Julio de la Rosa: Diario de un disco (I)

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“Lo que no tengo tan claro es si el disco hablará de amor o simplemente desde el amor. Porque hay un cruce de caminos entre el amor y la muerte que recientemente he visitado más de lo deseado”

 

Efe Eme.com publica en exclusiva la primera entrega del diario del próximo álbum de Julio de la Rosa, en el que el músico compartirá el contexto de la creación y la grabación de sus nuevas canciones.

 

 

Texto: JULIO DE LA ROSA.

 

 

Comienzo aquí lo que promete ser el diario de mi próximo disco, aunque no esté yo tan seguro de que esto vaya a ser un diario. Ni por la frecuencia ni por el contenido, aunque el título sirva para hacerse uno a la idea. Lo que supongo me gustaría es compartir, con quien le pueda interesar, una serie de impresiones sobre el proceso de creación.

Esta vez he decidido empezar la casa por el tejado. Dicen las malas lenguas que eso está muy mal, pero creo que si intuyes cómo puede –aproximadamente– terminar algo, la cuestión es simplemente no desviarte demasiado del camino. Y si el tejado finalmente no cuadra con la casa, pues habrá que hacer otro tejado o tirarlo todo a la basura, cosa que hago constantemente.

El tejado es éste: en lugar de hacer una sola canción, lo primero que he hecho es montar una serie de collages (torpes, imperfectos, sucios, aunque creo que esa es parte de la gracia) con distintos fragmentos de fotos que he ido haciendo en el último año. La intención, en principio, ha sido únicamente divertirme. Pero, una vez mirando los collages, me doy cuenta de que me están ayudando a saber de qué quiero hablar en las canciones (un inciso: ¿no existe una palabra en español para decir collage?).

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Acompaña a este texto uno de esos ‘collages’ con mis padres de protagonistas. Una pareja con un logro difícil de igualar, para mí y para muchos de nosotros: ha permanecido unida más de cincuenta años. Y han seguido juntos a pesar de todos los dramas imaginables que, todos sabemos, acaban sucediendo cuando dos personas deciden compartir el espacio, el tiempo, el corazón, el cuerpo, el dinero. De mi admiración por ellos nace este disco.

En “La herida universal” creo que hablé, al fin y al cabo, sobre el encuentro amoroso en sus diversas vertientes. En “Pequeños trastornos sin importancia” me llevé las relaciones de pareja a terribles consecuencias. Así que sería lo justo, ahora que creo he encontrado a alguien con quien compartir un ‘amor saludable’, cerrar una trilogía, digamos, romántica, que por fin me dé tiempo para pensar en otras cosas. Lo que no tengo tan claro es si el disco hablará de amor o simplemente desde el amor. Porque hay un cruce de caminos entre el amor y la muerte que recientemente he visitado más de lo deseado. Dos muertes muy cercanas, separadas en el tiempo por tan solo unos meses, me han impactado y devastado. La vida adquiere sentido cuando miras bien de cerca a la muerte. Me he visto transportando cenizas, entregándolas a sus personas amadas, tirándolas al mar. Estas dos personas tenían, cada una, su particular relación con el sentimiento romántico: una, había conseguido por fin el amor de su vida; la otra, pensó que no lo iba a conseguir nunca. Así que, al final, el punto de partida de este disco no hace más que ensancharse. Veremos luego de qué va. Como dijo Neruda en su célebre cita, que yo mismo he re-citado varias veces, y que ahora coge más sentido que nunca, “Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”.

A partir de ahí, empiezo a componer. Ojalá pudiera llevar a cabo algo muy frívolo.

Un saludo a todos.

 

 

 

 

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