Las mejores portadas del rock: Nirvana, «Nevermind»

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«Creen que algunas tiendas se negarán a venderlo por mostrar explícitamente el sexo del bebé. Negocian con el grupo e incluso se prepara una portada alternativa en la que el sexo es borrado burdamente. Sin embargo, Kurt Cobain no cede»

 

«Nevermind», el disco que lanzó a Nirvana al estrellato grunge, y su inolvidable imagen es la portada seleccionada esta semana por Xavier Valiño.

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

 

Diseñador: Robert Fisher.
Fotógrafo: Kirk Weddle.
Fecha de edición: 24 de septiembre de 1991.
Discográfica: Geffen.
Productor: Butch Big.

Sabemos cuál fue el final de Kurt Cobain, suicidado en su casa de Seattle, e incluso podemos aventurar su causa: su incapacidad para gestionar la fama a la que le había llevado el éxito de «Nevermind». En la portada de aquel álbum, además de un bebé nadando aparecía un sedal y un anzuelo. En el anzuelo colgaba un billete y al final del sedal podemos aventurar que se encontraba emocionalmente Kurt Cobain, con una mentalidad frágil dañada por aquel éxito. Curioso que en el momento en que tuvieron que pensar en cómo empaquetar aquel álbum, Kurt Cobain sugiriera entre bromas el anzuelo y el billete. Da que pensar.

 

 

 

Tras su debut, «Bleach», Nirvana ficha por una multinacional, Geffen. Con un presupuesto exiguo para lo acostumbrado en su discográfica, 60.000 dólares, entran a grabar su segundo disco en los estudios Sound City de Van Nuys, en el Valle de San Francisco, con Butch Vig como productor. Nadie puede intuir siquiera el gran éxito que tendrá aquel disco y cómo cambiará la historia del rock al popularizar el grunge y conseguir que durante unos años discográficas y una buena parte del público presten atención a la música que sale del underground. Esta lista da buena cuenta de ello, con los 40 discos más raros grabados tras el éxito de «Nevermind».

Sin presión alguna por parte de su entorno y de su sello, el trío se pone a trabajar también en la carpeta de su álbum. Kurt Cobain, quien durante un tiempo había hecho, según sus palabras, fotografías “extrañas, artísticas, bohemias”, valora incluir alguna de sus instantáneas. Su primera opción es una en la que retrata a un mono de goma suyo al que llamaba Chim Chim –como una mascota de la serie animada japonesa «Meteoro»– con un kit de viviseccionista en la espalda. El mono posa frente a un montaje creado por el propio Cobain en el que había incluido fotos del «Infierno» de Dante, de vaginas enfermas pertenecientes a una colección suya de fotos médicas y de carne cruda procedente de un anuncio de un supermercado, una de ellas con un retrato del grupo Kiss.

Cobain no está completamente seguro de su elección, así que busca la opinión de alguien más cualificado. Ahí entra en acción Robert Fisher, un chaval que había crecido con una dieta a base de Led Zeppelin, Yes y Pink Floyd y que se había dedicado a estudiar obsesivamente las portadas de discos que le llamaban la atención, hasta el punto de llegar a reproducir en cerámica negra el obelisco de la portada de «Pressence», de Led Zeppelin. Tras estudiar Arte, se gradúa en Los Ángeles en 1989 y entra como responsable del Departamento Artístico de Geffen, que dirige durante diez años antes de montar su propio estudio, diseñando durante ese tiempo portadas como la de «Odelay», de Beck.

Fischer prefiere olvidarse del mono y le pregunta a Kurt Cobain por otras opciones. El líder de Nirvana le habla de un documental que ha visto con el baterista Dave Grohl sobre partos debajo del agua. Piensa que esa sería una buena imagen, realmente impactante. Durante un tiempo ambos consultan libros de esa temática para hacerse una idea de cómo tendría que ser la foto, aunque Fisher duda que Geffen acceda a distribuir una portada con una imagen tan gráfica, así que propone a Cobain seleccionar otra de un bebé nadando bajo el agua. Eligen una que encuentran en un libro de una biblioteca pública y contactan con su autor, pero la cantidad solicitada, 7.500 dólares, les obliga a descartar la idea.

El diseñador decide hacerla él mismo. En la piscina de la escuela de natación Rose Bowl Aquatic Center de Pasadena prepara una sesión de fotos para la que convoca a cuatro parejas y a sus bebés, niños y niñas, pagándoles a cada pareja 200 dólares. El hombre tras la cámara será Kirt Weddle, compañero de apartamento de Fisher y que se estaba especializando en fotografía subacuática después de varios años fotografiando coches. Weddle toma imágenes de los bebés durante tres horas, mientras sus padres se los van pasando de uno a otro para que aprendan a nadar. Semanas después, tras ser invitado a un concierto del grupo, haría también una sesión similar con Cobain, Grohl y Novoselic.

 

 

 

Ya en el estudio, mientras revisa las fotografías, descubre una que le parece perfecta. Un bebé nada contento y relajado con los brazos bien abiertos, cubriendo toda la imagen. Se trata de Spencer Kenneth Royce Elden, de tres meses, el hijo de unos amigos suyos, Rick y Renata Elden. Era la primera vez que nadaba y, mientras sus padres se lo pasaban tres veces bajo el agua, Weddle le había sacado una docena de fotografías. En el torso del bebé, si se mira fijamente, se puede ver la huella de la mano de su padre que lo acaba de lanzar hacia su madre.

 

 

 

Weddle decide que aquella debe ser la imagen de la portada, y tanto el grupo como Fisher están de acuerdo. No obstante, creen que a la portada le falta algo. Piensan en un sedal de pescar y un anzuelo, pero no se deciden sobre qué debe ir en el anzuelo. Pasan un día debatiendo si será carne, pescado o un disco compacto y al final, entre bromas, alguien propone un billete. Fisher lo ve claro y retoca la fotografía, relegando definitivamente la imagen del mono a la contraportada del compacto y a la funda interior del elepé. Le envía la versión definitiva de la portada al grupo y estos no proponen ningún cambio, algo que sorprende positivamente a su autor.

Aun así, su discográfica no las tiene todas consigo. Creen que algunas tiendas se negarán a venderlo por mostrar explícitamente el sexo del bebé. Negocian con el grupo e incluso se prepara una portada alternativa en la que el sexo es borrado burdamente. Sin embargo, Kurt Cobain no cede. Él propone que, si se tiene que tapar, el disco lleve una pegatina que diga: “Si te ofendes por esto, entonces es que eres un pedófilo encubierto”.

Hoy Spencer Elden trabaja en la empresa de diseño de Shepard Fairey, autor de los pósters de las campañas de Obama. Pero esa imagen siempre le ha perseguido: “Siempre supe que yo era el de ‘Nevermind’, así que jamás tuve tiempo para cuestionármelo. Me di cuenta a los nueve años. Y ahora soy un chico normal y sé que voy a tener que convivir con eso toda mi vida. Me convertí en una estrella del porno por accidente. Hace unos años trabajaba en un bar y, cuando las chicas se enteraban de quién era, querían ver de inmediato mi órgano sexual. Y créeme: no es mucha la gente que me ha visto desnudo, pero sí millones los que me han conocido sin ropa debido al disco de Nirvana. En situaciones más íntimas se vuelve algo extraño. Eso sí, a veces he ido a buscar trabajo y cuando les digo que soy el bebé de ‘Nevermind’, me dicen: “Guau, ¿en serio?”

 

 

 

Elden fue también protagonista de otra portada. Se trata del disco «The dragon experience» de cEvin Key, el cantante de Skinny Puppy, y lo hizo a petición de la novia de este, que solía ser su canguro. Aunque siempre prefirió a otros grupos como The White Stripes, Elden ha tenido desde hace años en su habitación un disco de platino de «Nevermind» que el grupo le regaló por las molestias causadas, y no pierde la oportunidad de demostrar su orgullo por haber participado de alguna forma en él. Incluso recreó la imagen en otras dos ocasiones posando de nuevo bajo el agua: en 2001 para la portada de la revista «Rolling Stone» cuando se cumplieron diez años de la edición del disco, aunque en esa ocasión llevó puestos unos pantalones cortos y, más tarde, en 2008, usando entonces un bañador. «Rolling Stone» también reprodujo la portada de Nirvana en un número especial de noviembre de 2002, pero en dibujo y con Bart Simpson en lugar del bebé.

 

 

Aunque pocos han reparado en ello, lo cierto es que la portada de Nevermind guarda cierto parecido con la del disco «In deep» de Argent, diseñada por el colectivo Hipgnosis en 1973, que bien podría haber servido de inspiración. Desde su publicación en 1991, varios han sido los discos que la han homenajeado o parodiado. Entre ellos, un single compartido por Los Straitjackets y Southern Culture on the Skids (‘Smells like teen spirit’ / ‘2009’) y discos de Smith Westerns («Smith Westerns»), The Brady Bunch Lawnmower Massacre («Desperate football»), Foals («Total life forever»), Gacy’s Place («Smells like Gacy’s Place»), Jeanne Cherhal («L’eau»), Lynzee («Victim of Nirvana»), Safetysuit («Life left to go»), los recopilatorios «Punk goes 90’s» y «Visions: 75th anniversary compilation» o el paródico «Off the deep end» de Weird Al Yankovic», quien contó con el asesoramiento del diseñador de la original, Robert Fisher.

Cuando el disco de Nirvana se editó finalmente en 1991, muchos prestaron más atención a la desnudez del bebé que al concepto que se puede intuir en el diseño de Fisher: una persona corrompida por el dinero y la sociedad capitalista nada más nacer. Que lo podamos extender al poder económico de una multinacional, su poder para corromper la integridad de un artista y los problemas posteriores de Kurt Cobain no suena tan descabellado. Por si acaso, las palabras de su diseñador apuntan en esa dirección: “Aunque a Kurt Cobain le gustaba pensar profundamente en su trabajo desde un punto de vista intelectual, nunca dio una explicación racional del diseño. Siempre asumí que el bebé desnudo simbolizaba su propia inocencia, que el agua representaba un entorno extraño y el sedal y el billete de dólar, su faceta creativa entrando en el mundo del rock corporativo”.

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: The Beatles, “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band”.

 

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