Libros: “No sin mi barba”, de Carles Suñé y Alfonso Casas



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“Para todos los que creen que la barba, el bigote o cualquier otra prótesis capilar enmienda su belleza y ofrece una nueva y renovada imagen a su persona, ‘No sin mi barba’ es definitivamente un ‘must’ de obligatoria lectura”

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Carles Suñé y Alfonso Casas
“No sin mi barba”
LUNWERG

 

 

Texto: ÓSCAR G. BLESA.

 

 

Debo advertir que me acerco a “No sin mi barba” (Lunwerg, 2015) siendo un individuo varón que carece de pelo en la cara y que, a fuerza de ver cientos de hombres lobo por las calles de Madrid (y de cualquier parte del planeta, esto es una epidemia), siente cierta indiferencia ante tamaña clonación hipster. Dicho lo cual, y entendiendo que se trata de una moda perfectamente legítima y que allá cada cual con su decoración facial (siempre y cuando la barba no se complemente con moño samurái), el libro que presentan Carles Suñé y el ilustrador Alfonso Casas te hace pasar un buen rato.

Para todos los que creen que la barba, el bigote o cualquier otra prótesis capilar enmienda su belleza y ofrece una nueva y renovada imagen a su persona, “No sin mi barba” es definitivamente un «must» de obligatoria lectura. Aquí se desmenuzan todos los detalles para el cuidado de tan preciada posesión: peines y cepillos (ante mi pasmo no son la misma cosa), bálsamos, champús, jabones, ceras y un largo etcétera de productos para el cuidado y mantenimiento periódico de la pelambrera. El libro se hace acompañar de copiosas ilustraciones a modo de manual de instrucciones. Estamos frente al Disney World de los barbudos, un oasis de felicidad para los hombres que disfrutan con su pelo.

Para todos los demás (aquellos a los que lo de la barba ni fu ni fa), el libro entretiene y permite echarte unas risas observando el mimo en ocasiones obsesivo que ponen los forzudos barbudos a sus preciados tesoros. Resulta melodramático el retrato del autor cuando relata un duelo de miradas cuando dos “barbas” se cruzan por la calle: “Cuando dos barbudos coincidimos en la calle, en el metro, en la oficina… se produce una situación similar a la fusión nuclear a pequeña escala. En cuestión de milésimas de segundos, analizamos la densidad, la textura, la longitud de la barba, cual leonas en plena sabana. La lucha visual se mantiene por unos instantes…”. Conmovedor.

El libro analiza los pros y contras de lucir vello facial. Por supuesto las ventajas ganan por goleada. El autor ofrece estudios sociológicos que demuestran que los barbudos son hombres mucho más sensatos y responsables que los demás. Ese mismo estudio considera a los hombres con barba más atractivos y que son mejores padres que los hombres sin pelo en la cara. Por supuesto, los hombres con barba son mejores amantes y compañeros sexuales. Y uno, que a estas alturas de la vida es padre responsable y amante a tiempo parcial, como que se viene un poco abajo después de leer este diagnóstico capilar.

El mundo moderno, las redes sociales, los «likes» en Instagram, mezclar barba y «tatoo» (una combinación “explosiva”, según el autor) se desmenuzan con dedicación quirúrgica. Todo por la barba. El libro incluye una generosa galería de célebres barbudos, de Sócrates a Marx, de Da Vinci a Orson Welles, de Robert de Niro a Bill Murray. Y también aparecen unos modelos que deben ser muy conocidos en el gremio pero que un servidor no había visto en la vida. Definitivamente, estoy fuera de onda.

El caso es que, a raíz del blog del mismo título, Suñé pone en papel (la edición de Lunwerg es magnífica, con el patrón cuidado marca de la casa) su dedicación casi a tiempo completo al pelo de la cara en formato manual de estilo. Compara el advenimiento de la barba a otros movimientos «trendy» como el consumo de «cupcakes» o la ingesta de gin tonic. En un tiempo record los de la barba han pasado de guarros a tíos buenos, y aquí disfrutan de lo lindo narrando la metamorfosis «cool» del complemento facial. Para algunos, tanto cuidado puede resultar exagerado. Para los propietarios de las barbas, según nos cuenta Suñé, el cuidado de esos trozos de pelo es lo más importante de sus vidas. Que cada cual disfrute con lo que le dé la gana, pero por favor, que alguien les diga a los muchachos con moño samurái la verdad. Dentro de algunos años se lo agradecerán.

 

 

Anterior crítica de libros: “Derribos Arias. Permiso para aberrar”, de Carlos Rego.

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