Las grandes BSO: “El puente sobre el río Kwai”

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“La silbada ‘Marcha del coronel Bogey’ fue compuesta en 1914 por el director de banda del ejército británico Frederick Joseph Ricketts, bajo el seudónimo Kenneth J. Alford”

 

Uno de los silbidos más reconocibles de la historia del cine pertenece a la banda sonora de “El puente sobre el río Kwai”, compuesta en 1957 por Malcolm Arnold. Fernando Fernández estrena una nueva sección con las bandas sonoras más importantes de la historia de la gran pantalla.

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

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“El puente sobre el río Kwai” (“The bridge over river Kwai”)
Música de Malcolm Arnold, 1957

 

Una de las bandas sonoras míticas del cine, realizada prácticamente al final de su época dorada, es la música de la película “El puente sobre el río Kwai”. Un clásico de 1957 que da la impresión de ser más moderno de lo que en realidad es, en gran parte por el magistral trabajo de dirección de David Lean, que entonces comenzaba su etapa de grandes espectáculos cinematográficos. Sin embargo, ya han pasado casi sesenta años desde que el compositor Malcolm Arnold compuso la música en la que incluía el famoso silbido de los prisioneros ingleses mientras se encaminaban a construir el emblemático puente.

 

 

Malcolm Arnold

Arnold es uno de los grandes compositores británicos no solo del cine, sino de la historia. Es autor de las partituras de más de cien películas y documentales, pero también ha compuesto nueve sinfonías, ha ofrecido treinta conciertos y un buen número de ballets, operas y música vocal y de cámara. Todo un maestro que componía para el cine por amor al medio, algo no tan habitual en los compositores clásicos de esta era.

Entre sus trabajos musicales para la gran pantalla se encuentran títulos prestigiosos como “Los héroes de Telemark”, “Mujer sin pasado”, “Cuando el viento silba”, “De repente, el último verano”, “El albergue de la sexta felicidad”, “Trapecio” o “La barrera del sonido”. Todos ellos son una pequeña muestra de la capacidad y estilo dramático tremendamente reconocible del compositor. En «El puente sobre el río Kwai» (basado en la novela de Pierre Boulle, uno de los autores de “El Planeta de los Simios”), colaboraba por tercera y última vez con el director David Lean. Y se despidió de él con la que es, seguramente, su partitura más reconocible, con la que consiguió un merecido Oscar a la mejor banda sonora en el año 1958. Su único galardón.

 

 

 

Una marcha prestada

Curiosamente, lo más reconocido de este trabajo, la conocida y silbada «Marcha del coronel Bogey», no es obra del compositor. Dicha marcha fue compuesta en 1914 por el director de banda del ejército británico Frederick Joseph Ricketts, bajo el seudónimo Kenneth J. Alford, pero en su utilización reside parte de la demostración de su maestría. Por un lado, porque cuando se interpretó dicha marcha durante la Segunda Guerra Mundial solían utilizarse diversas palabras malsonantes, algo que horrorizó a su compositor, quien prohibió las representaciones públicas de esta melodía, algo con lo que estaba de acuerdo el productor de la película, Sam Spiegel. Pero la prohibición no se aplica a la música de Arnold, ya que no incluye la melodía principal y siempre aparece siendo silbada por los soldados. De esta forma se ha convertido en una melodía memorable, la perfecta demostración de la superioridad y carácter británicos frente a sus captores. Y eso que el director quería utilizar otra (‘Bless’em all’), que el productor no permitió debido a su alto coste para la producción.

El toque final de Arnold fue la composición de una segunda marcha completamente original, “La marcha del río Kwai”. Las dos marchas son afines en cuanto a su construcción, ya que esta última se utiliza como contramelodía de la primera, utilizando las mismas progresiones de acordes y proporcionándole una doble personalidad. Por una parte mantiene la tradición de la nobleza militar británica, y por otra muestra una versión más retorcida, disonante y misteriosa como perspectiva de la obsesión egoísta con el puente por parte del coronel.

 

 

Sin embargo, la utilización de estas marchas no es la razón por las que esta banda sonora merece ser destacada, sino por el excelente conjunto construido por Arnold. Es evidente la maestría del compositor a la hora de construir el drama, la acción y las emociones en la película. La manera en que atenúa su propia música para dar cuerpo a la psicología subyacente de la narrativa de la película es absolutamente impecable, y buen testimonio de su dominio de la composición, un estupendo comentario sobre la estupidez y sinrazón de las guerras, de lo militar y del ser humano. Es por ello que la banda sonora es un maravilloso ejemplo de la composición cinematográfica de la edad de oro, y una partitura que debe incluirse en cualquier colección.

Para el que esté interesado en adquirirla, existen tres ediciones discográficas: Varese Sarabande (1988), Columbia Records (1995), Milan Records (2013). La más completa es la de 1995, pero todas tienen una calidad de sonido bastante pobre. Por su sonido, recomendaría la suite especial, encargada a Christopher Palmer por la BBC como homenaje al 70 cumpleaños del compositor y dirigida por Richard Hickox, publicada por Chandos en el año 2000.

 

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