La otra vida: el shock de Eva Amaral

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«Tengo ideas, pero no soy capaz de plasmarlas. Estoy demasiado dentro y, aunque necesito metabolizar lo que está pasando, no quiero apresurarme»

 

La gira de Salto al color (Sony, 2019) se ha visto abruptamente interrumpida por la expansión del coronavirus en nuestro país, y la cabeza de Eva Amaral aún está tratando de digerir todo lo que está ocurriendo. Le cuenta sus impresiones a Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

Amaral saltaron al color hace poco más de seis meses, y seguirían ahí, girando entre malvas, ocres y magentas, si pudiesen salir a la calle. Pero son tiempos de guarecerse en casa y confiar en que el brote del coronavirus se apague poco a poco para retomar todo lo que quedó pendiente, los conciertos y «algunas colaboraciones muy interesantes» que tenían previstas. Apenas les dio tiempo a terminar de rodar su último videoclip antes de que los tentáculos de la pandemia se extendieran por todos lados sin saber aún cuándo ni cómo saldremos de esta. «A nivel profesional me ha dejado muy desconcertada», confiesa. «Todo el trabajo del último año con todo el equipo se centraba en lo que tenía que suceder en estos meses viajando y subiendo al escenario, y ahora se aplaza todo». Nadie se ha librado de esta sacudida social —«Todos hemos visto cómo nuestros planes y nuestra vida quedaba congelada, en el mejor de los casos»—, aunque en lo laboral cada sector tiene su propia problemática: «El sector de la música está formado por personas a las que les ha costado mucho que se valorara su trabajo, y no estoy hablando solo de los músicos, hablo de técnicos, de backliners, producción, promotores, prensa, sellos… Será un golpe muy duro para todos, pero como te decía estamos acostumbrados a las adversidades».

Hace más de veinte años que Eva Amaral dejó Zaragoza para instalarse en Madrid, donde está viviendo el aislamiento y tratando de entender lo que está pasando. «La pérdida de la libertad, unida a la incertidumbre por el futuro de todos nosotros, se me hacía insoportable los primeros días. Tengo que agradecerle a esta situación que haya despertado ideas muy poderosas dentro de mí. Esa libertad está dentro de nosotros, independientemente del lugar en el que nos encontremos», piensa. Pero reconoce que, a pesar de haber frenado su actividad, todavía no encuentra el espacio mental adecuado para catalizar esta situación de forma creativa: «Estoy en shock. Tengo ideas, pero no soy capaz de plasmarlas. Estoy demasiado dentro y, aunque necesito metabolizar lo que está pasando, no quiero apresurarme». Necesita lo que cuenta en una de sus últimas canciones: «Hay un tiempo para olvidar / todo lo que pudo ser / y nunca será».

 

 

Su receta para hacerle frente a este tiempo tan incierto le lleva, cómo no, a la música: «Intento hacer cosas que me hagan sentir bien y si tengo que llorar pues lloro, pero intento no ponérselo fácil a la tristeza. Toco la guitarra de manera compulsiva y cuando me entra angustia pongo música electrónica en el salón y bailo como una loca». También escucha discos de los Beatles en modo aleatorio «porque son como un abrazo, el sonido de mi infancia que me hace sentir a salvo». Ella, que ama la naturaleza y el mundo animal sobre muchas otras cosas, se exilia entre las páginas de Félix, un hombre en la Tierra, el libro que escribió Odile, la hija de Félix Rodríguez de la Fuente. «No tengo prisa en terminarlo y me recreo en cada frase. Me encanta leer sobre la naturaleza y el comportamiento animal. En estos días Odile y su padre me están llevando con sus palabras a cielo abierto, a montañas y bosques», confiesa. Si enciende el televisor se pone películas de los Hermanos Marx, porque el cuerpo no le pide ahora tanto cine y series como de costumbre: «Me encantan las historias de ciencia ficción o de asesinos en serie, pero ahora no estoy para dramas. Además, mi capacidad de concentración ha bajado bastante».

Casi cuatro semanas en estado de alarma pueden parecer un mundo cuando uno está encerrado, angustiado, con el coche vital en punto muerto. Pero no es tanto tiempo para según qué cosas: «Creo que es pronto para sacar conclusiones. Aún tenemos que entender cómo hemos llegado hasta aquí. Necesitaremos un poco de distancia para de verdad aprender algo de todo esto», piensa Eva. Su forma de encarar el futuro es todavía un pequeño misterio: «Nunca fui muy amiga de hacer planes, pero ahora además las circunstancias me dan la razón», sonríe. En realidad, tiene uno, porque sabe cuáles serán sus primeros pasos cuando pase todo esto: «Serán un buen puñado de pasos, pienso caminar durante horas por calles y parques».

Anterior entrega de La otra vida: el volcán de Ramoncín.

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