Las cosas del querer, de Maison Bélier

Autor:

DISCOS

«Un primer elepé lleno de maravillas que basculan hacia el flamenco, el bolero, la rumba o la canción de autor»

 

Maison Bélier
Las cosas del querer
Ventilador, 2022

 


Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Quienes añoren el sonido que desplegó en sus cuatro discos de estudio y en sus conciertos Ojos de Brujo antes de su disolución, hace ya casi diez años, están de suerte. No solo porque su andamiaje sonoro ha influido en decenas de grupos a lo largo de esta década —y así pueden recordar su buen hacer—, sino también porque uno de sus componentes —Juanlu Leprevost— se ha embarcado en una aventura como dúo con Elsa Formisano —que proviene de Lil Mama— y ambos adoptan dejes en parte análogos a la banda que Juanlu abandonó en 2006.

Se hacen llamar Maison Bélier y han editado un primer elepé para Ventilador lleno de maravillas que basculan hacia el flamenco, el bolero, la rumba o la canción de autor. Músicas populares, en definitiva, muy de Barcelona. De la Barcelona de puerto y taberna, eso sí, de aquella por la que andaban Gato Pérez, el Pescadilla, Manu Chao y poetas de vino y cantina; de la Barcelona en que se mezclan todas las lenguas del mundo y más, si más hubiera. De la Barcelona que ya no existe.

Una Barcelona que, no lo olvidemos, bebe, y mucho, de la salsa. Quizá más que otra ciudad española. Y para demostrarlo, ahí tenemos “Señales”, que poco a poco va derivando hacia lo tropical y hacia los metales de la Fania. Representa la otra cara de “Ojos negros”, la rumba en estado puro con todo el compás, todo el fraseo y un retrato a la manera de la copla moderna. Emocionará a los amantes de la rumba catalana más primigenia, a los de Ojos de Brujo y a los de Rosalía. Amplio espectro.

Entre estas dos direcciones se mueven los once cortes del disco. La del sabor se aliña con “Te lo di”, cargada de bombas latinas, o “Febrero”, en que la sonoridad caribeña se extrae únicamente del pozo de una guitarra acústica, hasta llegar a ser casi soul suave.

Hay otra fractura, la de la prestancia andalusí. Es la que ocupa las primeras canciones del disco, tras la introducción, un instrumental que da cierto tono nihilista. Un no lugar emocional que se abre enseguida a “Las cosas del querer”, un tema con sinceridad de susurro, coros que le insuflan oxígeno y pequeñas explosiones del sur, a las que “Tormenta” cubre de gelidez, aún teniendo más rasgos flamencos. No elimina intensidad, eso sí, como los Claustrofobia de Un chien andalou captan la esencia de la voz escondida, sin dramatismo.

Pero, como hemos señalado, el disco tiene cortes con la suficiente amplitud para trasladarte a otros paisajes. No es solo su canción en catalán, “Bufa el vent”, con una delicadeza de instrumentación, como las del maestro Bardagí para Serrat, y también como esas rumbas lentas de Gato Pérez. Hay mucho más. “Pourtoi” tiene, como su título indica, sabor francés, y su acordeón sitúa al oyente en Saint Germain des Prés como si una banda cubana lo invadiese, en una yuxtaposición imposible entre el existencialismo y la luminosidad.

Por otro lado, “Sígueme” es una amalgama bien formada en que se juntan el rapeado, lo brasileño y lo tropical hasta romper los límites de una canción. Esta es la gran virtud de Maison Bélier, que marcan perfectamente los cánones de las canciones pero después saben salirse de ellas. Y entrar en ellas tan bien como salen, buscando siempre la emoción. Y consiguiéndola.

Anterior crítica de discos: Wet leg, de Wet Leg.

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