La cara oculta de las canciones: ‘I don’t like mondays’, una tragedia escolar según los Boomtown Rats

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«Mientras la canción daba la vuelta al mundo, Brenda fue declarada culpable de cometer dos asesinatos y asalto con arma mortal y condenada a cumplir 25 de prisión»

 

Algunos piensan que los lunes deberían ser borrados del calendario. La truculenta historia de una niña que empezó la semana con mal pie sirvió a Bob Geldof para componer su canción más conocida: ‘I don’t like mondays’.

 

Una sección de HÉCTOR SÁNCHEZ.

 

Suena el despertador. El agua de la ducha sale demasiado fría. Saltan las tostadas quemadas. El autobús arranca antes de llegar a tiempo… Todos los días son iguales. La rutina nos atrapa como una pescadilla que se muerde la cola y levantarse cada mañana con una sonrisa a veces resulta un acto heroico. ¿Y qué decir si además se trata de un lunes?

La mañana del lunes 29 de enero de 1979, Brenda Ann Spencer se levantó con el pie equivocado. La muchacha, de dieciséis años, sentía cierta pereza para acudir a clase, como le sucedería a cualquier joven estudiante de su edad obligado a bajarse de la cama después del fin de semana. Que desde la ventana de su hogar en San Diego, California, se viera el edificio de su escuela, la escuela elemental de Cleveland, no ayudaba nada. Esa mañana, Brenda decidió comenzar la semana de forma diferente y, apoyada en esta ventana, consideró que aquel era el momento oportuno para probar aquel regalo tan especial que había recibido durante las recientes navidades. Como era muy aficionada a la música, la chica había pedido un radiocasete para escuchar a sus grupos de rock favoritos. Sin embargo, a los pies del árbol de Navidad de los Spencer descansaba un regalo que haría las delicias del mismísimo Charlton Heston: un rifle semiautomático del calibre 22. El padre de Brenda estaba muy orgulloso de ella, era tan buena como el oro, y la mejor manera de demostrarle su cariño fue obsequiarle con el arma que cualquier adolescente estadounidense debería tener.

Mientras varios niños esperaban la apertura de las puertas de la escuela, Brenda Spencer se dedicó a abrir fuego contra ellos. Disparaba a diestro y siniestro. Al azar. No le importaba dónde podían terminar las balas de su regalo navideño. Cuando las sirenas de los coches patrulla comenzaron a sonar en la calle, Spencer pensó que era el mejor momento para dejar de disparar. Ocho alumnos y un oficial de policía habían resultado heridos. La peor parte la recibieron el director de la escuela, Burton Wragg, y el conserje, Mike Suchar, que murieron al intentar proteger a los alumnos.

 

¿Qué razones necesitaba para actuar de semejante manera? Después de unas seis horas, Brenda salió de su casa esposada y escoltada por los agentes de policía. Cuando le preguntaron cuál era el motivo por el que había decidido realizar esa masacre, la chica se encogió de hombros y respondió de forma lacónica: “No me gustan los lunes”. Ya está. ¿Quién necesitaba más razones? “Empecé a disparar. Solo lo hice por diversión. Simplemente no me gustan los lunes. Solo lo hice para animar el día. A nadie le gustan los lunes”. A Spencer no le bastaba con tomarla con el despertador como haría cualquiera al levantarse un lunes, y además, echó más leña al fuego con sus declaraciones: “Vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos”.

Los periódicos no tardarían en hacerse eco de la masacre y de la frialdad y la falta de remordimiento con la que la joven había respondido. La noticia no dejó indiferente a Bob Geldof, que por entonces se encontraba en Estados Unidos: “Me estaban haciendo una entrevista en la radio en Atlanta con (Johnnie) Fingers y había un fax detrás de mí. Lo leí según llegaba. Que no te gusten los lunes es una razón un poco extraña para cargarte a alguien. Pensé sobre ello de vuelta al hotel y dije: ‘El chip de silicio que está dentro de su cabeza se había sobrecargado’. Escribí eso. Y los periodistas que la entrevistaban le preguntaban ‘¿dime por qué?’. Qué acto tan absurdo. Era el acto absurdo perfecto y era la razón absurda perfecta para hacerlo. Quizá escribí la canción absurda perfecta para ilustrarlo. No fue un intento de explotar la tragedia”.

 

 

Aquella canción absurda sería ‘I don’t like Mondays’. En un principio, antes de incluir el piano de Johnnie Fingers, la canción era un tema reggae y Geldof pensó en ella como una cara B. Sin embargo, después de la buena aceptación por parte del público al presentar ‘I don’t like Mondays’ en directo, se convertiría en el single del tercer álbum de los Boomtown Rats, “The fine art of surfacing” (1979) y en el tema más popular de la banda irlandesa.

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Esta canción de apariencia amable pero de sabor agridulce llegó al número uno en las listas del Reino Unido; sin embargo, en Estados Unidos, donde el incidente estaba demasiado reciente, el éxito del single fue más moderado debido a la sensibilidad del pueblo estadounidense. Algunas emisoras de San Diego se negaron a radiar la canción e incluso los familiares de Spencer intentaron boicotear el tema. Mientras la canción daba la vuelta al mundo, Brenda fue declarada culpable de cometer dos asesinatos y asalto con arma mortal y condenada a cumplir 25 de prisión en una institución para mujeres en la ciudad de Chino, California.

Brenda Spencer, aquella chica que solo quería recibir por Navidad un radiocasete para poder escuchar sus canciones favoritas, se convertiría en la protagonista de su propia canción. Hay días en los que es mejor quedarse en la cama.

Anterior entrega de La cara oculta de las canciones: ‘Layla’, o Clapton y Harrison enamorados de la misma mujer.

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