Libros: «Stamp. Fanzines completos. 1989-1992»

Autor:

«El lector observará la dificultad a veces de conseguir calidad en un fanzine, se lee mal, era simplemente un recorta y pega y fotocopias, pero también se puede intuir la enorme pasión con la que se fabricaban, el afán de expandir aquello en lo que uno creía»

stamp-04-07-14

Varios
«Stamp. Fanzines Completos. 1989-1992»
LIBROS WALDEN

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Hubo un tiempo en que la música de perspectivas juveniles volvió a refugiarse en los sótanos. Exprimidos ya los ochenta, agotado su público, sin un punto de fuga claro en las compañías –salvedad importante en Manchester–, la renovación se gestó en pequeños locales, sellos artesanales, autoedición, canales que generaban sus propios cauces. Estamos hablando de una estética natural, lejos de sintetizadores y arreglos grandilocuentes, modestia y tono menor en unas canciones que facturaban sensaciones aliadas con la melancolía y la timidez. Estamos hablando de Sarah Records o Creation, las primeras listas indies y de grupos cuyo nombre nada les dirá, pero a los que deberían darles un repaso. Se lo aconsejo.

Tomen como referencia el fanzine «Stamp». Cierto es que ciertas revistas recogían estos nuevos sonidos –la desaparecida «Boogie», por ejemplo–, pero váyanlas a buscar ahora… En cambio Libros Walden ha tenido el buen gusto de recoger los tres números editados –más un extra– en un imprescindible volumen para los que simplemente tienen interés en conocer qué se ha ido cociendo en la música pop. «Stamp» fue creado por cinco amigos que coincidían –sin conocerse– en los escasos conciertos de la época; de aquí surgió después todo el entorno Spicnic y algunos activistas que siguen rebuscando, esperando entre los grupos con un ímpetu supremo. Puedo dar fe.

«Stamp» –con una peculiar estética que recogía el cine que otros consideraban casposo– intentaba presentar grupos que aquí tenían escasa difusión en esa entrada de los noventa, de los que incluso publicaban su teléfono personal para que les solicitases el disco –estaba a punto de ser efectivo internet–, grupos como Honey Trap o Bradford a un par o tres de párrafos por página conseguían que fueran golosina sonora. Y entre los más conocidos Lloyd Cole, Billy Bragg, The Sundays o James, entrevistas a Juan de Pablos y José María Rey y listas de lo que era devoción para los redactores.

El apartado español es tanto más significativo. Palabras mayores: descubrieron el Donosti Sound, en sus fiestas –básicamente en Siroco– traían a amigos tan desconocidos como Le Mans, Family o La Buena Vida cuando aún llevaban escasos ensayos. Pero no acaba aquí la cuestión, con cada número editaban un flexidisco –una delgada lámina que sonaba en un plato– que en edición aparte publica también Walden en formato de single de vinilo. Tres irresistibles canciones de Los Vegetales de Nacho Canut, Terry IV con versión de Depeche Mode y unos prometedores vallisoletanos, El Viaje de las Flores, con un impresionante ‘No me estás mintiendo’ que merece pasar a cualquier antología de los noventa con honores.

Seguramente el lector no ha tenido nunca en las manos un fanzine en papel de ámbito musical, quizás observará la dificultad a veces de conseguir calidad en el formato, se lee mal, era simplemente un recorta y pega y fotocopias, pero creo que también se puede intuir la enorme pasión con la que se fabricaban, el afán de expandir aquello en lo que uno creía. Piensen en ello si lo leen, y piensen también que lo crean o no lo crean solo existían estos medios de difusión. Absolutamente nada más.

Anterior crítica de libros: “De viaje por Los Planetas”.

Artículos relacionados