Loquillo: De las calles de El Clot, a la gloria en Madrid

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“El rockero de El Clot no es hombre de pocas palabras, pero anoche la emoción le hizo abreviar el discurso”

 

Loquillo cerró la gira de “Salud y rock and roll” en Madrid ante 15.000 personas, misma cifra que el año pasado en Las Ventas. Un hito que no quiso perderse Arancha Moreno, que acudió al Palacio de Deportes de la capital.

 

Texto: ARANCHA MORENO. Fotos: J. PEREA.

 

“Mi calle tiene un oscuro bar / húmedas paredes / pero sé que alguna vez / cambiará mi suerte”. Los versos pertenecen a ‘Mi calle’, una canción que grabó Lone Star en 1968 y que Loquillo versionó este viernes en el concierto que ofreció en el Palacio de Deportes de Madrid (Wizink Center). Y no fue por casualidad. A los 12 años se coló en un ensayo de la banda hasta que le echaron, y esa letra sirve para ilustrar su propia historia: un viaje del suelo al cielo, de la calle a los grandes palacios. A la gloria que canta en ‘Rusty’. Un sueño cumplido el año pasado en Las Ventas y repetido solo quince meses después ante otras 15.000 personas. El broche inimaginable para cerrar su gira “Salud y rock and roll”.

 

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“Atrapado de forma eterna entre la elegancia y la chulería. Sacando el peine en mitad del escenario a lo John Travolta y encendiéndose un cigarro burlando a la ley, como hicieron algunos espectadores durante el show”

 

El rockero de El Clot no es hombre de pocas palabras, pero anoche la emoción le hizo abreviar el discurso. Tampoco era el momento. El público estaba más por la labor de cantar y bailar himnos que de hacer balance del año. En lo musical, el guión era prácticamente idéntico al de sus últimos conciertos: medio repertorio de “Viento del Este”, el disco que sirvió para poner en pie esta gira hace año y medio, y un largo recorrido por el resto de su discografía, deteniéndose en los grandes hits. Lo que escatimó en palabras, no lo hizo en minutos, ofreciendo un show de treinta y dos canciones y casi tres horas de duración en el que los siete músicos del escenario se dejaron hasta el crujir de sus rodillas.

 

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“Una banda tan veterana como joven, tan local como foránea, terriblemente versátil y tan carismática como su propio líder”

 

El barcelonés se encargó de dirigir la noche con el mejor equipo posible, que fueron presentados lumínicamente uno a uno en los primeros acordes de ‘Salud y rock and roll’, acentuando así su protagonismo mientras esperaban al jefe. Su fiel Igor Paskual (guitarra y coros), el miembro más legendario de su banda; Laurent Castagnet (batería), el pulso francés; Josu García y Mario Cobo, sus elegantes guitarristas y productores; Alfonso Alcalá encadenando el bajo y el recién incorporado Lucas Albadalejo a los teclados. Una banda tan veterana como joven, tan local como foránea, terriblemente versátil y tan carismática como su propio líder. Juntos demostraron grandes dosis de rock and roll, con guitarras luminosas (‘Territorios libres’), oscuras (‘El mundo necesita hombres objeto’) y furiosamente heavies (‘Rock suave’). Con guiños country (‘El rompeolas’), dejes de dudúa y rockabilly (‘Piratas), surf a lo Beach Boys (‘Esto no es Hawaii’) y un pase acústico que les llevó a todos al borde del escenario, cambiando la electricidad por contrabajos, acordeones, slide y percusiones en ‘Brillar y brillar’. Para recordar, el tremendo solo eléctrico que se marcó Josu García en ‘Memoria de jóvenes airados’. Para sonreír, la bella guitarra de Mario Cobo recordándonos el ‘Perfidia’, popularizado por Nat King Cole, en medio de ‘Quiero un camión’… o ese deje flamenco que se marcó Alfonso Alcalá al inicio de ‘La mataré’. Un ejercicio de rock continuo, enriquecido sin más límites que el buen hacer y el exquisito gusto.

 

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“Un ejercicio de rock continuo, enriquecido sin más límites que el buen hacer y el exquisito gusto”

 

Frente a ellos, el hombre de negro, lanzando al aire ese micrófono de casi dos metros y dejándose llevar con sus breves y cortantes pasos de baile. Atrapado de forma eterna entre la elegancia y la chulería. Sacando el peine en mitad del escenario a lo John Travolta y encendiéndose un cigarro burlando a la ley, como hicieron algunos espectadores durante el show. Luciendo gafas de sol en los primeros compases, rugiendo con agresividad en ‘El mundo necesita hombres objeto’, sonriendo de medio lado en ‘Planeta rock’. Cincuenta y siete años que podrían ir acomodándose en una faceta únicamente crooner, pero que están sabiendo demostrar que el rock no es un síndrome de juventud, que se puede crecer y madurar en el género. Que se puede defender un tema tan antiguo como ‘Rock and roll star’ con absoluta vigencia y dignidad.

No hubo invitados físicos en el cierre de fiesta, pero sí homenajes. Al recién fallecido Johnny Halliday, “una referencia europea y un amigo sincero”, le dedicó el tema que cantaba con él, ‘Cruzando el paraíso’. El texto cobró más significado que nunca, como si hubiese sido escrito justo para el momento de su marcha, realzando su eternidad. Mientras sonaba, la imagen del francés apareció en las pantallas, con una mirada entre profunda y atemorizada que daba escalofríos. También hubo espacio para versionar el clásico de Burning, ‘Qué hace una chica como tú en un sitio cómo este’ y ‘Rey del glam’, de su admirada Alaska (y Dinarama). Un glam que le acompañó también a través de la boa rosa que se colgó Igor en ‘Carne para linda’, cuando el cantante aprovechó para pasearse tranquilamente por el foso dándole la mano al público.

 

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Loquillo: “Es que no sé qué coño decir. Es lo mejor que te puede pasar en la puta vida”.

 

El cierre sublime, que suele llegar cuando aúlla fieramente el “¡Nena!” de ‘Cadillac solitario’, tuvo un remate final muy apropiado para la ciudad: ‘En las calles de Madrid’. Desde el gallinero se veía con más distancia, pero al bajar y situarnos en la grada de enfrente, la vista de cabezas y móviles en movimiento era abrumadora. Tan abrumadora que, antes de salir, entendí perfectamente que a Loquillo le faltasen palabras un rato antes. Ocurrió cuando tocaron ‘El ritmo del garaje’, y tuvieron que alargarla porque el público cantaba sin parar. Cuando la canción acabó, y empezaron a corear su nombre, se acercó al micrófono para soltar dos frases que describieron a la perfección la noche: “Es que no sé qué coño decir. Es lo mejor que te puede pasar en la puta vida”.

 

Repertorio de Loquillo (Wizink Center):
1. Salud y rock and roll
2. A tono bravo
3. El mundo necesita hombres objeto
4. Territorios libres
5. Planeta Rock
6. Sol
7. El mundo que conocimos
8. El hombre de negro
9. Cruzando el paraíso
10. Viento del este
11. Brillar y brillar (acústica)
12. El rompeolas
13. Memoria de jóvenes airados
14. Rock suave
15. Carne para Linda
16. La mataré
17. El ritmo del garaje
18. Rey del glam (Alaska y Dinarama)

BISES
19. Rock n’ roll actitud
20. El final de los días
21. Mi calle (versión Lone Star)
22. Rusty
23. El crujir de tus rodillas
24. Piratas
25. Quiero un camión
26. Esto no es Hawaii
27. Besos robados
28. Feo, fuerte y formal
29. Rock and roll star
30. Qué hace una chica como tú en un sitio como este
31. Cadillac solitario
32. En las calles de Madrid

 

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