“Los casos de Horace Rumple, abogado”, de John Mortimer

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LIBROS

“Sardónico, mordaz, el texto siempre logra despertarnos una sonrisa”

 

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John Mortimer
“Los casos de Horace Rumpole, abogado”
IMPEDIMENTA

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Dentro de esa tradición tan británica que se mofa del país, de sus costumbres y su organización, se encuentra John Mortimer. Mortimer, nacido en 1923, tuvo una curiosa vida que se sustentó en el ejercicio de la abogacía –venía de una poderosa familia de letrados– y que concluyó como adalid extremo de la libertad de expresión, lo cual le llevó a defender a personajes tan histriónicos como los Sex Pistols o tan avanzados entonces como Linda Lovelace. Aparte de esto fue guionista de televisión –adaptó, entre decenas de guiones, “Retorno a Brideshead”– y, como demuestra la obra que presentamos, novelista. Inspirado en la figura de su padre, presenta en 1975 la saga de Horace Rumpole, un extravagante abogado –hubo también serie de televisión– que bascula entre su familia, su bufete y los juzgados.

De la primera destaca su esposa –Hilda, más conocida como “la que debe ser obedecida”– y su hijo Nick. Yerno del director de un despacho importante, no hereda el cargo, que pasa a un compañero parlamentario y mediático, cosa que no parece quitarle demasiado el sueño mientras pueda seguir disponiendo de sus ayudantes y de casos que resuelve con una lógica holmesiana. Es un verdadero adicto a los tribunales y a los villanos de suburbio.

Lo curioso es que el estilo deliberadamente arcaico, deudor de Wodehouse o Evelyn Waugh, no se corresponde con esos años 70 en los que está escrita. Sin ser parodia exacta del estilo administrativo, sí que sorprende la coexistencia de togas y pelucones y las citas poéticas que el abogado utiliza continuamente, con la investigación en una comuna hippie de la que le extrañan sus costumbres ordenadas o la mención, cuando invitan a un baile a Rumpole, de que no quiere dar brincos “como dos rockeros de punk”. La citada defensa de los Sex Pistols hizo mella en Mortimer y lo enfrentó a un nuevo mundo lejano del estoicismo inglés.

En el fondo progresista, Mortimer fue un activo opositor de “la dama de hierro”, Rumpole se enfrenta a seis casos en que se despliegan técnicas para salvar a inocentes injustamente acusados frente a jueces estúpidos, cada uno con sus manías: un chico de buena familia que ha atracado a unos carniceros, un diputado que parece haber violado a una afiliada al partido la noche de las elecciones, un caso de divorcio en el que el despacho es ocupado por el molesto hijo de la pareja o las pistas falsas en el robo de la caja fuerte de la oficina de correos.

Sardónico, mordaz –aunque para el lector español, demasiado inscrita en contextos ingleses que no conocemos–, el texto siempre logra despertarnos una sonrisa y será especialmente gustoso para los devotos de Thames o Granada –las productoras inglesas más destacadas– o para los fanáticos del humor punzante y blanco.

 

 

Anterior crítica de libros: “Luz”, de Elisabet Riera.

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