Litto Nebbia: La teoría de la evolución (Segunda parte)

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Litto NebbiaLa teoría de la evolución(Segunda parte)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Publicamos la segunda y última entrega de esta entrevista con Litto Nebbia, en la que habla de su propia discográfica, de sus experiencias con algunos de los grandes del tango y de su visión de la Argentina de hoy.

Texto y foto: JUAN PUCHADES.


LA MELOPEA DISCOGRÁFICA

En esa iluminación que decías antes, ¿cuándo entiendes que has de tener tu propio estudio [el Estudio del Nuevo Mundo] y tu propia discográfica [Discos Melopea], porque son decisiones muy valientes?
Bueno, le llamo iluminación, pero tiene que ver con una educación; no te olvides que mis padres son músicos los dos, muy luchadores, no te olvides que somos de Rosario –no puedo hablar mal de la gente de Buenos Aires, pero hay otro criterio de lucha–, no te olvides que soy hijo único, no te olvides que mis padres me transmitieron esta vocación desde los tres o cuatro años y yo tuve la suerte de tener talento como para poder responder a las expectativas que ellos tenían en mí. Todo eso hace que vayas madurando y entonces, un día, a los 30 años, dije ya no quiero grabar más en estas compañías. ¿Crees que no me di cuenta que en el momento que dije eso iba a desparecer de la radio? Claro, pero que se la metan en el culo. Yo me estaba arriesgando a eso, y nadie tiene obligación de gustarle la música que hago porque tomé esa decisión, pero lo pensé. Con mucho sacrificio, porque tardamos cuatro años por el tema del dinero, hice el estudio, que suena bárbaro, pero que una vez que lo tienes es tu laboratorio y ya tienes un lugar donde puedes hacer lo tuyo. No sé, es una cuestión de criterio, hay otra gente que debe pensar distinto a mí y me parece perfecto, porque de eso se trata el mundo de que haya matices, porque si no sería un aburrimiento. Imagínate que todos tuviéramos compañías independientes. En el momento que lo pensé, la única cosa que había leído por ahí sobre una idea de independencia era a John Cassavettes, a Coppola, que recién empezaba y ya lo estaban liquidando, y a Frank Zappa. Porque yo empecé con esto en el 79, en México, Melopea Records.

Este año se cumplen 20 del inicio de Melopea en Argentina, pero supongo que el camino no siempre habrá sido fácil.
No, tuvimos líos, primero de total competencia desleal en el ambiente, tú no eres competencia económica o de hits millonarios, pero todo el mundo envidia lo que haces, porque todo el mundo considera que también le gustaría tenerlo. Por ejemplo, al productor que hace el disco más vendido del año, que por lo general casi siempre es el peor, le gustaría también producir el que vende menos, que es el mejor. Pero no se puede estar en los dos lados, o te decides por uno o te decides por el otro, es muy difícil que logres armonizar las dos cosas, si las logras armonizar ya es una cuestión de cielo, no tiene que ver con la industria discográfica, que lógicamente no tiene corazón ni cielo, es algo que sucede luego. Recordando cuando salieron los Beatles, yo creo que pasó algo en el mundo en ese momento que coincidió armónicamente con que a todo el mundo le gustaron los Beatles y se hicieron multimillonarios con algo que era una gemita pequeñita. Nadie lo discutió. Y después, los Beatles eran tan fuertes como los Hermanos Marx que les gustaron a los padres de los hijos y ahora les gustan a los hijos de los padres y sigue y sigue. Porque es algo que está armonizado en el planeta, no se sabe cómo es eso. Pero no hay una campaña de lanzamiento de estas que te dice mañana sale el nuevo disco de quien sea. No, aquello eran los Beatles con un sonido nuevo y a todo el mundo le parecía de lo más agradable.

¿Con Melopea, tuviste desde el primer momento la idea de grabar y editar discos de otra gente, o eso vino luego?
No, al contrario, nació con la idea de producir cosas que me gustaban, y no sacar muchos discos para que, lógicamente, en Argentina no me acusaran de que me puse la grabadora para quedarme yo con todo. Porque ocurre eso también, la gente no entiende… si tu produces a un montón de gente porque lo haces de corazón dicen que tienes dinero de algún lado raro, ¿eso quiere decir que me lo ha dado el narcotráfico? Bueno, eso no ha sucedido en mi caso. Cuando pasas esa prueba, dicen “produce todo eso porque se está quedando con todos los derechos de la música argentina”… O sea, nunca lo haces porque eres buena persona. Y si yo hago el sello y saco diez discos de Litto Nebbia, dicen “se puso el sello para sacar todo lo de él”. Y no hice eso, si ves la historia de Melopea, que están las discografías por orden cronológico, vas a ver que en los 50 primeros discos sólo hay dos discos míos. El resto son de muchísima gente con la que perdí mucho dinero haciéndolos, pero hoy en día, como catálogo tenemos el orgullo de que existen y que están, como el caso del Dúo Salteño. Ahora se rasgan las vestiduras: “Ay, cómo me gusta el Dúo Salteño”. ¡Y el único puto disco que hay es el que hicimos nosotros!


CUÁNTO TANGO

Uno de los mejores momentos de tu carrera debió ser cuando tuviste la oportunidad de conocer y grabar con Cadícamo, Expósito y Goyeneche, ¿no? Por cierto, que cuando grabaste a Goyeneche a nadie le interesaba y hoy sus discos son casi canónicos, cuando hay que recomendar un disco de tango todo el mundo cita a Goyeneche.
Sí, sí, pasó lo mismo con Cadícamo, que murió a los 99 años, empecé con él cuando tenía unos 90. Era un marciano, a los 99 años hablaba como nosotros, con una lucidez total. Cuando empecé a hacer sus discos, que hice siete, ¡había gente que pensaba que había muerto! Y Goyeneche, aunque te rías, cuando lo tomamos para grabar, hacía cinco años que no grababa porque no tenía contrato, y los que no le daban contrato eran las “majors”, los mismos que cuando murió me llamaron para comprarme esas grabaciones. Lógicamente les dije que nos se las vendía.

¿Te llamaron para comprarlas?
Sí, venían con aquello de que como ya está muerto, vale más…

¿Cómo fue trabajar con esta gente, verdadera historia mayor del tango?
Fue algo muy lindo espiritualmente. Algo muy raro, porque uno de los grandes problemas de la música ha sido el desencuentro generacional. En Argentina, por ejemplo, si tú tenías 18 o 20 años, un tanguero de 40 no te daba bola. Entonces, después de un tiempo, haber logrado que los tipos confíen en mí y que, de alguna manera, me tengan confianza musicalmente y en la producción… En el caso de Cadícamo, imagínate, me doblaba la edad, yo nunca había tenido un amigo que me doblara en edad. Y todos los demás me llevaban 20 o 30 años y me daban bolilla. Eso fue muy bueno porque grabé con la mayoría de los grandes-grandes. El único que nunca pude grabar y siempre me lamenté fue Horacio Salgán, que está vivo, lógicamente, y tiene 93 años. Pero hace cuatro meses tuvimos la suerte de comprar los derechos de su último disco. Así que también lo va a tener Melopea. Nadie lo quería, ¿puedes creerlo? ¡Es increíble!

Melopea jugó un papel decisivo en la recuperación del tango en los años 90.
Sí, porque empezamos a grabar a mucha gente. De repente teníamos un catálogo de 50 discos de tango, y el resto de las compañías, las majors, las que originalmente, en los años, 20, 30 y 40 grabaron el tango, que son compañías inglesas, holandesas, hoy japonesas, tenían todo guardado, casi para tirarlo. Nosotros, en aquel momento, por lo menos en las tiendas, teníamos un catálogo más grande que ellos, entonces ahí… No quiero decir que nosotros levantamos el tango, porque no lo mató nadie, el tango es como el jazz, indestructible. Pero sí contribuimos a que los tipos dijeran “mira, si estos que no tienen un peso hacen eso y están vendiendo…”. Y ahí empezaron a desempolvar joyas hermosas que tienen por derechos históricos: toda la discografía de Anibal Troilo, toda la de Goyeneche cuando era joven, Osvaldo Fresedo… lo que quieras.

¿Crees que existen esas conexiones que a veces se comentan entre los textos del rock argentino y los textos del tango?

Todo el tiempo. Lógicamente, tenemos que ubicarnos, porque el negocio es tan fagocitante que quiere buscar un reemplazo. Hay quien dice “todo el rock es lo mismo que el tango”. No, no es lo mismo. Hay un montón de rock comercial como también había tango feo y de mal gusto, malísimo. Cuando nosotros hablamos de estos tipos que nos gustan, ponle Goyeneche o Expósito, compositores buenísimos, estamos hablando de los 15 que eran como Coltrane o Davis. Había otro montón de cosas que no valía nada. Si aquí viene un marciano y le dan un disco de Paco de Lucía, otro de Camarón y otro de los Gipsy Kings el tipo no entenderá nada. Alguien se lo tendrá que explicar. Con el tango pasa lo mismo, no todo es Piazzola. Lo que sí me parece que tiene que ver es como generación que continúa, especialmente el rock argentino de los comienzos, el nuestro, el de la primera década, que ha pasado por las mismas circunstancias: una música a la que no le dan bola, y que habla urbanamente de cosas que pasan en el país. En ese sentido, sin comparar calidad, encuentro que sí, que el rock argentino, que al final es un eslogan de producto, es la canción urbana ya con guitarras eléctricas, ocuparía el lugar que tuvieron aquellos tipos con sus bandoneones. Por ahí se encuentra, los escuchas y sabes que son de ahí, de Argentina.

Aunque tú eres de los que piensan que el tango, como el jazz se presta al encuentro y a la mezcla…
Como la música brasilera.

Sí, pero pese a ello, creo que no te seduce demasiado esa corriente que se ha puesto de moda del tango electrónico.
No, porque para mí lo que se debe mezclar tiene que ver con el sentido rítmico y armónico. Ésas son las dos cosas que definen si una música te gusta o no te gusta. Pero cuando escuchas la música electrónica, ¿el ritmo dónde está? ¿Cuál es? Y cuando escuchas la melodía tampoco está, así que no me gusta. Pensando, además, que estamos hablando de una música que de alguna manera trata de ser hereditaria de una música que tiene una riqueza armónica que te mata. Y encima escucho por ahí, absurdamente, que éste es el nuevo tango que se va hacer ahora. A veces lo que más me irrita de las experiencias nuevas de tango es oír que alguien que no tiene que ver con los intérpretes, porque los intérpretes saben lo que han hecho, dice “éste es el tango como se hace ahora”. ¡Si lo llega a escuchar Piazzola viene con un tanque!

¿Piazzola tampoco fue muy comprendido en tiempo real, no?

No, claro que no. Lo que pasa es que nadie que acometa ir hacia delante y que toque bien es respetado por los que se quedan atrás y que tocan mal.

Para evitar confusiones, dejemos claro que lo que hacía Piazzola no tiene nada que ver con esto de lo que estábamos hablando.

Noooo, Piazzola era un marciano, era una gloria. Afortunadamente, los últimos diez años de su vida fue reconocido y pudo vivir, finalmente, su éxito. Piazzola fue increíble.

 

LAS CANCIONES LLEGAN SOLAS

Cuando he llegado estabas componiendo una canción, ¿eres superprolífico?
Se me ocurren cosas todo el tiempo, lo que pasa es que uno está enchufado siempre porque le gusta.

¿Las canciones las buscas o llegan?

Llegan, siempre llegan. Estoy grabando mi primer disco de producción hispanoargentina, porque he musicalizado textos de Juan Mari Montes, un letrista español muy bueno, y he grabado también con músicos españoles y algunos argentinos y me han quedado unos huecos la semana pasada y me puse a grabar un disco de solo piano. En el mismo estudio. Es improvisación.

¿En serio?
Sí, ahora luego cuando vayamos al estudio, a ver si lo acabo.

¿Están ya todos tus discos reeditados en CD?

Faltan diez. Pero es que es muy caro, a veces saco tres reediciones en un mes y viene un fanático y dice “me llevo éste este mes, el mes próximo, otro…” Allá está muy mal la cosa del dinero. Si no tendría que estar todo reeditado porque, realmente, también es un buen negocio, porque aunque yo no venda mucho, si está todo reeditado, vendes. A veces no tenemos para la fabricación de los viejos y los nuevos. Son muchos. Y eso que ahora estamos bien, no tenemos deudas. Hubo una época que debíamos mucho dinero. Mantener un sello como Melopea en Argentina es muy difícil. Pero, bueno, de aquí al año que viene estarán todos reeditados.

¿Prefieres el trabajo en estudio o tocar en directo?
Me gusta tocar en vivo y me gusta grabar, pero, claro, mi cabeza anda siempre armando producciones y proyectos. Lo que pasa con las producciones o con ir a grabar es que no dependo de terceros, porque digo vamos a hacer esto y lo hacemos, mientras que en el concierto necesito que alguien quiera oírme y me contrate. Pero vivo las dos cosas de la misma manera y como también improviso mucho con la música en directo, esto hace que voy a tocar y sale algo distinto a lo que hice en el disco, y es fascinante.

¿Cómo es tu relación con España, porque vienes con frecuencia y sueles hacer pequeños shows. Además se han publicado algunos pocos de tus discos?
Mira, conozco un montón artistas argentinos que vienen a España para algún lanzamiento y que van a matar a todos. Y vienen 48 horas y se van, y no conocieron Madrid siquiera. Yo ya sé dónde me compro los zapatos acá, las guitarras, las camisas en la tienda de Omar Shariff. A mí gusta ir a un lugar y conocerlo y llevarme bien con el lugar. Desde la primera vez que vine, jamás se me ocurrió, con trayectoria que tengo y nombre, ir a una compañía para que me saque un disco. No creo en eso, honestamente, y he hecho un camino se podría decir que a la inversa: he colocado producciones en distintos lugares, tengo una editorial que es mitad española, mitad argentina. Después de cinco años de venir, ahora tenemos un disco que lo produce un español, Paco Ortega, de esas canciones que he hecho con Juan Mari Montes nos grabó una en su último disco Ana Belén. Es decir, se van abriendo cosas, y me gusta más esto así, escalonado, me parece que es más firme. Lo otro es venir diez horas acá y ver si, con mi idiosincrasia tú ya lo entiendes todo, a mí, que soy rosarino. ¿Qué vas a entender? Nada. Y yo tampoco te voy a poder transmitir. Y si tengo un lanzamiento así como Madonna voy a fracasar y voy a decir los españoles no entienden lo que yo hago, y no es verdad. Los seis años que hace que venimos, siempre hemos tocado seis o siete veces por viaje, hemos tocado en Salamanca, en Menorca, ahora vamos a Mallorca, estuvimos en Granada, en Sevilla, en Santiago de Compostela, en Orense, en Pontevedra, en Madrid, también vamos a ir ahora a Zaragoza y a Valencia… Es una gran satisfacción ir a esos lugares que no te conoce nadie y en los que tocas lo que a ti te gusta. Eso es lo que a mí me interesa. Ahora, este disco que hemos grabado, Soñando barcos, lo va a sacar Paco Ortega aquí y vamos a hacer conciertos desde su agencia. Sería la primera vez que lo tendríamos organizado. Acá le ha ido muy bien a Andrés Calamaro, al margen de su talento, porque se quedó a vivir acá.

Igual que en su día a Moris.
Claro, fue porque se quedaron. Yo no pretendo quedarme acá porque también voy a México y a otros muchos lugares. Y no pretendo salir con un disco mío y que inunden todo… Cristóbal Colón ya lo hizo una vez. No creo en eso.

 

ARGENTINA Y EL SOBRESALTO

 

 

 

 

Últimamente, y otra vez, las noticias que llegan desde Argentina en las últimas semanas, en los últimos días no son nada halagüeñas. Es el permanente estado del sobresalto.
Bueno, a mí ya no me afectan porque uno ha nacido en el sobresalto, así es este país. Es un país imposible de explicar. Con todo que uno es de ahí, y tanto que uno lo siente y lo quiere, la única explicación, para no entrar a analizar, es que es un país que tiene dos gentes: tiene mucha gente muy noble, muy lúcida, con un ánimo y una voluntad impresionante y tiene otra gente que es muy retrógrada, muy facha, muy mafiosa. Y hay que saber convivir con ello. Así es el país.

¿Cómo estás viviendo las noticias de los últimos días?
Son muy preocupantes. Siempre es la misma mierda, el que si tú eres peronista o si eres esto o aquello, si eres blanquito o si eres negrito, si eres del campo o eres de la tierrita… Toda esa mierda que no tiene nada que ver. Detesto eso con toda mi alma. Lo he sufrido generacionalmente, me he tenido que ir del país en su momento, y no me han quedado huellas ni de rencor ni de resentimiento. Estoy bien. Pero cuando leo eso… otra vez escucho los mismos cánticos… Leo cosas de gente contra el gobierno que menciona palabras como montoneros o represión. No saben de lo que están hablando, no estuvieron nunca en ese lugar. No saben lo que dicen. No estuvieron o estuvieron tranquilamente en un palacio en su momento, todo es mentira. Argentina es tan rica que pueden seguir robando.

Vas a cumplir 60 años, ¿cómo lo llevas?
Bien, lo voy a celebrar en Mallorca. Pero no tengo un registro del tiempo, del reloj, cronológico. Me acuerdo y vivo el reflejo y el clima de cosas de hace cuarenta años como si no hubieran pasado esos 40 años, y no es porque me sienta tan joven, tengo los años que tengo. Pero me encuentro con gente que no veo hace 40 años y me acuerdo del nombre y del apellido. Voy a cumplir 60 años pero en mis sentimientos, también en mi físico y en mi salud, no es aquel sonido de “éste es un hombre de 60 años”. Lo cual no quiere decir que le vaya a vender a alguien que tengo 22… Estoy bien y estoy contento. El tema del tiempo no tiene reciprocidad con lo que uno hace.

Soñando barcos se editará en España en otoño.


Estas son las fechas de los próximos conciertos españoles de Litto Nebbia:
19-VII Valencia. Matisse (EN SOLITARIO).
20-VII Palma de Mallorca (EN SOLITARIO).
29-VII Zaragoza. Expo, Balcón de las Culturas (CON LA LUZ).

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