«“Porque te vas”, de Jeanette, fue un empeño personal de Saura. Nadie parecía ver esa canción en la película, ni el productor Querejeta, ni Geraldine Chaplin, ni siquiera las niñas protagonistas»
A propósito de los cincuenta años que ha cumplido Cría cuervos, la histórica película de Carlos Saura, Luis García Gil viaja hasta las profundidades melómanas del cineasta aragonés. De Los Canarios en cintas como Peppermint frappé a Los chunguitos en Deprisa, deprisa, pasando, claro, por Jeanette cantando “Porque te vas” en Cría cuervos.
Texto: LUIS GARCÍA GIL.
El cine de Carlos Saura está impregnado de música, consecuencia de una melomanía en la que convivían armoniosamente la música clásica con la música pop del momento. Su afición al flamenco es temprana y ya en su ópera prima, Los golfos, empapada de espíritu neorrealista, sonaba una petenera interpretada a la guitarra por Perico “el del lunar” padre. Saura fue asiduo, de joven, del tablao Zambra de Madrid a donde iba a escuchar flamenco y donde quedó impresionado por la guitarra del jerezano, poseedor de un toque muy original y de un amplio conocimiento de estilos, tal como apuntaran José Blas Vega y Manuel Ríos Ruíz en el indispensable Diccionario del Flamenco que compartieron.
El cineasta aragonés se estrenó cinematográficamente en los albores de los años sesenta y, tras Llanto por un bandido, rodó el que va a ser, muy probablemente, su filme más determinante, La caza, con producción de Elías Querejeta, fotografía en blanco y negro de Luis Cuadrado y música del bilbaíno Luis de Pablo con quien iniciaba una muy fructífera colaboración. Comenzaba además su visión desgarradora de la Guerra Civil Española y sus efectos devastadores en el presente. La caza se erige en metáfora precisa y descarnada de la España de mediados de los años sesenta.
En su siguiente película, Peppermint frappé, cambia de tercio y rueda por primera vez con la que será su pareja y actriz predilecta, Geraldine Chaplin, hija de Charles Chaplin, y a la que llamará Gerarda. Musicalmente, tiene gran importancia la manera en la que Saura introduce en su argumento la música pop de Los Canarios, grupo de rock con mucha influencia soul, liderado por Teddy Bautista. El año 1967 de Peppermint frappé registraron su primer elepé en Estados Unidos, Flying high witch the Canaries. Peppermint frappé tiene mucho de la fascinación fetichista del Vértigo de Hitchcock con ruidosos tambores de Calanda y dedicatoria incluida a Luis Buñuel.
La ciudad castellana de Cuenca, donde se rueda, también tiene su relevancia paisajística en la oscura trama, en la obsesión del protagonista, radiólogo solitario interpretado por José Luis López Vázquez, hacia Elena, la mujer de su amigo Pablo, interpretado por Alfredo Mayo. En la provinciana Cuenca, Elena representa la mujer rubia, inasible y cosmopolita que ansía el radiólogo Julián que convertirá a Ana, la enfermera que trabaja para él, en su propia Elena, una vez urda su particular venganza con el simbólico, etílico y mentolado peppermint frappé de por medio. La música de Los canarios protagoniza dos secuencias clave en la película: en una de ellas, Elena baila al aire libre, algo psicodélica, entre la hojarasca otoñal que la cubre y ante la mirada arrobada de Julián que la fotografía con deleite. En la otra secuencia, ya en la casa campestre bajo cubierto, Elena y Pablo bailan hasta la extenuación sin advertir aún que Julián los ha envenenado.
Geraldine Chapin interpreta tanto a Elena y a Ana. El guion de Peppermint frappé lo firmaron Rafael Azcona, Angelino Fons y Saura. La película es un ejemplo eminente de cómo Saura usa eficazmente la música pop del momento para sus películas, precedente de lo que volverá a hacer en Cría cuervos unos años más tarde.
Cría cuervos se rueda en 1975, el año de la muerte de Franco. Es su décima película como director. Tres niñas huérfanas de padre y madre que están al cuidado de su tía, en una casona situada en Madrid. Entre ellas, Ana, interpretada por la maravillosa niña Ana Torrent, revelada en El espíritu de la colmena. La película posa una mirada demoledora al régimen franquista, al estamento militar, a la familia como núcleo en desintegración. Ya sin Azcona, Saura firma en solitario el guion que es, además, un homenaje a la mujer resistente, sensible, vapuleada en una sociedad franquista dominada por la manu militari de los hombres. Cría cuervos es remembranza de la madre ausente, fantasma omnipresente para la hija.
Saura sitúa en la banda sonora de la película una canción pop, “Porque te vas”, compuesta por el conquense José Luis Perales —de nuevo Saura y Cuenca— e interpretada por la voz aniñada y susurrante de Jeanette, que la grabó en 1974 con producción del milanés Rafael Trabucchelli. “Porque te vas” fue un empeño personal de Saura. Nadie parecía ver esa canción en la película, ni el productor Querejeta, ni Geraldine Chaplin, ni siquiera las niñas protagonistas que no la soportaban. Pero “Porque te vas” es indisoluble de Cría cuervos. Ese momento en el que la recrea Ana Torrent es maravilloso. Es precisa y perfecta, además de documentar el fresco que habita Saura con su mirada donde la memoria importa, pero también el tiempo presente, esa nueva España encarnada en las niñas que serán mujeres en democracia. De hecho, la historia la cuenta en flashback la niña Ana en 1995, cuando ya es mujer y tiene veintitantos años.
También suena en Cría cuervos la copla “Ay, Mari Cruz”, en la voz de Imperio Argentina, compuesta por la tripleta Valverde, León y Quiroga como música que evoca el tiempo pasado de la abuela materna, silente e impedida en una silla de ruedas. También Imperio Argentina cantaba “Recordar”, en la banda sonora de El jardín de las delicias, película con la que Saura estrenaba la década de los años setenta y en la que retrataba a un constructor amnésico tras un accidente de coche, interpretado por José Luis López Vázquez quien, de la mano especialmente de Saura, emprendió un giro copernicano en su manera de comprender la interpretación alejado de sus papeles más cómicos. El jardín de las delicias fue una obra profundamente alegórica que retrataba la España franquista.
La copla, el flamenco, la música andaluza, querencia del Saura más sureño que ya casi superada la transición democrática, en los albores de los años ochenta, rueda un logradísimo filme quinqui titulado Deprisa, deprisa. En los créditos sonaban ya Los Chunguitos con “Ay, qué dolor” y luego con “Me quedo contigo”. Banda sonora del momento, la música aflamencada, que, según Saura, podían escuchar estos jóvenes y prófugos delincuentes. Saura a ritmo de rumba flamenca en el apresuramiento de las vidas a la intemperie, gastadas demasiado pronto. En la banda sonora de aquella Deprisa, deprisa sonaban también Lole y Manuel o Los marismeños.
En los años ochenta, Saura se entrega a la película flamenca con la trilogía protagonizada por el bailarín Antonio Gades de la que forman parte Bodas de sangre, Carmen y El amor brujo, de Lorca a Falla. A Saura le interesa explorar la música como emblema o identidad de un país, sin tergiversaciones, en busca su esencia. Lo hará en España con el flamenco, pero también en Portugal o en Argentina cuando explore el fado o el tango en sus documentales musicales hacia los que irá especializándose, abandonando la ficción.
En Carmen, Saura conoció al genial cantaor gaditano Camarón de la Isla. El cineasta quería que Pepa Flores cantara “Al alba”, de Luis Eduardo Aute, y alguien le sugirió que la grabase con Camarón. La versión —contaba Saura en sus memorias— quedó limpia y emocionante, pero finalmente fue descartada de la película; aun así, constituye otro ejemplo melómano de Saura, en esta ocasión vinculado a la hímnica canción de Aute, emblema del tardofranquismo, versionada primero por Rosa León en 1975, el año de los últimos fusilamientos del franquismo.
Vendrán más películas y más músicas. En Los zancos, película de mediados de los años ochenta, sonaba la música de Santa, una banda de la escena musical del heavy español. En la formación original de Santa había dos miembros que habían pertenecido a Obús, el batería Fernando Sánchez y el bajo Juan Luis Serrano. Ambos tuvieron la idea de formar el grupo con una vocalista, Azucena Dorado. Ese fue el principio de todo. El grupo, ya sin los dos ex Obus, lo lideró el guitarrista y compositor Jero Ramiro.
Avanzando en la filmografía de Saura, hay que detenerse en los años noventa y en ¡Ay, Carmela!, en la que Carmen Maura interpretaba “Suspiros de España”, basada en la obra de José Sanchis Sinisterra. Película sobre una compañía itinerante y trovadoresca que actuaba para animar al bando republicano durante los tiempos de ignominia de la Guerra Civil Española. Terminarán en zona nacional, aprisionados por el otro bando y obligados a complacerlos con su espectáculo. El título de la canción hacía referencia a una canción decimonónica que interpretaban los soldados españoles en lucha contra la invasión francesa, durante la guerra de la independencia española. Una canción con muchas vidas, ya que fue rescatada por los soldados del bando republicano durante la Guerra Civil.
Otra película del Saura de los noventa es Taxi, un retrato violento de la noche madrileña a través de un grupo de taxistas xenófobos. En la banda sonora participó el rumbero Manuel Malou, los Gipsy Kings y Manu Chao con Mano negra.
En el siglo veintiuno el cineasta no dejaría de explorar las músicas populares, el folclore argentino en Zonda o la música portuguesa en Fados, hasta volver a su propia entraña para desentrañar la jota aragonesa en Jota. Con todo, sus grandes logros cinematográficos vinculados a canciones venían del siglo anterior y tenían que ver con la ya referida presencia musical de Los Canarios en Peppermint frappé o de Los chunguitos en Deprisa, deprisa, sin olvidar, claro, a Jeanette cantando “Porque te vas” en Cría cuervos, Premio del Jurado del Festival de Cannes en 1976. “Porque te vas” sonando en varios momentos de Cría cuervos constituye, sin duda, uno de esos momentos cumbre del cine de Saura en donde música e imágenes dialogaban de un modo ejemplar.