Libros: “Las ganas”, de Santiago Lorenzo

Autor:

“La novela se asienta más en el universo que forjó Azcona; quizás un tanto más allá de Baroja, también de la escuela de Bruguera, del Eduardo Mendoza más demente o de un Arniches bien actual”

santiago-lorenzo-03-04-15

Santiago Lorenzo
“Las ganas”
BLACKIE BOOKS

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

La tercera novela de Santiago Lorenzo define el mundo literario por el que quiere moverse. Tras dos películas espléndidas que están a la vera de esa comedia de dulce acritud que tan buenos resultados ha dado en el cine español, y dos novelas más, con “Las ganas” se asienta más en el universo que forjó Azcona; quizás un tanto más allá de Baroja, también de la escuela de Bruguera, del Eduardo Mendoza más demente o de un Arniches bien actual. Un ámbito de perdedores con sano optimismo, de hostias bien dadas de las que te levantas con una sonrisa, de un mundo de maravillas –de sencillas maravillas– que parecen fáciles de conseguir, pero que nunca se rozan. Personajes que son todo menos grises, que lo prueban todo menos el sabor del triunfo, de singular bonhomía, pero estragados por la vida.

Benito, químico y descubridor de un producto para regenerar la madera, lleva tres años sin haber conocido –en el sentido bíblico– mujer. Un trabajador de la pequeña empresa que ha fundado para distribuir su invención le pone en contacto con una señorita, María, también química y con tesis en marcha, con la que durante los primeros meses se comunica por email. La relación es fluida, divertida, parecen cursis enamorados, ingenuos ángeles en un mundo de deliciosa conexión. Pero llega el momento de verse, y ahí se desbarata toda la alegría hasta llegar a un final si no decente, si conformista.

Entre medias, cientos de aventuras disparatadas, descacharrantes, en un mapa de escasos puntos cardinales, la empresa de Benito y la pequeña y decrépita casita que junto con su hermana ha heredado de la abuela, el empresario inglés que piensa invertir en el producto y la dependienta de la panadería de la esquina. Un entramado que está exigiendo a gritos un marco coral, más personajes, más espacios, porque el autor tiene la soberbia gracia de saberlos crear y el lector percibe que si se pudiera ampliar el mapa, se acrecentarían las risas sobremanera.

Porque sí, es una novela hilarante, de esa manera en que las mayores desgracias son fértil nido de carcajadas. Este es el humor hispano –desde el Quijote, disculpen la pedantería–: enfrentar a seres de carácter afable y limpio a circunstancias que se les escapan y en las que actúan con singular honradez, pero que los dejan en mantillas, con una sensación que bascula entre el ridículo y la ternura. Lean el episodio de la conferencia, cuando Benito busca entre el público a María, y entenderán que este nuestro humor bebe de la vergüenza ajena y el afecto a partes iguales. Y el narrador vasco aprieta bien los tornillos del texto para que esta caja de sorpresas resulte cohesionada, bien pulida, dinámica. Constantemente están sucediendo aventuras que encajan en otras, que provocan muchas más, que no se resuelven sino liándose de manera desmesurada. Ni más ni menos, como la vida.

Anterior entrega de libros: “Escritos poco fiables”, de Oriol Llopis

 

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