DISCOS
«No sorprende que su decimosexto álbum mantenga el nivel»
The Waterboys
Life, death and Dennis Hopper
PUCK2014 / SUN RECORDS, 2025
Texto: XAVIER VALIÑO.
Curiosamente, la banda de su generación de trayectoria más larga y sin excesivos altibajos ha resultado ser The Waterboys. Se pueden encontrar momentos interesantes en todos sus discos, pudiendo también tomar los que editó su líder Mike Scott en solitario como álbumes de la banda, aunque no portasen el nombre de la formación en la portada.
Por ello no sorprende que su decimosexto álbum mantenga el nivel, cuando coetáneos como U2 o Simple Minds (de los pocos que han llegado hasta aquí) no estén ya a esa altura. La excusa o hilo narrativo en esta ocasión la pone el actor Dennis Hopper, citado ya en la portada. Según Scott, haberlo erigido en protagonista le sirve para hablar tanto de su historia como de los últimos setenta y cinco años de cultura pop y, yendo incluso más allá, la extraña aventura de ser un alma humana en el planeta Tierra.
Lo más inmediato sería relacionar este trabajo con el que editaron en 2017, Out of all this blue, un disco con veintitrés temas (treinta y cuatro en la edición deluxe) dedicado a la artista japonesa de la que se había enamorado entonces, Megumi Igarashi, más conocida como Rokudenashiko, y que partía de su interés de entonces por el hip hop para transitar por distintos estilos. Algo parecido sucede aquí, con veinticinco temas breves, y diferentes palos.
Lo mejor está justo al inicio, con Steve Earle apropiándose de la canción “Kansas”, tanto que parece de un disco suyo. Algo parecido sucede con Fiona Apple y su colaboración en “Letter from an unknown girlfriend”. Otros invitados, como Bruce Springsteen, no cobran el mismo protagonismo ni tienen una melodía tan redonda para su causa. El brioso “Freakout at the mud palace” sería otro de esos temas a recordar, al igual que el single “Hooper’s on top (Genius)”.
El resto se mueve entre el exabrupto de “Frank (Let’s f*ck)” y la plácida melancolía de “Brooke/1712 North Crescent Heights”, pasando de un extremo al otro sin problema, todo muy heterogéneo en una sucesión continua de altibajos. Lo que se echa de menos en esta ocasión son los gloriosos temas largos de sus últimos discos, como “Morning came too soon”, “Long strange golden Rod”, “My wearings in the Weary Land” o “Pipers at the gates of dawn”, de lo mejor que ha grabado nunca Scott.
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Anterior crítica de disco: Loose talk, de Bryan Ferry & Amelia Barratt.