«Un buen grupo de freaks defienden que la foto no es más que la confirmación de la muerte de Paul McCartney»
El 9 de marzo de 1966 saltó una extraña noticia que aseguraba la muerte de McCartney en un accidente de tráfico. Los teóricos conspiranoicos se alimentaron de una efeméride que vieron confirmada en la imagen de portada de uno de los discos más emblemáticos de los Beatles, Abbey Road.
Texto: MANOLO TARANCÓN.
El fotógrafo se dispone a disparar desde el ángulo acordado con Paul, verdadero ideólogo de la foto que ha quedado congelada como icono de la música popular; como tantas canciones, arreglos, ideas y producciones de ese músico cuya suma solo puede abrumar al melómano. Es la imagen de un momento que queda para siempre y la portada de uno de los discos más vendidos de la historia. Que saliera de su mente lo atestiguan varios papeles con dibujos hechos a mano por el propio McCartney y que Iain Macmllian, autor de la fotografía, ayudó a mejorar con sus conocimientos técnicos. Ubiquémonos en el paso de peatones que los cuatro Beatles cruzan, portada a la postre del disco Abbey Road y en la que se ve también un Volkswagen Beetle aparcado a un lado de la calle.
Fans de todas las partes del mundo siguen acudiendo movidos por adulación o por puro morbo. La imagen es potente a pesar de su naturalidad. Casi parece improvisada. La idea nació para homenajear a los estudios de grabación situados a escasos metros de donde se tomó la foto y que dio título al disco. Allí habían grabado una buena parte de sus trabajos y habían conocido a Geoff Emerick, que se convertiría en el ingeniero de sonido inamovible con tan solo dieciocho años. De él fueron las ideas más innovadoras a partir del disco Revolver, jugándose el tipo en contra de las estrictas normas de los estudios, pero que fueron muy necesarias para conseguir efectos sonoros y técnicas hasta ese momento nunca escuchados, con permiso de Pink Floyd: mientras daban forma en una de las salas al Sgt. Peeper’s lonely hearts club band en 1967, Syd Barrett y compañía hacían lo propio en la contigua a su descomunal The pipers at the gates of dawn, otro icono pionero de la psicodelia británica. Salvo en el famoso disco blanco, Emerick sería fundamental en el resto de la carrera del grupo. Lo cuenta al detalle en su libro El sonido de los Beatles. Memorias de su ingeniero de grabación, coescrito con Howard Massey en 2011 para la editorial Indicios, con excelso prólogo de Elvis Costello.
La foto de Abbey Road sigue decorando en la actualidad cabeceros de cama, paredes de casas particulares y estudios de grabación en cartón pluma, enmarcados a diferentes tamaños. Muchos de los que allí acuden quieren recrearla. Hasta el propio McCartney lo hizo, años después, por puro divertimento junto a su mujer Linda y su poni. Esta vez con zapatos. Pronto se verá por qué este dato es clave. Fue él quien consiguió reunir a los otros tres genios cuando las diferencias, el pesimismo y el mal rollo presagiaban que ya no habría futura unión posible. Fue él también quien eligió la imagen definitiva de la toda la sesión de fotos ante la desgana de sus compañeros.
Lo curioso es que algunos lo daban y siguen dando por muerto, a pesar de que su talento es irremplazable, y aunque haya firmado discos posteriores con otros proyectos o en solitario, desarrollado giras y dado entrevistas hasta el día de hoy. Un buen grupo de freaks defienden lo contrario y poco les importan estos datos. Para ellos la foto no es más que la confirmación necrológica. Antes de seguir con ella, hay que remontarse al 9 de noviembre de 1966, cuando se difundió la noticia de su muerte en un accidente de tráfico. Según su teoría, para que muchos de los fans no decidieran acabar con sus vidas y el mundo cultural no sucumbiera al caos, altas esferas británicas dieron la orden a especialistas musicales para sustituirlo por un bajista canadiense muy parecido a él físicamente. Los defensores de esta tesis revisan al detalle las grabaciones a partir de 1967, encontrando pistas que reflejan y confirman el engaño. No hay más que escuchar algunas canciones al revés para encontrar mensajes ocultos y reveladores. Un tal Charles Manson también lo hizo, cautivado por el disco doble. Ya sabemos cómo terminó esa historia.
Volvamos a la foto que aceleró los corazones de los conspiranoicos. Los defensores de la teoría se fijan en ella: es el único de los cuatro Beatles descalzo y eso ya de por sí parece extraño. Este tipo de grupos siempre encuentran afluentes por donde justificar sus argumentos y corren como la pólvora, alimentando mentes anhelantes de efemérides adulteradas que llenan sus vidas. Uno de los rituales de la mafia coincide con una de estas premisas. Unos pies desnudos son símbolo de muerte. Si añadimos que la matrícula del Volkswagen Bettle de la foto, 28 If, equivale a la edad que Paul tendría en ese momento en el caso de estar vivo, cantamos bingo. If es una expresión que en inglés equivale al si condicional. Añadiendo más leña al fuego, sus compañeros lanzaban un mensaje a través de sus vestimentas. John en traje blanco, como suelen vestir los religiosos con poderes para oficiar servicios fúnebres. El negro impoluto y completo de pies a cabeza de Ringo hacía a la vez de enterrador y un George en vaqueros (quizá la parte que menos se sostiene, si es que alguna lo hace), era el encargado de la pala para vaciar la tierra del nicho y proceder a su entierro.
Como no podía ser de otra manera, Paul lo desmintió todo en una entrevista para Rolling Stone. Eso sí, en 1974, cinco años después. No hace falta explicar cómo corren de boca en boca las dudas cuando el interesado no habla. Dicen que el que calla otorga. Sus palabras, recogidas y traducidas en el libro Abbey Road, La historia de los estudios más famosos del mundo, reeditado por Liburuak en 2024, son contundentes: «Simplemente acababa de llegar a la sesión de fotos. Era un día muy caluroso y llevaba sandalias. Solo tuve que cruzar la esquina hasta el paso de cebra, porque vivo bastante cerca de allí. Anduve poniéndome y quitándome las sandalias para la sesión (…). De acuerdo, nunca me habíais visto hacer esto antes, pero, siendo realistas, no es más que una foto mía descalzo. Aunque, al parecer, sea una vieja señal de la mafia de muerte o algo así». El propio fotógrafo también desmiente la teoría afirmando que hubo diferentes tomas, unas con las famosas sandalias y otras sin ellas. De poco les sirve a los defensores de su muerte, la noticia sigue aflorando en la actualidad. Algunos iluminados analizan sin descanso y ven contradicciones en fotos y detalles varios.
Quedémonos con que firmaron un gran disco y que la imagen se convirtió en mito.