 40 centímetros y el menos osado, el guitarra rítmica José María Garcés, lucía unos “modestos” 37 centímetros. Para la prensa musical de la época parecía que la longitud de los cabellos del grupo era la principal característica de esta formación, que también destacaba, según la revista «Fans», por estar integrada por un grupo de muchachos barceloneses “inconformistas” que “hablan catalán perfectamente”.

Y algo de eso hay. Los Cheyenes era un grupo con vocación rebelde. Explica Roberto Vercher que el nombre de la banda fue inicialmente el de Guitarras Cheyenes, una denominación inspirada en los “westerns” de doble sesión que se podían ver en aquella época en el cine, y que hacía referencia a los indios más salvajes que aparecían en pantalla. Con este antecedente no es de extrañar que Los Cheyenes enseguida buscaran un sonido propio, más aguerrido, más rasgado, más contundente y mucho más crudo que el del resto de bandas de la época. En opinión de José Vercher, el grupo consiguió esta peculiaridad sonora “por casualidad” y por el empuje juvenil y rebelde que tenían (Joselín tenía catorce años cuando el grupo empezó a ensayar en 1962). Su hermano Roberto, en cambio, sostiene que fue la técnica, concretamente los amplificadores Vox, los que permitieron a Los Cheyenes distinguirse musicalmente del resto de bandas de Barcelona.

El inicio de su carrera musical no fue fácil. Fueron rechazados por todas las compañías discográficas a las que les presentaron sus primeras composiciones como Belter y Vergara. No obstante, la fuerza de sus directos era conocida en toda la ciudad y ello les permitió participar en un festival en el Palacio de Deportes en el que tocaron The Animals. Esta actuación les abrió las puertas para actuar en algunos programas de radio que se emitían en directo. Una de estas retransmisiones fue escuchada por Pedro Heredia, relaciones públicas de RCA, que enseguida les puso un contrato encima de la mesa, que Los Cheyenes no dudaron en firmar.

Joselín y Roberto Vercher coinciden en que Heredia se convirtió en un segundo padre para ellos y el resto del grupo. Fue él quien potenció la imagen capilar de Los Cheyenes, su rebeldía y también quien escribía muchos de los textos y entrevistas que salían en las revistas. Joselín recuerda que fue el mismo Heredia quien sugirió una de las tretas más originales para promocionar el grupo, la “Operación Dalida”. “Nos alojaron en el Hotel Castellana Hilton y después nos trasladaron a Radio Madrid. Allí unos barberos nos debían cortar el pelo. A la hora de la verdad, no nos dejamos cortar la melena, el símbolo de nuestra identidad. A la salida nos esperaban  decenas de fans que nos arrancaron la ropa y tuvo que intervenir la policía”.

 

‘VÁLGAME LA MACARENA’, EL PRIMER ÉXITO
La carrera discográfica de Los Cheyenes fue tan corta como intensa. Sólo editaron cuatro extended plays y un single para RCA. El primero de estos microsurcos llevaba por título genérico ‘¡El estallido!’, toda una declaración de principios para un grupo que quería romper moldes. El disco se abría con ‘Válgame la Macarena’, una imposición de la compañía discográfica que buscaba calcar la fusión de beat y rancio folklore hispano que Los Brincos habían conseguido con ‘Flamenco’ y que otras bandas como los Tomcats con ‘A tu vera’, Los Gatos Negros con ‘María Lola’ o Los Roberts con ‘Ave María Lola’ también habían imitado.

Roberto Vercher recuerda en tono jocoso la primera vez que oyeron ‘Válgame la Macarena’: “nos la tocó al piano su compositor, el maestro Jorge Domingo, y me sonó horrible, como una copla. Me resultó cómico”. Tras las risas y la perplejidad, la estupefacción: “esto no lo puedo hacer, pensé”. Pero acto seguido, el joven guitarrista cheyene vio la luz (o las señales de humo) y se dijo para si mismo: “la voy a destrozar. La cantaré como un rock cambiándole el ritmo”. Tras pasar por el tamiz de Los Cheyenes a la pobre Macarena ya no la conocía ni su madre. El ritmo beat, el sonido oscuro y la rabia de Roberto cuando la cantaba la transformaron en una de las piezas más divertidas del garaje español de los sesenta. El resto de temas incluidos en ese EP de debut eran ‘No me esperes’, compuesto también por el maestro Domingo; ‘Lloré por ti’, la primera canción original del grupo, firmada por Roberto Vercher y José María Garcés, y una versión de ‘Come on now’ de The Kinks, que el grupo tituló como ‘Ven ahora’. Este primer disco ofrece toda la paleta de posibilidades que tenían Los Cheyenes. Por una parte, eran capaces de llevar a su terreno temas con poca vocación juvenil, hacían versiones de sus grupos favoritos con gracia y soltura y, además, eran capaces de aportar temas propios a su repertorio, en este caso una balada de desamor de esas que tanto gustaban a mediados de los sesenta.

Que “¡El estallido! incluyera una canción de The Kinks no era una casualidad. La banda de los hermanos Davies era una de las preferidas de Los Cheyenes junto a The Hollies, The Dave Clarke Five y The Rolling Stones. Es curioso que no versionaran a The Beatles, quizás porque en Barcelona, los temas de los “fab four” eran casi, casi una parcela exclusiva de Los Mustang. En este sentido, Joselín Vercher destaca que pese a que “tenían un gran respeto” por la banda de Santi Carulla también es cierto que “teníamos cierta manía a los grupos más románticos y elducorados”. No obstante, Roberto, principal compositor del grupo reconoce que “los tiempos nos obligaron a cantar canciones de tema amoroso aunque nuestra vocación fuera otra”.

 

«Uno de los responsables de la Policía Armada les firmó un salvoconducto ‘que enseñábamos cada vez que nos pedían la documentación y así nos libramos de visitar más comisarías”.

 

LA FAMA, LAS MELENAS, EL CURA Y LA POLICÍA
El éxito del primer disco y el apoyo promocional de Pedro Heredia les permite conseguir un buen nivel de popularidad. Joselín recuerda que las fans los asaltaban en la calle y que cada vez que salía de casa llevaba unas cuarenta postales promociónales para repartir entre sus seguidoras.

Los Cheyenes consiguieron un gran número de bolos e incluso la posibilidad de aparecer en TVE. El grupo fue convocado en los estudios barceloneses de Miramar para grabar unos play-backs. Todo estaba a punto para iniciar la sesión cuando ésta fue interrumpida por el cura-censor de los estudios que exigió un inmediato corte de las melenas a lo que el grupo se negó y, por ello, se quedaron sin aparecer en la pantalla pequeña. Pero esa no era la peor consecuencia de llevar el pelo largo, el pequeño de los hermanos Vercher afirma que cada miembro del grupo recibía unas 30.000 pesetas de la época por cada tres o cuatro bolos. En una ocasión, él llevaba dicha cantidad en el bolsillo y la estaba despilfarrando en el Corte Inglés y allí fue detenido por sus pinta ya que los agentes no creían que un sujeto con esos pelos se ganara la vida de manera honrada. Joselín añade que fueron llevados a comisaría numerosas veces por este motivo (estaba en vigor una ley de “vagos y maleantes”, que era un cajón de sastre para detener a todo aquel que destacara por su imagen). El problema siempre se solucionaba con una llamada de RCA explicando quiénes eran los muchachos detenidos. El remedio para acabar de una vez por todas con estas situaciones fue tocar en un festival de la Policía Armada (los temidos “grises”). Uno de los responsables del cuerpo les firmó un salvoconducto “que enseñábamos cada vez que nos pedían la documentación y así nos libramos de visitar más comisarías”.

Volviendo al tema musical, en 1965 Los Cheyenes grabaron su segundo EP que seguía el patrón del primer lanzamiento: un tema del maestro Domingo (‘Devuélveme el corazón’), dos del tándem Vercher-Garcés (‘Conoces el final’ y ‘¿Porqué te fuiste?’) y una versión, en esta ocasión de ‘You know he did’, de The Hollies y que el grupo tituló ‘Y olvídame’. ‘Devuélveme el corazón’ pese a ser un tema romántico estaba tocado al más puro estilo Kinks mientras que ‘Y olvídame’ se convirtió en una de las canciones más recordadas del grupo, e incluso fue versionada por Los Flechazos.

El grupo se encuentra en su máximo apogeo y en 1966 graba dos nuevos extended-plays. En estos nuevos microsurcos el grupo se libra un poco del corsé romántico y graban temas como ‘No pierdas el tiempo’, ‘He perdido este juego’ y, sobre todo, la furibunda y garajera ‘Bla, bla, bla’, que en opinión de Roberto Vercher reflejaban más el espíritu contestatario del grupo. Esta actitud rebelde se tradujo en un rechazo sistemático de muchas de las letras de las canciones que Los Cheyenes presentaban a la censura, asegura Joselín.

 

UNA HISTORIA REPETIDA
Con cuatro discos pequeños en el mercado parecía que Los Cheyenes sólo tenían una asignatura pendiente, grabar un LP. Pero no. La asignatura pendiente que tenían, sobre todo Roberto, eran unas vacaciones pagadas vistiendo de caqui. Lo que no consiguió el cura de TVE, los grises o el gremio de barberos lo lograron los sargentos chusqueros del ejército franquista. El mayor de los Vercher, líder del grupo y conocido con el nombre de “Pie Loco” por la manera como se movía en los escenarios, se tuvo que cortar el pelo.

La mili truncó la carrera del grupo, una historia que se repitió con muchas otras bandas de la época. La marcha de Roberto obligó a introducir cambios en la formación de Los Cheyenes. Entra un cantante llamado Michel y un guitarrista llamado José Luis Moro, que, según José Vercher, aportaban mejor técnica pero carecían del “punto de locura artística” de Roberto. El grupo no deja de tocar en directo pero llega un momento que se cansa de los bolos y como los chavales eran hijos de su tiempo, se fueron a vivir a Ibiza a dilapidar todo lo que habían ganado y a esperar que el mayor de los hermanos Vercher acabara con sus deberes patrios. “No nos importaba el dinero, creíamos en un cambio de la sociedad y queríamos vivirlo de la manera que nos parecía mas correcta”, explica Joselín.

En 1967, RCA exige al grupo que grabe un nuevo disco, el último que les quedaba por contrato. Durante uno de los permisos de Roberto graban ‘Borrachera’, el único tema del que el grupo abjura. “Era una horterada pero fue nuestra manera de reírnos de la compañía.”

 

EL FINAL
En 1968 Roberto acaba la mili. Pero las cosas ya no son como antes y el mayor de los Vercher no se siente a gusto en el seno del grupo. Tiene discrepancias artísticas con sus compañeros, decide dejar su carrera musical y se traslada a vivir a Alemania. Unos años después volvió a España y ahora es funcionario del ayuntamiento de Palau-Solità i Plegamans (Barcelona). Con la marcha del principal compositor de la banda, Los Cheyenes no tienen futuro y se disuelven. La desbandada hizo que el cantante Michel se quedara en Ibiza, José Luis Moro alquiló sus servicios de guitarrista a artistas como Víctor Manuel o Dino Salerno y después entró a trabajar en Iberia. José María Garcés y Ramón Colom dejaron la música. José Vercher, por su parte, se afilió al Partit Socialista Unificat de Catalunya, el PSUC, donde conoció al músico leridano Salvador Escribà, con quien a mediados de los setenta fundó La Salseta del Poble Sec, una de las formaciones de baile más apreciadas en Cataluña y con la que también colaboró ocasionalmente Roberto. En la actualidad es funcionario del ayuntamiento de Barcelona.

Los Cheyenes han sido una de las pocas bandas de Barcelona que no han tenido la tentación de volver a los escenarios tal y como han hecho otros compañeros suyos de generación como Los Sírex, Los Salvajes o Los Mustang. Desde su disolución, sólo han actuado una vez con ocasión del festival “Hasta luego cocodrilo”, celebrado en la Ciudad Condal en 1978 y “por ahora no nos apetece subirnos otra vez a un escenario”, subraya categóricamente Roberto que confiesa vivir ajeno al reconocimiento que ha tenido el grupo cuarenta años después de su lanzamiento discográfico. Una lástima.


[Texto publicado originalmente en EFE EME nº 76]

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