“Life is elsewhere”, de Los Stompers

Autor:

DISCOS

“Apuestan por las melodías, por los ambientes en ocasiones nocturnos –incluso el violín deja de tener espíritu campestre para tenerlo melancólico– y por la artesanía pop”

 

los-stompers-life-is-elsewhere-27-07-17

Los Stompers
“Life is elsewhere”
VENTILADOR

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Ha sido una gratísima sorpresa la aparición de este sexto disco de Los Stompers, casi sin esperarlo. El grupo de origen irlandés, pero residente en Barcelona, asombra sobre todo por la evolución inaudita y  bien trazada de su música. Llevan veinte años en el camino, y hasta el elepé anterior –de 2003–, Los Stompers jugaban en la división del folk jocoso y dicharachero. En este, se deja fuera ese aire tradicional y apuestan por las melodías, por los ambientes en ocasiones nocturnos –incluso el violín deja de tener espíritu campestre para tenerlo melancólico– y por la artesanía pop. De hecho, es curioso que conforme van pasando canciones, uno reconoce aquí y allá dejes que han conformado la historia de la música popular, de tal forma que es un soberbio ejercicio de estilo; nada originales, pero con acabados perfectos, la gracia es que los guiños u homenajes abarcan a todos los santos de mi devoción.

Comienzan fuerte. ‘The moth’ posee un trabajo instrumental compacto y una entrada de voz que recoge esa leve grandilocuencia que tanto puede recordar a Bowie como a Jarvis Cocker. Todo son sonidos conocidos, pero es soberbia. Como es magnética ‘The fox’ –sí, los nombres de animales dominan– que es como Belle & Sebastian desde su vertiente sesentera.

Pero de golpe asalta la otra parte, la nocturna, en ‘The mon’ o ‘The rabitt’, en la estela de Tindersticks y esta última también como el más puro Roy Orbison, impostando la voz con gravedad. El antiguo aire folkie se recupera en ‘The badger’, con un aire infantil que se corresponde con los deliciosos dibujos del libreto y ambos, tradición y nocturnidad se alían en la decimotercera, la que cierra: ‘The robin’.

Pero es que hay más. Está ese inicio in crescendo acelerado de Springsteen y su voz y su espíritu de alegría envolvente en ‘The swan’, está la armónica de Dylan en ‘The snail’ y está el puro nervio mod de The Jam en ‘The starling’. Llevan años de oficio y ello les ha dado maestría y poder embeberse en el sonido del rock: con ambas cosas a la par salen maravillas como esta.

Anterior crítica de discos:   “Bring back rock’ n’ roll from the dead”, de Neon Animal.

 

novedades-efe-eme-junio-17-w

Artículos relacionados