La Música de El Mundano: La nostalgia como negocio

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La Música de El Mundano: La nostalgia como negocioUna sección de ADRIAN VOGEL.

Desde estas mismas paginas hemos dado cuenta de cómo los veteranos dominaron los festivales del verano pasado; cómo los mega contratos siempre tienen a los ilustres consagrados de protagonistas; y por supuesto el número cada vez mayor de artistas que vuelven de su retiro o el de grupos que se vuelven a reunir.

En nuestro país la fulgurante aparición de Kiss FM, todo oldies, consagró esta tendencia hace unos años. Se impuso a la formula de M 80, la cual llevaba funcionando desde hacía años, y supuso todo un terremoto en el panorama de las radiofórmulas. Cadenas como 40 Principales variaron su programación, de novedades, para dedicar cada vez más espacio a los éxitos del ayer. Y todo esto venía avalado por expertos norteamericanos, quienes hablaban de las bondades comerciales de la fórmula radiofónica que tenía a la nostalgia como eje principal de su programación: era una apuesta sobre seguro, sin lugar a la experimentación, buscando un perfil más adulto –menos juvenil– y más acorde con las demandas del cada vez más restringido mercado publicitario.

Hoy en día celebramos el 50 aniversario de sellos discográficos como Motown o Island, claros referentes de la cultura pop de los 60 y 70; se ruedan dos peliculas sobre Chess Records (y antes sobre Ray Charles, Janis Joplin, Charlie Parker, etc.); las continuas reediciones remasterizadas de las grabaciones históricas o las ediciones conmemorativas de los 50 años del Kind of blue de Miles Davis, por ejemplo. Está claro que la nostalgia vende. Y en publicidad lo saben bien, siempre buscando esas canciones que toquen la fibra sensible del público objetivo que buscan para vender sus productos.

Siempre me sorprendió que España, a pesar de su tradición (teatro de revistas y variedades, zarzuela, cafés cantantes, etc.) no fuese un mercado propicio para los musicales. En cambio veía cómo los españoles acudían masivamente a Broadway (Nueva York) o a los espectáculos del West End (Londres). Hasta que alguien se atrevió (Luis Ramírez) basado en las observaciones anteriores e imagino que en el éxito obtenido por un “rara avis” del panorama de los musicales españoles, Jesucristo Superstar.

Dream girls, estrenado a finales de 1981, también supuso en su día un cambio para Broadway. Basado libremente en la carrera de las Supremes y la vida de Barry Gordy, el fundador de la Tamla Motown, pero también en otras figuras del soul, no sólo de Motown, miraba atrás con nostalgia. Unas calles más arriba el hip hop emergía con fuerza.

Dando un repaso a la cartelera nacional, desde hace un par de años para acá, vemos que los musicales que han funcionado se basan en la misma fórmula: artistas y músicas que tuvieron éxito. Abba, Mecano, Dúo Dinámico, etc., son los primeros que me vienen a la mente. Y por supuesto están los clásicos, que se han adaptado de fuera (siempre una apuesta casi segura). En este apartado El hombre de La Mancha, la primera producción de Ramírez, fue la que abrió el camino.

Esta misma semana leía aquí en EFE EME que se preparaba, para mayo, el estreno del musical de Quadrophenia de los Who. Desde luego The Who –Rolling Stones aparte– son quienes mejor han exprimido sus logros pasados. Toda una lección de marketing. Y no lo digo en sentido peyorativo, sino con admiración. Porque hay que saber hacerlo, y además bien. No está al alcance de todo el mundo.

Se graduaron con Tommy: el disco, la película y el musical, y sus respectivas bandas sonoras. Para doctorarse con Quadrophenia, primero el disco, luego la película –donde debutó Sting– y su BSO y ahora nos llegará el musical. Sin olvidarme que hace tres años, en California, se estrenó una pieza teatral, Quad, basada en la historia narrada en la grabación original (los enfrentamientos entre rockers y mods en la Inglaterra de los sesenta).

Quadrophenia, el álbum, se editó originalmente a finales de octubre de 1973. Dicen que debido a una falta de suministro de vinilo (por esas fechas había un embargo petrolero de la OPEP) no pudo alcanzar el número 1 de las listas británicas. Se quedó en el 2. Era David Bowie quien ocupaba la cima. Curiosamente con Pin ups, su disco de versiones… En Estados Unidos salió una semana después. No pudo destronar al Goodbye yellow brick road de Elton John y también se plantó en el segundo puesto.

Pero el negocio no termina aquí. Tenemos efectos colaterales, derivados por ejemplo del mercado de coleccionistas. Así encontramos que en noviembre del año pasado la Lambretta Li 150 serie 3 fue subastada por Bonhams Entertainment, alcanzando un precio de venta de 54.000 euros (36.000 libras esterlinas o casi diez millones de pesetas). Es la moto que aparecía en la película Quadrophenia y que ha venido cambiando de manos desde entonces.

Desde luego la nostalgia vende. Y el furor de los últimos tiempos, ¿no estará quizás causado por la falta de nuevo talento?

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