Jimmy Page, la biografía definitiva, de Chris Salewicz

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LIBROS

«Salewicz se corona en este escrito y deja abiertas ciertas cuestiones que mantienen el misterio del guitarrista»

Chris Salewicz
Jimmy Page, la biografía definitiva
PLANETA, 2019

Texto: NOELIA MURILLO.

Las mejores lecturas son aquellas que, sin esperar ninguna novedad de sus líneas, aportan una nueva visión de la persona a la que hacen referencia. Stephen Davis hizo una representación tan creíble y atractiva de los cuatro integrantes de Led Zeppelin en Hammer of the Gods que parecía imposible llegar a igualar (ni mucho menos, superar) una biografía múltiple tan completa como la que presentó este periodista. Pero hay otro de su gremio, Chris Salewicz, que ha logrado poner su huella en las recopilaciones de los británicos, concretamente en la de Jimmy Page, del que ha presentado una autobiografía definitiva. Palabras mayores si hablamos de uno de los guitarristas más grandes y misteriosos que ha conocido la historia de la música popular. Aquel que siempre tuvo una continua mirada pícara entre los rizos de su inconfundible melena azabache. Por eso, el autor alude en varias ocasiones a esos ojos que todo lo vieron y presumiblemente mantuvieron en secreto hasta ahora, que su vida se reparte en las más de 500 páginas de este libro, que en ningún caso suponen un obstáculo a una lectura acelerada y cautivadora.

Su fama de ermitaño, sus inicios como músico de estudio junto al que más tarde sería su compañero de andanzas con Led Zeppelin, John Paul Jones, sus números con los Yardbirds, su inexplicable interés por el embrujo de Aleister Crowley o sus numerosos caprichos materiales relacionados con este son solo algunos de los aspectos de sus días en los que más incide Salewicz, que resume con delicadeza cada episodio de Page sin la necesidad de incidir demasiado en lo que puede dejar como incógnita. No obstante, son tantos los detalles que aporta, que apenas da lugar a la duda.

En el libro desfilan diferentes personajes que han marcado la vida del guitarrista y el grupo que llenó estadios hasta la muerte de John Bonham. El autor dibuja con precisión el retrato de cada uno de ellos, desde los buenos modales, la timidez y las infidelidades del cantante Robert Plant, hasta los rasgos opuestos que caracterizaban al batería, pasando por la serenidad y el buen hacer de John Paul Jones, que jamás quiso anteponer su trabajo a su familia. Cada una de estas cualidades se demuestran en todos sus pasos: sus discos, espectáculos en vivo o, incluso, en sus runas, los símbolos por los que hoy son reconocidos de manera individual. Hay mucho más allá que su significado objetivo.

Salewicz también redacta con precisión las circunstancias en las que se grabaron sus álbumes o cuáles fueron las situaciones que inspiraron a la dupla Page-Plant en sus diversos viajes en compañía. Este es el caso de la visita a Bron-Yr-Aur, la casa de campo situada al norte de Gales, que sirvió de inspiración a la pareja. En ese lugar surgió Led Zeppelin III y el hecho de que se creara en ese emplazamiento explica por qué su sonido es el más folk de la banda. Las características del resto de los discos del grupo también fueron consecuencia de sus circunstancias personales.

Ocurre lo mismo con cada una de sus carátulas, todas ellas nacidas como consecuencia de sus predecesoras. Curioso es el caso del álbum anónimo del cuarteto, conocido como Led Zeppelin IV por su orden cronológico, al que decidieron no titularlo para no suscitar tanto interés como ocurrió con Led Zeppelin III, cuyas peculiaridades exteriores parecieron interesar más que sus secretos musicales, ya que su carátula se ajustaba al concepto de rueda giratoria como los calendarios astrológicos.

Otros apartados memorables son los que hacen referencia a sus relaciones extramatrimoniales con las groupies, que siempre sintieron fascinación por el introvertido guitarrista. Lori Mattix, Pamela Des Barres o Bebe Buell son algunos de los nombres que aparecen en estas páginas. Lo hacen con una sutileza que no favorece mayor interés que el de conocer un poco a las mujeres que compartieron cama una o varias veces con el hombre que sorprendió a los jóvenes de entonces con una guitarra de doble mástil entre sus manos o tocando su instrumento con un arco de violín.

Con una descripción profunda del proceso de producción de la extravagante «The song remains the same» y una extensa entrevista cara a cara con el autor del libro, Salewicz se corona en este escrito y deja abiertas ciertas cuestiones que mantienen el misterio del guitarrista. Conociendo parte de su personalidad, probablemente Page estaría de acuerdo en que cerrar sus páginas con esta intención es un acierto absoluto.

Anterior crítica de libros: Vidas ajenas, pasiones propias, de Wilma Lorenzo.

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