La rumba pop a la búsqueda del reconocimiento internacional

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«Era poner en el mapa internacional a la rumba catalana. Era necesario hacerlo. Así como otros géneros musicales van siendo reivindicados poco a poco, la rumba catalana merece ser conocida y disfrutada por cualquiera»

 

La antología «Gipsy Rhumba», editada por el prestigioso sello británico Soul Jazz, llega con la intención de que los grandes años de la rumba catalana sean reconocidos a nivel internacional.

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Desde hace meses se sabía que «Gipsy rhumba», o «el disco que Soul Jazz va a dedicar a la rumba catalana» (que así se hablaba de él) iba tomando forma. Ese álbum, recién editado (en cedé y doble vinilo) por el prestigioso sello británico especializado en cuidados recopilatorios (esencialmente de reggae, soul, funk, pero también de punk, jazz o salsa) es como el necesario reconocimiento a un género puramente autóctono (surgido en Barcelona) que conoció la gloria en los años sesenta y setenta para luego ir apagándose poco a poco, con puntuales repuntes: la aparición de Gato Pérez en 1978, el éxito internacional de los Gipsy Kings a finales de los ochenta, la reaparición de Peret a comienzos de los noventa.

Pero ya nunca nada fue igual, ni ese impulso que desde Forcat se le trata de dar a la rumba catalana en los últimos años, con Txarly Brown como ideólogo y motor imprescindible, logra romper con la sordera del mercado. La rumba sigue viva, pero ha quedado relegada, como tantos géneros en el mundo, a su propio gueto sonoro, a su particular casilla, para autoconsumo de devotos. Tampoco los propietarios de las grabaciones históricas han hecho mucho por ponerlas de nuevo en circulación, así que no extraña que esta panorámica de Soul Jazz Records haya levantado expectación y, porqué no, haya alumbrado un rayito de esperanza: ¿y si funciona? ¿y si se obra el milagro y la rumba, pasada y presente, adquiere cierta relevancia y hay interés por ella? Aunque uno milita en las filas del pesimismo, desea que ojalá sea así.

«Gipsy rhumba (El ritmo original de la rumba gitana en España. 1965-74)» surge de una idea de su compilador, David García (conocido como «El Indio»), batería de uno de los grupos de rock más exitosos del momento, Vetusta Morla, y aficionado y coleccionista rumbero desde hace años. Él se ha encargado de la selección de los temas mientras que el periodista musical José Manuel Gómez ha prestado sus conocimientos en la materia para conformar los textos que ayudan a entender qué fue la rumba catalana, o pop (o gitana, como se nombra en el disco), como ustedes prefieran.

Nos cuenta David que el proyecto nace de una propuesta suya a Soul Jazz: «Yo conocía el sello desde hace muchos años, me hizo descubrir mucha música y en cuanto me decidí a hacer este recopilatorio, pensé en ellos como los más adecuados para dar a conocer a la rumba catalana como creo que se merece. Solo hizo falta enviar unos mp3 y un par de vídeos de Youtube para que conocieran el género y me dieran una respuesta positiva. No pareció que supieran nada acerca de ella, o al menos Stuart Baker, jefe del sello, nunca me dijo nada. Supongo que conocería la rumba cubana y a los Gipsy Kings y, como mucho, el ‘Borriquito’ de Peret, que fue un éxito en toda Europa en los setenta.»

Respecto a decantarse principalmente por la rumba catalana al idear el disco, David apunta que fue «porque es el género con entidad propia que crearon los gitanos catalanes a finales de los años cincuenta y primeros sesenta. Lo demás ha sido o evolución de esta o bien esas primeras adaptaciones flamencas con que se interpretaba la música que llegaba de Cuba y el Caribe. Como en otros géneros musicales, el esplendor del mismo se da alrededor de ese cambio de década entre los sesenta y los setenta. El periodo en el que nos centramos marca desde la primera a la última grabación incluida en el disco, pero el periodo podría haber abarcado desde los comienzos de los sesenta hasta finales de los setenta, que es la primera gran época de la rumba catalana». Sin embargo, uno de los aspectos llamativos de la recopilación es el título de «Gipsy rhumba» y la mención en el subtítulo a la «rumba gitana», nada de catalana. ¿Razones comerciales? Responde José Manuel Gómez: «Aquí se conoce como rumba catalana, pero en el resto del mundo aún piensan que tiene que ver con el flamenco. No es retórica, el presentador del primer festival flamenco en Dakar, para ilustrar a las masas sobre lo que iban a escuchar, mencionó a los Gipsy Kings y su ‘Djobi djoba’. Los Gipsy Kings vendieron lo suyo como flamenco, supongo que era lo más fácil, antes que explicar que eran franceses pero lo que hacían era rumba catalana. Nos hubiera gustado incluir a Bambino, que participa del sonido, de la estética de los primeros rumberos, aunque no era catalán, era de Utrera.» David amplía la respuesta: «Le dimos ese nombre porque esta rumba primero es gitana y luego catalana, y de cara al exterior me parece más importante remarcar ese sentido. Y en inglés porque es un disco pensado para el mercado internacional, mayormente anglosajón, aunque considerando también el latinoamericano y el español, por eso toda la información está en ambos idiomas.»

En cuanto a la selección de temas e intérpretes, David argumenta que «básicamente ha consistido en tener los mejores temas de la rumba catalana, ya sea por ritmo, energía, que fueran un éxito en su momento o, sencillamente, nos gustaban y emocionaban. Los artistas más importantes o con una carrera más larga tienen más presencia y se ha intentado que hubiera una amplia representación, teniendo en cuenta que no se ha podido contar con grabaciones pertenecientes a multinacionales debido al alto coste que exigen para incluir canciones que les pertenecen, a pesar de que ni ellos mismos saben lo que tienen en su catálogo, no le dan importancia y no se preocupan de mostrarlo». Y remarca la voluntad internacional del lanzamiento: «Para mí este proyecto era más bien poner en el mapa internacional a la rumba catalana. Era necesario hacerlo. Así como otros géneros musicales van siendo reivindicados poco a poco, la rumba catalana merece ser conocida y disfrutada por cualquiera.»

Gómez se muestra optimista respecto al posible recorrido comercial del álbum: «yo tengo esperanzas de que ayude a reabrir un debate con Latinoamérica sobre nuestra música popular. Creo que los discos de Txarly Brown, los ‘Achilifunk’, han funcionado muy bien en el exterior. Imagina por un momento que los grandes impulsores del rock and roll fueran unos desconocidos. Pongamos a Chuck Berry, Bo Diddley, Gene Vincent y Eddie Cochran, y que de los grandes pioneros solo se conociera al Elvis del traje blanco, el de los setenta en Hawai. Imagina el efecto que tendría un recopilatorio con esos nombres; y con las primeras grabaciones de Elvis. Pues eso.»

Sin duda, «Gipsy rhumba» ha despertado expectación en los ambientes rumberos, a lo que Gómez apunta que él cree que esta edición le va a dar más prestigio a Soul Jazz que al contrario. «No sé como funcionan los ‘hipsters’. De lo que estoy seguro es que va a impactar a un buen número de melómanos de todo el mundo. No hay que olvidar que esta música nació y creció gracias, o frente, a los turistas.» Y asume el papel didáctico que le correspondía como responsable de los textos: «están realizados de la manera más clara y concisa de la que he sido capaz, siempre he tenido en cuenta que tenían que ser traducidos al inglés. Que debían ser leídos por personas que conocen poco o nada del tema. Por lo tanto he huido de lugares comunes y datos erróneos o poco contrastados. En los textos en los que se explican de dónde vienen las canciones he intentado averiguar, hasta donde he podido, cuál ha sido el proceso de transformación de la canción hasta la versión rumbera.»

Una de las cuestiones que pone sobre la mesa «Gipsy rhumba» es el escaso interés que la rumba pop ha despertado en España en las últimas décadas, relegándola al olvido o sus nombres principales condenados a reediciones caóticas en series baratas. «No tengo ni idea de porqué ha pasado esto –comenta Gómez–, supongo que por costumbre o por mal gusto. Desconozco por qué las portadas espantosas, canciones fabulosas al lado de temas incomprensibles. Luis Clemente hizo un estudio sobre el kistch flamenco en el que aparecen muchos rumberos pero acababa hablando de filosofía. Supongo que son deseos de explicarlo. No creo que sea una quimera o, rarísimo, poner en el mismo disco solo canciones excelentes. Personalmente odio la costumbre del chiste fácil engarzado a una rumba. Esa manía de rebuscar el toque bizarro.» Ambos prometen seguir trabajando en el futuro en próximos proyectos que traten de dignificar el género. ¡Aleluya!

 

 

EL DISCO

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«Lo importante es que, pese a las ausencias o presencias, la rumba catalana, la rumba pop o la ‘gipsy rhumba’ está en las tiendas del mundo mundial, ofreciendo una paleta bastante amplia de lo que fueron sus mejores años»

 

Cuando le pegas un vistazo al repertorio que conforma «Gipsy rhumba (El ritmo original de la rumba gitana en España 1965-74)», lo primero que destaca es que la mayoría de estos temas desembarcan por vez primera en cedé, lo que es motivo de alegría para los coleccionistas que tenemos los viejos singles y epés de vinilo gastados y crujientes. Sin embargo, ay, el diseño se te cae de las manos al abusar, desde la misma portada (con una Chunga luciendo vestido de lunares), del folclorismo más enervante, y aunque las fotos de Jacques Leonard (en ambientes gitanos de la Barcelona de los años cincuenta y primeros sesenta) sean un hallazgo de primer orden, uno no sabe si son las más adecuadas para «vender» un disco que, en gran medida, tiende a buscar las pistas de baile y a revolcarse con el pop. Y no olvidemos que aquellos primeros rumberos de los sesenta eran, parafraseando a Peret, «gitanitos, modernos y de capital», vamos, unos «gitanos finos». Pero lo que importa es la música, así que vayamos con ella.

Se abre imbatible la antología con Rabbit Rumba y su versión de ‘Nuestro ayer’, del único álbum que grabó Josep Cunill, el gran pianista y arreglador de mucha de la primera rumba catalana. Desde ahí, y en un total de veinte temas, se nos ofrece un recorrido que recupera a Los Gitanos Polinais (que solo dejaron un escaso epé que es una pieza muy recomendable de rumba catalana canónica), al fascinante El Gitano Portugués (grabó para Discophon varios epés luego recopilados en un elepé e introdujo el portugués en el género), a Ramonet (de aquel inicial epé para Sonoplay puede que hubiera sido más sensato recuperar ‘El partido’, pero quizá para el mercado internacional la elección de ‘Bacalao salao’ sea más lógica), el descomunal Chango (solo y como Juncal y Los Calistros) o Moncho y su Wawancó Gitano (en rigor, la aproximación del bolerista Moncho a la rumba fue inicial y circunstacial, pero su único epé es un clásico, y pionero del género en su versión más abiertamente caribeña).

También se dejan caer, lógicamente, los imprescindibles y totémicos Antonio González y Peret, amigos en lo personal pero enfrentados por la historia y con diferentes maneras de aproximarse a la rumba catalana. Y está muy bien abrir la mano a Dolores Vargas, que en rigor no era rumbera pop, pero que como tantos otros artistas del momento se acercó al guiso. De ella se incluye el imprescindible e hipnótico ‘A-chi-li-pu’ y ‘Anana hip’. También tiene sentido que esté Lola Flores, pues junto a Antonio González grabó algunos temas fácilmente encuadrables en la rumba catalana (se ha elegido ‘Meneíto men’).

Absolutamente incomprensible y desconcertante es la presencia de Maruja Garrido, ¡y además con dos temas!, que poco tiene que ver en esta fiesta. También es una barbaridad la inclusión de tres cortes de El Noi, uno de los rumberos más olvidados (su escasa discográfia es de las que nunca ha llegado al cedé) al que David ha querido reivindicar, y aunque fabuloso, con una muestra o dos suyas habría sido suficiente y se podría haber dejado espacio para Chele, La Payoya, Enriquet o Rumba Tres (incluso con alguno de sus primeros temas, como Los Espontáneos).

Desde luego, lo que clama al cielo, y me uno al lamento público de Txarly Brown, es la ausencia de Los Amaya, uno de los pilares básicos del género junto a Peret, Antonio González y Chacho, y sin los que es imposible comprenderlo plenamente. Por cierto, que Chacho tampoco sale muy bien parado, con un único tema, y tardío: ya se podía haber recurrido a alguna de sus rotundas primeras grabaciones, aunque parece que el precio de las licencias no lo ha hecho posible, lo mismo que con Los Amaya.

En todo caso, cada uno selecciona lo que le gusta o apetece, y aquí lo importante es que, pese a las ausencias o presencias, la rumba catalana, la rumba pop o la «gipsy rhumba» está en las tiendas del mundo mundial, ofreciendo una paleta bastante amplia de lo que fueron sus mejores años. A ver qué pasa.

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