La Luna Grande acoge a Chavela Vargas y Federico García Lorca

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«Hago las cosas que he querido hacer, las he hecho con todo mi amor y la grandeza que tienen las cosas bellas, las cosas simples. Con las cosas simples he atravesado mares y cielos»

Chavela Vargas presentó hace unos días en rueda de prensa su nuevo disco, «La Luna grande», un homenaje a García Lorca. Chema Domínguez estuvo allí para embeberse de las palabras de esta diosa de la canción.

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.
Foto: RODRIHO HARO.

Enigmática, poética, cercana, divertida, plena… Chavela, la gran Chavela Vargas aún es capaz de emocionar y sorprender profundamente. Y seguirá siendo así cuando ya no estemos nadie. La rueda de prensa que ofreció el pasado jueves en la Residencia de Estudiantes madrileña fue una emoción inesperada, puede pensarse que Lorca está manido por la inmensidad de los puntos de vista que han ofrecido artistas de todo tipo sobre su obra. Pero no. La influencia del poeta, escritor y dramaturgo granadino es mayor y mejor con cada nueva aportación. La de Chavela incluye una relación personal. Como lo leen, personal. «La Luna Grande», esa Luna constante en la obra de Federico, es testigo y resultado de las conversaciones que Chavela Vargas ha mantenido con el propio Lorca.

Conversaciones que de alguna forma reprodujo con quienes tuvimos la suerte de asistir. Su magistral forma de enredar las respuestas mezclando ironía, sinceridad, muy buen humor, misticismo y versos de Lorca con puentes poéticos de aquí y de allá, dio resultados como este: «Me siguen apasionando los poetas, el cielo, la vida… Allí estaré en la puerta más grande, más bella, adonde se abren todas allí estaré yo, detrás de la puerta, esperando. Hasta luego, hermano, nos veremos de vez en cuando».

Lo cierto es que Chavela nos advirtió en varias ocasiones: «Lo que quieran preguntar para no contestar». O: «Ustedes inventen».

Saludó a Isabel la Católica, opinó que España es la Dama de Europa y México el barón de América, pero sobre todo su voz, su voz sigue siendo un manantial de fuerza, sentimiento y verdad: «De amor y de esperanzas que es lo bello de la vida, así soy yo. La esperanza de ser esperanzada».

Me van a permitir la comparación, Chavela Vargas fue en muchos momentos ese personaje del realismo mágico que también habita en la literatura de Michel Ende, adivinarán, esa Vetusta Morla de «La historia interminable». «Aquí veníamos a tocar el piano, a llamarle en la noche cuando yo no dormía, le hablaba, le oía los pasos, le oía todo lo que no se puede oir. Así se juntó el bien, el mal, la noche, el día, qué tal. Me hacen el favor de preguntarme algo», así recordaba Chavela alguno de sus encuentros con Lorca.

Y aún explicó: «Hago las cosas que he querido hacer, las he hecho con todo mi amor y la grandeza que tienen las cosas bellas, las cosas simples. Con las cosas simples he atravesado mares y cielos, tranquila, esperando darle la mano y que ellos me saluden. Bienvenidos todos ellos, los poetas, los cantantes; nosotros le damos humor, nosotros preguntamos qué paso con la luna de anoche, con la luna de antenoche y le damos buenas tardes a los versos de los poetas y a los silencios de las canciones. Así que yo te recibo hermano».

El jueves se presentará en el auditorio de La Casa de América, a las siete y media de la tarde, el libro «Dos vidas necesito: Las verdades de Chavela», escrito por su amiga y periodista María Cortina. Y todo esto: concierto, disco y libro estará incluido en el documental «El ruiseñor y la noche. Chavela Vargas canta a Lorca». Producción que se está realizando a la vez que se va caminando y ensoñando «La Luna grande».

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