La cara oculta de las canciones: ‘Nights in white satin’, el final del día según los Moody Blues

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«Escribí nuestra canción más famosa, ‘Night in white satin’, cuando tenía 19 años. Era una serie de pensamientos aleatorios y fue un poco autobiográfica»

 

Justin Hayward recibió un regalo que fue más que un regalo, ya que le sirvió de inspiración para componer la canción más famosa de los Moody Blues: ‘Nights in white satin’. El tema fue el colofón ideal para un álbum conceptual con el que la banda daría un giro a su sonido.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

El sello Deram Records, subsidiario de la discográfica Decca, quería sacar partido a los nuevos y modernos aparatos en estéreo que había adquirido. Para demostrar las posibilidades de la nueva tecnología, la discográfica lo tenía todo pensado y quería que los Moody Blues actualizaran la «Sinfonía del nuevo mundo» (1893) del compositor checo Antonín Dvořák. Pero los Moody Blues tenían sus propios planes.

Para empezar, estos Moody Blues ya no tenían nada que ver con los Moody Blues que debutaron con el álbum “The magnificent Moodies” (1965). Su principal miembro, Denny Laine, había abandonado el grupo. La banda necesitaba a alguien que se encargara de la voz y la guitarra y Eric Burdon, líder de los Animals, recomendó al teclista Mike Pinder un nombre: Justin Hayward. Pinder aceptó la sugerencia y Hayward sustituyó a Laine. La otra incorporación a la banda fue John Lodge, que sustituyó al bajista anterior, Clint Warwick. Con la llegada de Hayward y de Lodge los Moody Blues cambiaron de dirección. El rhythm & blues de sus inicios quedó atrás y optaron por un sonido más sinfónico, progresivo y psicodélico. Tal vez la «Sinfonía del nuevo mundo» fuera una buena elección para lucir el “Deramic Stereo Sound”, el formato del que quería presumir la discográfica, pero los Moody Blues tenían en mente realizar un álbum conceptual cuyo hilo conductor fuera los diferentes momentos de un día. El disco tenía que empezar con el amanecer y terminar con la noche.

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Así nació el segundo trabajo de la banda, “Days of future passed”, publicado en 1967. Unos años más tarde, en 1981, el equipo de autores de cómic formado por Chris Claremont y John Byrne harían un homenaje a este álbum titulando uno de los arcos argumentales de la Patrulla X como “Days of future past” (“Días de futuro pasado”). Los Moody Blues estructuraron el disco según las partes del día y todos participaron en la composición de las canciones. La cara A está formada por ‘The day begins’ (“Comienza el día”), ‘Dawn’ (“Amanecer”), ‘The morning’ (“La mañana”) y ‘Lunch break’ (“Pausa para la comida”); y la cara B por ‘The afternoon’ (“Después del medio día”), ‘Evening’ (“Tarde”) y ‘The night’ (“La noche”). El compositor y arreglista Peter Knight dirigió a la London Festival Orchestra, que fue el nombre que recibieron los músicos que participaron en el disco, encargada de los interludios musicales entre las canciones. El rock sinfónico y los arreglos orquestales definieron al disco, pero lo que marcó el nuevo sonido de la banda fue el uso del melotrón por parte de Mike Pinder. Justin Hayward no dudó al reconocer su importancia: “Mike y el melotrón hacen que mis canciones funcionen”.

De todas estas canciones, la que mejor funcionó fue la que correspondía con el fragmento dedicado a la noche. Tiempo atrás, un amigo de Hayward le hizo un regalo que le sirvió de inspiración para la canción: unas sábanas de satén. Quizá fuera un regalo poco habitual, pero esas sábanas de blanco satén sirvieron como parte del título de la canción. Aunque ‘Night in white satin’ dio mucha popularidad a los Moody Blues, Justin Hayward compuso el tema en su piso de Bayswater varios años antes: “Escribí nuestra canción más famosa, ‘Night in white satin’, cuando tenía 19 años. Era una serie de pensamientos aleatorios y fue un poco autobiográfica. Me encontraba en muy momento muy sensible, estaba terminando una historia de amor y empezando otra. Mucho de eso se reflejó en la canción”. Aunque el tema se utilizó como primer single del álbum, según su autor, los Moody Blues ya habían experimentado con ella en una ocasión anterior: “Tiempo antes de que la grabáramos para Decca, la grabamos para la BBC. La grabamos allí y no nos invitaron a entrar en la sala de control para escucharla después. Entonces, al ir de gira en nuestra caravana la escuchamos, porque sonó en un programa llamado ‘Saturday club’. Estábamos en la autopista cuando la oímos en la radio, paramos en la cuneta y dijimos: ‘Oye, quizá haya algo en esta canción’. Porque había algo en ella que sonaba muy bien. No nos habíamos dado cuenta hasta que nos escuchamos. Y así es como tomó vida propia”.

Con la sucesión de imágenes cinematográficas de la letra no resultaba difícil imaginar una escena iluminada únicamente por la luna. Pero si los versos de Hayward resultaban evocadores era gracias a la atmósfera creada entre el melotrón de Mike Pinder y la flauta de Ray Thomas. Como metáfora de la noche, ‘Night in white satin’ cerraba el álbum “Days of future passed”. La parte final estaba acompañada de ‘Late lament’, un poema escrito por el batería, Graeme Edge, y leído por Pinder. Los cinco últimos versos eran los mismos que los cinco primeros del poema “Morning glory”, que completaba el primer tema del álbum, ‘The day begins’, lo que hacía que el álbum fuera redondo. Como ‘Night in white satin’ era la conclusión de la historia, el disco terminaba con el sonido de un gong que representaba la caída en el sueño. Justin Hayward reconoció la importancia que el tema supuso para la banda: “Fue la canción, junto con ‘Tuesday afternoon’, que nos definió a nosotros y a nuestro sonido. Nos dio un estilo único. Eso sigue siendo importante para los grupos de hoy en día, definir claramente su propio estilo y sonido. ‘Go now’ fue una versión. Cuando empezamos a hacer nuestro propio material fue cuando realmente nos convertimos en los Moody Blues”.

No obstante, ‘Nights in white satin’ resultaba un tema arriesgado por ser lento y largo. De los más de siete minutos que duraba en el álbum, tuvo que ser recortado para el single quedándose en cuatro minutos. La primera vez que la canción fue lanzada como sencillo en 1967 pasó desapercibida. Sin embargo, con la reedición de 1972 el tema alcanzó los primeros puesto de las listas de éxitos. Lo más curioso de toda la historia de esta canción fue que la duración, aquello que podía echar al oyente para atrás, se convirtió en una bendición. Se dice que una noche, un pinchadiscos de una emisora de Seattle quería hacer un descanso y salir a fumarse un cigarrillo, por lo que escogió el disco más largo que tenía a mano. Así que mientras aquel locutor se encendía un pitillo, sus oyentes quedaron fascinados por ‘Night in white satin’ y los Moody Blues se extendieron como lo hace la noche.

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