La leyenda del espacio (2007), de Los Planetas

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OPERACIÓN RESCATE

«Siempre le tendremos que agradecer a Grupos de Expertos Solynieve que jugaran un papel tan importante en la recuperación de la ilusión de Jota»

 

Fernando Ballesteros nos traslada a la encrucijada que vivieron Los Planetas poco antes de gestar La leyenda del espacio, uno de los puntos de inflexión de su carrera.

 

Los Planetas
La Leyenda del espacio
SONY BMG

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Hay momentos cruciales en la carrera de un grupo. El año 2007 lo fue, sin duda, en la trayectoria de Los Planetas. Si con su tercer disco Jota y Floren habían resuelto una situación bien complicada y, no contentos con ello, se habían presentado con Una semana en el motor de un autobús, su mejor trabajo hasta aquel momento, iban a repetir la jugada casi una década más tarde con su maniobra más ambiciosa y arriesgada.

Pongámonos en situación. Los Planetas se habían convertido en el icono indiscutible de los que jugaban en su liga. Y decimos esto quizá abusando del trazo grueso que hay en otros foros para entrar en detalles y debates. El caso es que su estatus era el de un grupo que despachaba sus 25.000 copias, que giraba con éxito y que contaba con una importantísima base de fans incondicionales que les aseguraban que esa zona cómoda en la que vivían instalados no se iba a tambalear. Pero a los artistas no les basta con eso, al menos no debería, y tras el irregular Contra la ley de la gravedad (2004), a los granadinos les hacía falta un golpe de mano. Aquel disco daba algún síntoma de agotamiento. ¿Funcionaba la fórmula? Pues sí, funcionaba. Pero al fondo, como un fantasma, se asomaba el peligro del piloto automático.

Hubo rumores, no faltó quien habló de crisis en el grupo, de separación, pero algo sucedió en las cabezas de sus creadores que les puso en la pista de una solución que llegó a nuestras manos en 2007. Probablemente, en su génesis tuvo mucho que ver aquel proyecto emprendido por Jota junto a Manu Ferrón. Siempre le tendremos que agradecer a Grupos de Expertos Solynieve que, más allá de sus canciones y conciertos, jugaran un papel tan importante en la recuperación de la ilusión y la frescura del vocalista y en mostrarle nuevos caminos por los que transitar en sus siguientes pasos planetarios. El interés por el folclore de su tierra, en el hecho de ser andaluz, y lo que significa eso a la hora de crear y de vivir, ya no dejaría de crecer en la mente de Jota, y aquel había sido el glorioso punto de partida. Todo aquello iba a presidir La leyenda del espacio, uno de los mejores discos que ha dado la música en España en lo que llevamos de siglo XXI.

 

Un guiño a Camarón

Los Planetas se presentaron con una colección magistral de canciones en las que anidaba un espíritu flamenco hasta entonces desconocido en sus creaciones. El título es un guiño a La leyenda del tiempo, el mítico disco con el que Camarón puso en su día el flamenco patas arriba, y con él demostraban que nada les asustaba.

No hubo reacciones airadas contra Los Planetas. No. Los indies no fueron a devolver el disco a las tiendas, como cuentan que hicieron muchos flamencos tras escuchar La leyenda del tiempo. Y no, tampoco nos pasemos: aunque hemos leído cosas así, el álbum de los Planetas no hace el camino del rock al flamenco que en su día trazó Camarón desde el flamenco al rock. Este viaje no era tan ambicioso y contaba con antecedentes de más riesgo. Sin ir más lejos, el que Lagartija Nick emprendió en Omega junto a Enrique Morente.

En La leyenda del espacio no hay flamenco como tal. No hay palmas, no hay quejíos… nada de eso. Más bien está todo lo que habían sido los de Granada hasta ese momento corregido y aumentado, y un poso flamenco que retuerce los ritmos y distorsiona unos palos que, por desconocimiento de muchos de los que nos enfrentábamos a ellos, se nos apuntaban entre paréntesis. Una vez sobre la pista, se hace evidente que los ritmos están ahí y que la maestría de Eric, propulsando el invento desde la batería, y los textos de Jota, remarcando la intención con la brillantez acostumbrada, juegan un papel estelar para el éxito de la empresa.

 

Las canciones

Desde los tientos de «El canto del bute», sombríos, ruidistas y descarnados, dejan un verso que bien vale un disco entero: «Me estoy quedando sin fuerzas, solo espero ya la muerte». Con él la banda pone sobre la mesa esas cartas previamente muy barajadas.

Retorciendo el aire de fandango, «Ya no me asomo a la verja» se convierte en uno de los mejores números de la discografía de Los Planetas, y el sensacional trabajo de las guitarras de «Si estaba loco por ti» no le va a la zaga. Una vez más, Jota dibuja un universo a veces contradictorio, donde muchas referencias y, cómo no, los desarrollos instrumentales, apuntan al espacio, al infinito, a lo trascendente, a la fe. Y, sin embargo, el imaginario planetario sigue con los pies en el suelo y fijándose en lo más cercano, en lo cotidiano, en esa realidad de un pueblo del que cada vez está más cerca. Es en esa dualidad donde descansa buena parte de la grandeza de un disco extraordinario.

El primer single de La leyenda del espacio, la rotunda «Alegrías del incendio», resume muy bien esa doble jugada. Musicalmente estamos ante una canción que podría haber encajado en cualquiera de sus discos anteriores, pero el texto, lo exagerado del enamorado que le canta a su amada, el desgarro, nos lleva tanto al flamenco que encaja como un guante y supone una buena elección como parte de la presentación.

Sin embargo, hay canciones que escapan a ese nuevo mundo de Los Planetas. «Reunión en la cumbre» lo hace del todo y por la puerta grande: otra extraordinaria letra para una melodía que borda el pop de toda la vida. Uno se imagina a los responsables de su compañía dibujando cierto gesto de alivio al ver que el experimento, lejos de habérseles ido de las manos, estaba perfectamente ensamblado y con sus banderines de enganche a su pasado más inmediato también presentes. Porque, si lo intentas, encuentras los nuevos y tradicionales sabores, pero más evidentes aún siguen siendo las referencias de siempre: escuchar el comienzo de «La verdulera» y que se te vengan los Beatles a la cabeza es todo uno

En los trece cortes del elepé hay para todos. Por eso pocos de sus fans se sintieron decepcionados y alguno que amenazaba con la retirada se sumó a la fe renovada ante temas que llevaban las soleares a otra dimensión, como sucede en «Negras las intenciones». Y es que es muy difícil resistirse a un trabajo que comienza con la carga de intensidad casi dolorosa antes referida y que termina con la banda uniendo sus fuerzas a Enrique Morente para bordar la emotiva «Tendrá que haber un camino» con la que rendían su tributo al gran Sideral, el amigo que había fallecido poco antes. Sin palabras.

Y al final del camino, ¿qué? Pues la sensación de que estábamos ante el renacer del grupo. Hoy, en 2019, la leyenda se sitúa casi en el ecuador de su carrera, entre Súper 8 y la actualidad, y la sensación es que fue un sensacional punto de partida para esa segunda parte de una senda que aún promete nuevas emociones.

Anterior entrega de Operación rescate: Strangers in the night (1979), de UFO.