La Columna Metálica: Danzad, malditos

Autor:

Una sección de JUANJO ORDÁS.

STATIC X [en la foto] son uno de esos grupos que nacieron con el desarrollo del nu-metal en plenos años 90. Su propuesta precisó de madurez para situarlos correctamente en tierra de nadie. ¿Un sinsentido? En absoluto. El frenetismo siempre ha sido una de sus señas de identidad, pero también ciertos matices industriales que los alejaba de luminarias del género como Korn pero que tampoco les emparentaba con los gurús maquinales como Tren Reznor. Son metal, desde luego, también agresivos pero cierto tinte futurista cyberpunk les ha permitido desmarcarse de compañeros generacionales y caer en territorios un tanto solitarios aunque ciertamente familiares como para cazar presas adolescentes. Con el tiempo han aprendido a buscar su identidad en el frenesí rítmico, en la percusión demoledora, en guitarras insensibles, latigazos convulsivos. No hablamos de un desenfreno danzarín, sino de canciones que son sacudidas de adrenalina. Merece la pena conocerles solo para hacerse una idea de cómo el latido tribal más primitivo domina la ametralladora guitarrera del combo comandado por Wayne Static y un buen caudal para hacerlo es el recién publicado Cannibal killers live (Warner), un CD más DVD que presenta un concierto integro del grupo frente a sus fieles yanquis. La parroquia está rendida desde el inicio del ritual aunque el conjunto sale directamente a entregarse como merece la ocasión. La grabación es aceptable aunque dista de la perfección a la que estamos acostumbrados a estas alturas de desarrollo mediático, aunque es preciso comprender que no estamos hablando de una banda que nade en la abundancia, al estilo de otros hijos del Tío Sam como Kiss, por ejemplo. En cualquiera de los casos, el contenido visual funciona y a nivel audio el resultado es bueno y natural. Perfecto si no manejas ninguna referencia del grupo y mejor aún si ya los conoces, pues los temas se renuevan en vivo.

Ahora es momento de hablar de dioses. ROB HALFORD viene a ser al mundo del metal lo que Elvis al del rock: un icono, un mito. Conocido como el Díos del Metal, el vocalista de Judas Priest se encargó, junto a sus compañeros, de dar forma a lo que hoy reconocemos como «heavy metal». Black Sabbath lo iniciaron, Halford y Priest lo continuaron y Iron Maiden lo remataron. Las voces agudas del cantante, la dureza de su garganta y su buen gusto a la hora de entonar le entronaron como deidad, su gusto por el cuero negro y las tachuelas le coronó como involuntario modisto. Sí, hasta los tópicos los inició él.
Y al igual que el albor de la nueva era musical le vio nacer como estereotipo y símbolo en plena analogía con Presley, la era actual acabaría por tornarle en todo un Mick Jagger del negocio metalero. Y es que Rob Halford no solo se ha ocupado en los últimos tiempos de reunirse con los Judas Priest y hacer caja, sino que también se ha encargado de hacerse con los derechos de prácticamente todas sus grabaciones en solitario. ¿Y qué ha hecho con ellas? Pues mimar su propio catálogo con dedicación y servírselo a los fans a precios asequibles y en formatos de lujo. Y es que el Dios del Metal siempre fue todo un caballero. Casi todas sus referencias desde que abandonara Judas Priest en los noventa se pueden localizar mediante su propia compañía, Metal God Entertainment. Bonus tracks, libretos cuidados, sonido pulido y remasterizado… Puro lujo. En este sentido, se acaba de editar Live at Rock in Rio III (Metal God Entertainment), un DVD grabado donde su propio nombre indica y que recoge uno de los conciertos que integraron su gira de regreso en 2001, cuando abandonó sonoridades experimentales y editó Resurrection, un trabajo que le devolvió al metal puro y duro. Se trató de un disco fundamental en su carrera, repleto de verdaderos hits metálicos que en esta ocasión se ha remasterizado, ampliado e incluido en el pack a modo de condimento extra. Realmente el atractivo del paquete es el concierto en directo, por su crudeza y realismo, sin trucos de estudio. El público corea las canciones y a veces ni se les escucha, las guitarras suenan sucias aunque bien mezcladas y el producto final es tremendamente atractivo y crudo. A Halford no le hace falta ni moverse, simplemente con uno de sus gestos retrotrae sobre él todo su carisma. Un icono al alcance de la mano a cambio de unos míseros Euros.

Artículos relacionados