Libros: “Instrumental”, de James Rhodes

Autor:

“La historia que relata es tan conmovedoramente atroz que, aunque solo sea de manera involuntaria, al lector le resulta imposible permanecer al margen y no sentir verdadera empatía con su protagonista”

 

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James Rhodes
“Instrumental”
BLACKIE BOOKS

 

 

Texto: ÓSCAR GARCÍA BLESA.

 

 

La lectura del libro “Instrumental” de James Rhodes provoca desasosiego desde el mismo instante en el que uno se sumerge sin paracaídas en una vida completamente desquiciada. La historia que relata es tan conmovedoramente atroz que, aunque solo sea de manera involuntaria, al lector le resulta imposible permanecer al margen y no sentir verdadera empatía con su protagonista.

Violado con solo seis años por su profesor de gimnasia, visitante permanente en centros psiquiátricos, drogadicto y alcohólico, padre al que retiraron la custodia de su hijo y con hasta cinco intentos de suicidio a sus espaldas, James Rhodes verbaliza en un libro fascinante las razones por las cuales, a pesar de todo, vivir merece la pena. Y en su caso, con una vida absolutamente demencial y caótica, esa salvación la encuentra en un piano y su acercamiento a los grandes clásicos. De Bach a Chopin, de Beethoven a Schubert. Tal cual.

Pese a todo, como el autor se encarga de recalcar casi desde el principio, en el libro no abundan detalles escabrosos, aunque aparezcan pasajes escalofriantes; “¿Queréis saber cómo arrebatar a un niño todo lo que le hace ser niño? Folláoslo”. Cada palabra que escribe duele, pero el propósito de “Instrumental” no pretende provocar pena. Ni mucho menos. Rhodes ya se encarga él solito de desenmascararse a sí mismo. Sí, es un libro autobiográfico, unas memorias que, como reza el subtítulo hablan de música, medicina y locura, donde lo verdaderamente valioso es ser capaces de calibrar el poder de la música para salvar vidas, ser testigos de cómo Bach salvó la suya constituye un verdadero milagro.

James Rhodes (el lector debe intentar enérgicamente dejar de lado que posee una biografía espeluznante) es uno de los concertistas de piano más populares del momento. Bien, quizás como el propio autor subraya de manera reiterada, no es el mejor, pero si el que más cosas está haciendo por renovar una industria y un género peligrosamente anclado en el pasado. Y es este el segundo propósito del libro. Rhodes dispara ácidamente contra la industria, “empresas avergonzadas e ingenuas que dirigen unos tipos sumisos sin el menor atisbo de perspicacia comercial y ningunas ganas de probar algo distinto”, los críticos, “el gilipollas solitario, amargado, músico fracasado, cabroncete disfrazado de intelectual” y por supuesto los intérpretes, “normalmente, socialmente retrasados y supertorpes, con un estilo en el vestir lamentable y aterrador e incapaces de tener una interacción social normal”. Rhodes se pregunta por qué demonios uno no puede vestir lo que le dé la gana o hablar o hacer participar al público cuando interpreta a Beethoven durante un concierto cuestionando abiertamente los absurdos protocolos que rodean a todos los integrantes del negocio.

Rhodes es lo más parecido a una estrella del rock en el panorama de la música clásica. Actúa en zapatillas y viste vaqueros, habla con el público antes, durante y después de sus actuaciones en contra de lo que dictan las normas del gremio y se enorgullece de ser el primer artista de música clásica con una pegatina de “advertencia por contenido explícito” en la portada de uno de sus discos. Nos recomienda desde el mismo arranque compaginar la lectura del libro con tomas asombrosas de Mozart o Prokófiev que él mismo selecciona en cada capítulo, indicándonos incluso su disponibilidad en portales de streaming o tiendas digitales de pago (precios incluidos). Sí, ya sé, generalmente se asocia a los que escuchan autores clásicos con sabiondos redichos, pero puedo asegurar que la lectura mejora exponencialmente. Además, para los más escépticos, Rhodes nos deja bien claro que las primeras estrellas de rock fueron precisamente ellos, los Rajmáninov, Schumann y compañía: “Hoy en día, la expresión “estrella de rock” lleva a pensar en sesiones de fotos, tatuajes, frases de mamarracho o salir de jurado en La Voz. En la época clásica eso implicaba llevar un peinado feísimo, padecer alguna enfermedad venérea o mental y pobreza. En su mayor parte fueron cabrones geniales, chalados y depravados…no tiraban televisores por las ventanas, se tiraban a sí mismos”.

Un último dato que hace de este libro un acontecimiento editorial. Editado en España por Blackie Books, a punto estuvo de sufrir un embargo judicial. La ex mujer de Rhodes leyó un manuscrito antes de su publicación y trató de impedir que llegara a las librerías. Argumentaba que su lectura podría provocar irreparables daños en el hijo que compartían. Finalmente y tras un dolorosísimo juicio, el tribunal de apelación dio la razón a Rhodes.

“Instrumental” es un libro maravilloso que se lee de un solo sorbo. Rhodes ha sido capaz de convertirse, y de verdad que resulta pasmoso observarlo según avanzan las páginas del libro, en un músico de notable influencia, un divulgador televisivo de primer orden y toda una celebridad, pero sobre todo un tipo que ha logrado ser feliz y amar la vida.

Anterior crítica de libros: “Der Klang der Familie. Berlín, el techno y la caída del Muro”, de Felix Denk y Sven von Thülen.

 

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