Lo que hay que Tener: The Blue Ridge Rangers

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Lo que hay que Tener: The Blue Ridge RangersThe Blue Ridge Rangers
The Blue Ridge Rangers
FANTASY/UNIVERSAL, 1973


Una sección de LUIS LAPUENTE.


En una vieja entrevista concedida a Rolling Stone, John Fogerty recuerda los años dorados de Creedence Clearwater Revival: “Hicimos muchas piezas instrumentales y cosas de ésas. Yo estaba dispuesto a acompañar música de country & western e incluso polkas, ya me entiendes, lo que fuese, nosotros tocábamos cualquier cosa, aunque sólo fuera para aprender cómo era un estudio de grabación. Además, estaba seguro de que todo aquello algún día me serviría para algo”.

Y le sirvió, vaya si le sirvió: muy pronto, en 1973, cuando decidió seguir haciendo la guerra por su cuenta, tras la disolución de los gloriosos Creedence, montándoselo de Juan Palomo con el único trabajo de un grupo fantasma llamado The Blue Ridge Rangers, en el que Fogerty ejercía de productor y arreglista, además de tocar todos los instrumentos e interpretar todas las partes vocales.

The Blue Ridge Rangers fue un álbum sorprendente para quienes habían seguido de cerca la carrera del líder de los Creedence, un disco deliberadamente atípico, sin una sola composición original, y centrado en un único idioma musical, el country & western, casi un capricho personal de un tipo enamorado de los sonidos con raíces y cansado de la impostura de las grandes bandas de rock. Sin embargo, escuchado con perspectiva, en ese disco bullen casi todos los ingredientes que aderezaron las grandes obras maestras de su antigua banda, singularmente el memorable Willie and the poor boys: el bluegrass tradicional (“Blue ridge mountain blues”, “Workin’ on a building”), el espíritu de Hank Williams (“Jambalaya”) y Merle Haggard (“Today I started loving you again”), el country-blues de Jimmie Rodgers (California blues”), las baladas vaqueras (“Please, help me, I’m falling”), el country-rock a lo Gram Parsons (“You’re the reason”) e incluso un viejo éxito de 1954 (“Hearts of stone”), catapultado al Top 1 de las listas de R&B por los hoy olvidados The Charms. Canciones oscuras en su mayoría, a buen seguro favoritas de la infancia de John Fogerty, interpretadas con el cariño y la delicadeza que nacen de los recuerdos inocentes. Un suculento pedazo de la herencia musical norteamericana, servido por uno de sus más fieles guardianes.

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