La cara oculta de las canciones: ‘Isn’t she lovely’, el largo parto de Stevie Wonder

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“Vaya a donde vaya en el mundo, siempre me llevo una copia de ‘Songs in the key of life’. Para mí, es el mejor álbum que se ha compuesto y me quedo maravilllado cada vez que lo escucho” (Elton John)

 

Stevie Wonder quiso inmortalizar lo feliz que se sentía al estrenarse como padre como solo él sabía hacerlo, con una canción. ‘Isn’t she lovely’ fue la dedicatoria de Wonder a su hija Aisha y se incluyó en un álbum perfecto cuya grabación duró más que el embarazo de su pareja.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

El contrato que Stevie Wonder firmó con Motown a mediados de los setenta fue revolucionario. El cantante recibió trece millones de dólares por un contrato de siete años, una cantidad que nunca antes se había firmado en el mundo de la música. Definitivamente, Stevie Wonder ya no era aquel Little Stevie Wonder al que Motown dio una oportunidad una década atrás. Wonder había madurado en lo personal y en lo profesional. Álbumes como “Music of my mind” (1972), “Talking book” (1972), “Innervisions” (1973) y “Fulfillingness’ First Finale” (1974) eran una muestra del talento excepcional del músico, al que los premios Grammy se le iban acumulando. Que Stevie Wonder firmara un contrato de esas características significaba que el sello discográfico tenía plena confianza en él.

El músico, que había superado la barrera de su ceguera, consideraba que la música tampoco debería tener barreras: “Diferentes formas y estilos musicales de todos los lugares y ritmos, rock, jazz, soul, funky, reggae… aparecen cada vez más combinados en una fusión real, como lo es la propia vida, y quizá algún día los músicos y todos, técnicos, productores, incluso oyentes, puedan conseguir eliminar cualquier tipo de categoría para con la música”. Esta declaración de intenciones quedó patente en el álbum que Stevie Wonder comenzó a grabar después de firmar su contrato millonario. Todos los géneros habidos y por haber tenían cabida en un trabajo que, según pasaban los días, se iba alargando. Cada vez más y más. Los días se convirtieron en semanas. Las semanas, en meses. Los meses, en años. Aunque el proceso cada vez fuera más largo, al músico no le preocupaba: “Me lleve dos años o siete acabarlo, debo quedar satisfecho cuando lo haya terminado”. Cuando se encerraba en el estudio, las manecillas del reloj podían dar las vueltas que les diera la gana. El perfeccionista Stevie Wonder podía pasar por alto las horas de la comida y de sueño ensimismado en su trabajo: “Si la cosa está funcionando, sigo adelante hasta que he dado lo mejor de mí”.

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Y funcionó. Después de más de dos años de trabajo, “Songs in the key of life” vio la luz el 28 de septiembre de 1976. Aunque Stevie Wonder tocaba la mayoría de los instrumentos (armónica, teclado, piano, clavinet, batería, bajo…), el listado de colaboradores que participaron en la grabación fue interminable. Michael Sembello, George Benson, Herbie Hancock y Minnie Riperton son solo unos pocos de los nombres de una lista casi infinita. El álbum fue el número dieciocho dentro de la extensa discografía de Wonder y no contento con que fuera un disco doble, añadió un epé titulado “A something’s extra”. El libreto que acompañaba el disco alcanzaba las 24 páginas.

Dentro de la colección de canciones, Stevie Wonder homenajeaba a Duke Ellington, Count Basie, Glenn Miller, Louis Armstrong y Ella Fitzgerald en ‘Sir Duke’ y reflexionaba sobre sus orígenes en ‘I wish’. Pero si había una canción personal dentro del álbum, esta era ‘Isn’t she lovely’. Y es que los dos años que pasó en el estudio dieron para mucho. Stevie Wonder se enamoró de una secretaria de Motown, Yolanda Simmons, y el 2 de febrero de 1975 dio a luz a la primera hija del cantante. La niña fue bautizada como Aisha, ya que, como aseguró el cantante, el nombre significa “fuerza e inteligencia en africano”. Stevie Wonder estaba encantado con su primogénita: “Era lo que había necesitado en mi vida y en mi música durante mucho tiempo”. Y este orgullo de padre primerizo le resultó inspirador a la hora de componer la canción. En la letra, Wonder no solo hablaba de su hija, sino que también hacía mención a la madre de la pequeña con un breve razonamiento lógico: “Londi it could have not been done / without you who conceived the one” (“Londi, esto no se podría haber hecho / sin ti, que la concebiste”).

Siempre se ha considerado que el llanto del bebé que abre la canción es la propia Aisha, pero en realidad es otro bebé. Sin embargo, al final de la canción se escuchan los chapoteos de la pequeña Aisha en la hora del baño mientras su padre le dice “Venga, Aisha. Sal del agua”. El tema tiene una duración de unos seis minutos y medio y Wonder se negó a que Motown la lanzara como single debido a que no quería que esta canción tan personal quedara reducida a tres minutos. La impresionante parte de armónica fue, en general, improvisada por él mismo.

Si ‘Isn’t she lovely’ no es la canción más conocida del álbum “Song in the key of life”, está muy cerca. Aunque es imposible quedarse con un solo corte de este trabajo tan influyente. Artistas de la talla de Elton John no tienen duda al catalogarlo como su disco favorito: “Te lo diré de otra manera: vaya a donde vaya en el mundo, siempre me llevo una copia de ‘Songs in the key of life’. Para mí, es el mejor álbum que se ha compuesto y me quedo maravilllado cada vez que lo escucho”. Aunque Stevie Wonder se tomó todo el tiempo del mundo para crear esta joya de la música contemporánea, la Motown reconoció que la inversión de tiempo y de dinero había merecido la pena.

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