Libros: «Estricnina. Fanzine de ruidos y danzas (1982-1984)», de Rafa Cervera

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«Páginas llenas de empuje ilusionante, con fondos en negro sobre los que se solapaban columnas mecanografiadas, fotos en las que se notaba el recorte»

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Rafa Cervera
«Estricnina. Fanzine de ruidos y danzas (1982-1984)»
EFE EME

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Estimado lector, déjeme que le felicite por poder filtrarse en un auténtico pedazo de los ochenta. Más allá de recuperaciones de discos –necesarias, pero al fin y al cabo un producto del siglo XXI– va a tener en sus manos una auténtica y precisa impresión facsímil, en los dos sentidos del término impresión, de lo que corría por los circuitos de interesados en el nuevo pop en los primeros años de la década. No lo será tanto por los tres ejemplares del fanzine de Rafa Cervera, hoy reputado crítico musical, sino por filtrarse en la manera de manejar la información de aquellos años. Páginas llenas de empuje ilusionante, con fondos en negro sobre los que se solapaban columnas mecanografiadas, fotos en las que se notaba el recorte y un contacto cercano con los grupos que merecían sus páginas y que acababan siendo amigos. Esta es la primera virtud que hoy, ni siquiera los blogs, sus sustitutos naturales, han incorporado.

El proyecto del joven Cervera, del 82 al 84, discurre básicamente entre miembros de bandas valencianas, los jóvenes valores nacionales de los que se llamaba movida y artistas internacionales que hoy están en las enciclopedias y en la memoria popular. Ya de por sí es esencial el prólogo, la parte reflexiva y aún inquieta, que caracteriza a estas páginas como un boletín oficial al que acudir para señalar escena local y criterios.

El número uno sirve casi de introducción para una obra escueta, y como tal despliega las tres líneas, con la escena valenciana –Fanzine, Esgrima y sobre todo Glamour–, las explosivas calles madrileñas –Alaska o Glutamato Ye-Yé– y un carromato de extranjeros: Siouxsie, Plasmatics o Echo & The Bunnymen. Es en el segundo y el tercero, separados por un año, donde se cargan páginas y se intentan expandir estos contenidos, hasta que con el cuarto a medio preparar –hay documentos inéditos, como unas encuestas manuscritas a los grupos de la capital– es reclamado por la radio y por «Rock Espezial».

Existe, leídos con atención, una diferencia entre los números finales, seguramente inconsciente, uno más empapado de vanguardia y experimentos sonoros, y otro de sofisticación. El concentrado en ideas más radicales incluye a Jello Biafra, Lidia Lunch, John Cale o Alan Vega, aunque también aparece Adam Ant con quejas sobre la industria. Es un número menos atento al territorio nacional –valencianos, Última Emoción e Interterror–, pero en esencia, lo más interesante es la segunda parte de un artículo sobre rock y nihilismo y sobre todo una extensa entrevista con Radio Futura, en la que el grupo se explaya con comentarios sobre sus años oscuros, las letras, el público, el papel de las portadas e incluso las esperanzas hacia el reciente gobierno socialista. Una fuente esencial para cualquier biografía de Auserón o del grupo.

En cambio, el tercer número atiende más a la música española y al esteticismo. En principio, hay una impresionante sesión de fotos en casa de Ana Curra, la intrahistoria de esos años, interesantes entrevistas con El Zurdo o Bernardo Bonezzi y el reportaje gráfico de un concierto de Dinarama. En el capítulo valenciano Sade y en el internacional, Warhol o David Byrne.

Hay artículos más de fondo, un Ignacio Julià que se plantea por qué los catalanes no podemos ser modernos –sigue seguramente vigente– o un cuento de Santiago Auserón con el mismo marco narrativo que “La estatua del jardín botánico”, virtud –la de añadir estos nuevos tejidos textuales– que se alía al buen gusto artesanal, al escaparate de grupos valencianos que el aficionado debería buscar y a la jugosa información de una época tan fértil. Uno piensa en todo caso que aquí está el origen de una línea de periodismo equilibrada y clara y que Rafa Cervera en cada cosa que publica después, que ha sido mucho, está haciendo un nuevo número de “Estricnina”.

 

“Estricnina. Fanzine de ruidos y danzas (1982-1984)” solo está a la venta en la tienda de EFE EME.

Anterior crítica de libros: “El baúl de mis recuerdos”, de Karina.

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