Juan Luis Guerra, en plena forma

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Musicalmente, el dominicano Juan Luis Guerra provocó una pequeña revolución a comienzos de los años 90 con sus discos Ojalá que llueva café (1990) y Bachata rosa (1991): su fusión de merengue, bachata, pop, jazz y cuidados arreglos vocales resultaba irresistible. ¿Quién no recuerda canciones como “Visa para un sueño”, “Ojalá que llueva café”, “Woman del Callao”, “Como abeja al panal”, “La bilirrubina” o “Burbujas de amor”? El éxito de esos dos discos fue de tales dimensiones que costó darse cuenta que Juan Luis Guerra siguió grabando en años sucesivos hasta que a mediados de década comenzó a espaciar cada vez más sus discos.

Estos días, tras verlo en un dúo con los mexicanos Maná, regresa con La llave de mi corazón (EMI), un disco en el que se mantiene al cien por cien el sello de Guerra: sus canciones románticas, los elaborados arreglos y producción y los ritmos latinos en hermandad con el pop anglosajón con el que se educó. Todo ello presentado con una elegancia inhabitual en la mayor parte de la música latina que consumimos.

Quizás pueda llamar la atención esa dedicatoria a Jesús («mi señor y salvador), pero es que Guerra es de los que han visto el camino de la religiosidad. Pero poco importa, tiene el buen criterio de no salpicar sus textos de referencias religiosas y continúa escribiendo historias ingeniosas («La llave de mi corazón») y dejando perlas literarias de esas que sólo él es capaz de rubricar: “Este corazón sólo se hidrata / con los besos de tu boca” (“Cancioncita de amor”); “El ungüento de tus labios es mi locura / Tú me domas con el circo de tus besos / Y milito en la frontera de tus huesos” (Que me des tu cariño»).

Sí, Juan Luis Guerra sigue en plena forma y con él pasa como con esos pastelitos que sabes muy dulces pero que son tan sabrosos como tentadores e irresistibles.