“Juego de armas”, de Todd Philipss

Autor:

CINE

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“Aséptica, distante e incluso fría”

 

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“Juego de armas” (“War dogs”)
Todd Phillips, 2016

 

Texto: JORDI REVERT.

 

Comprometido durante toda su carrera con la comedia de la inmadurez, Todd Phillips ha sido uno de los cineastas que mejor ha explorado el síndrome de Peter Pan. La amarga conclusión de su trilogía de Las Vegas, “R3sacón” (“The Hangover part III”, Phillips, 2013), dejaba entrever a un autor más oscuro, virando hacia terrenos más indecisos. “Juego de armas”, primera película desde entonces, no hace sino confirmar los extraños derroteros en los que ha derivado su cine. Ya definitivamente lejos de sus coordenadas habituales, aquí opta por la crónica del ascenso y caída de dos traficantes de armas de Miami y sus particulares vicisitudes con el Gobierno de Estados Unidos en sus años de actividad. Historia basada en hechos reales, esa relación directa con la realidad y lo llamativo del episodio parece ser la fuerza principal sobre la que descansa las películas. Dicho de otra manera, es una de esas obras en las que importa más su relación con lo real que su entidad misma como ficción.

Las posibles transgresiones o denuncias que pueda articular el relato están, en este caso, supeditados a ese imperativo y poco importa su propia posición formal o ideológica. Aséptica, distante e incluso fría, no adopta la pasión un tanto artificiosa de “El señor de la guerra” (“Lord of war”, Andrew Niccol, 2005), pero tampoco se adentra en la profundidad geopolítica de “Syriana” (Stephen Gaghan, 2005), pese a su empeño por ser tomada en serio. Phillips parece limitarse a contar, y pese a la natural química que encuentran Jonah Hill y Miles Teller y la mayor complejidad que pueda presentar el desquiciado, imprevisible personaje del primero, lo cierto es que la película no llega a encontrar su propio camino –y con él, su personalidad−. En última instancia, su superficial capitulación de hechos, su rutinaria voz en off y su apática puntuación de los éxitos de sus protagonistas acaban convirtiéndola en una de esas noticias de periódico que llaman nuestra curiosidad durante unos segundos, para luego perderse en el olvido.

 

 

 

Anterior crítica de cine: “Blood father”, de Jean-Françoise Richet.

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