«Los diálogos son de los más verosímiles de la literatura española, como siempre en Raúl Núñez, pero en este caso se acrecienta la cercanía»
Raúl Núñez
La rubia del bar
Efe Eme, 2025
Texto: CÉSAR PRIETO.
Cuenta la contraportada de la novela de Raúl Núñez que recientemente ha rescatado Efe Eme, La rubia del bar, que esta es la gran novela romántica de Raúl Núñez. La afirmación es, con matices, falsa. Cualquier novela de Raúl Núñez es la gran novela romántica de Raúl Núñez, en el sentido decimonónico. Todas hablan de la realidad y el deseo; todas tienen protagonistas que huyen, pero no saben a dónde; en todas, las ideas celestiales acaban en descensos bruscos a los infiernos. Si acaso, es la gran novela sentimental, de la misma manera que Sinatra es la gran novela sensible, alejadas ambas, en su etapa intermedia, de los excesos casi surrealistas, de la primera y la última.
No se aleja, en ninguna de sus cinco obras de ficción, de las mismas ambientaciones. Historias contemporáneas que se alojan en bares cochambrosos de la Barcelona más deprimida, pensiones en las que una palangana es un lujo, calles que te oprimen y te rompen. Ni de esos personajes solitarios, perdedores cuando no tienen nada que perder —porque nadie es propietario de sus sueños—, pícaros a los que no les sale bien ninguna trampa, mujeres enloquecidas o que derraman sensualidad sin ellas saberlo.
En el caso que nos ocupa, Mario ha dejado su trabajo en Renfe porque quiere ser escritor, pero se pasa el día en el bar, que es donde a veces entra, o borracha o seductora, la señora inspiración. Su mujer no es ni una cosa ni otra, es una vidente con el nombre de Madame Vera. Ese día, va a ocurrir algo. Mario echa su última moneda a la máquina tragaperras y gana cinco mil pesetas. Hasta que reviente ese dinero no espera volver a casa. Así que se mete en un bar musical y pide combinados, y ve entrar al que después descubrimos que es Ortega, un proxeneta homosexual, con un dóberman, y a quien una rubia, desde la barra le tira un fajo de billetes. Mario va a hacer todo lo posible para conquistarla porque se ha quedado pillado.
A partir de aquí aparece su amigo García —siempre en los billares—, el club de alterne donde trabaja Marta y un proyecto de fotonovela porno en que Mario se ve implicado, aunque no quiera, porque los protagonistas de las novelas de Raúl Núñez siempre se ven implicados, aunque no quieran. También extraños pescados comprados en una parada del mercado y una locura que se podría llamar costumbrista, con episodios que se sabe cómo empiezan pero que nadie es capaz de adivinar cómo acabarán.
El estilo apuesta por la frase corta, certera, que estalla a veces en inesperadas metáforas, casi siempre degradantes, a un paso del esperpento. Sin embargo, hay fragmentos esencialmente poéticos, auténticos poemas en prosa en que el periodo se demora un tanto más y el ritmo surge delicado y arrasador. El capítulo 35 es modélico en este sentido, dentro de una novela con capítulos breves, que vienen y se van.
Los diálogos son también de los más verosímiles de la literatura española, como siempre en Raúl Núñez, pero en este caso se acrecienta la cercanía porque el proyecto inicial no era una novela, era una serie de entregas en cada número de una revista que era la abanderada de la modernidad en los años ochenta: La luna de Madrid. En ella, a partir de enero de 1985, se desplegaron únicamente tres entregas, pero son las que hicieron que saliera adelante un guion cinematográfico y una película en la que colaboraron Raúl y el director Ventura Pons. La novela completa fue escrita a partir este guion y no al revés, como suele suceder.
En todo caso, el mundo narrativo de Raúl Núñez no tuvo demasiada incidencia en los lectores. O no toda la que su talento merecía, pero sí que sirvió para abrir una puerta para que, años después, jóvenes narradores se colaran por ese hueco e hiciesen vibrar el ruido de las calles. Francisco Casavella en primer lugar y, más adelante, Kiko Amat o Miqui Otero.
Y aún faltan algunos libros de su producción. Una novela, A solas con Betty Boop —cuando la lean les sorprenderá su técnica literaria— y El aullido del mundo, una colección de cuentos y de artículos aparecidos en la revista Cartelera Turia. Tenemos Raúl Núñez para un rato más en estas ediciones de la colección Intermitente. Prepárense a disfrutar.
– Anterior crítica de libros: Roco Vargas. Memorias de un futuro que no fue, de Daniel Torres.