Jaime Wyatt: “No puedo trabajar con músicos que no aprecian a Waylon Jennings, los Stones o Merle Haggard”

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“La audiencia española fue increíble, muy receptiva. Están muy abiertos a la absorción de la música y las palabras, como si bebieran una copa de vino”

 

Este viernes 6 de julio, Jaime Wyatt se sube al escenario del Huercasa Country Festival, la misma noche que John Hiatt y Cadillac Three. Eduardo Izquierdo habla con ella.

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO. Foto: STASI.

 

A principios del año pasado, Jaime Wyatt se plantaba en nuestros escenarios para presentar su música a la audiencia hispana. La californiana hizo parada en Madrid y Barcelona y dejó boquiabierto a todo aquel que quiso acercarse a unos conciertos marcados por la sobriedad de una propuesta acústica, pero que ponían de manifiesto el alto nivel de su repertorio. Esperar a que volviera, esta vez con banda, se convirtió en un deseo palpable en la mayoría de amantes de los sonidos de raíces norteamericanos, y el Huercasa Country Festival 2018 va a cumplir con él. Wyatt forma parte del cartel el viernes 6 de julio, junto a nombres tan potentes como Cadillac Three y John Hiatt. Al día siguiente tocarán en el mismo escenario Stephanie Qauyle, Band of Heathens y Steve Earle & The Dukes. Aunque ahora es el turno de hablar de Jaime o, mejor dicho, de hablar con ella. Esto es lo que nos contó.

 

Primero quería decirte que nos animes (si es que hace falta) a los que te vimos en tu breve gira anterior para acercarnos a verte al Huercasa.
¡Bueno, tengo nuevas canciones y unas versiones geniales que compartir con vosotros! He hecho muchos conciertos este año y he llegado a otros niveles. Mi voz es más potente, igual que mi espíritu.

 

Encima lo vas a hacer compartiendo cartel con Steve Earle o John Hiatt. ¿Qué significa para ti?
Crecí con su música y sus letras. Es un absoluto honor poder tocar en el mismo escenario en que lo harán ellos.

 

¿Notas diferencias entre tocar en Estados Unidos y en Europa?
La verdad es que allí también hay diferencias cuando tocas en un estado u otro. Los Ángeles y en general California no presta tanta atención a la música, porque son más de cine o televisión. El sur y el medio oeste están conectados por su interés por la América profunda y no he tocado mucho en la costa este, así que a ellos los desconozco. La audiencia española fue increíble, muy receptiva. Están muy abiertos a la absorción de la música y las palabras, como si bebieran una copa de vino.

 

 

Cuando viajáis, ¿qué escucháis en la furgoneta?
Oh, no puedo trabajar con compañeros de banda que no aprecian a Waylon Jennings, los Stones o Merle Haggard. He de confesarte que el jazz me da ansiedad, excepto, por supuesto, Miles Davis, John Coltrane y Nina Simone, si los puedes limitar al jazz.

 

En tu último disco, “Felony blues”, colaboras con gente más que interesante. ¿Cómo se gestó?
Mira, descubrí durante la gira que mi bajista, Drew Allsbrook, tenía un estudio. Me ayudó mucho. Es un gran amigo y fue consciente de mi falta de medios económicos. Era amigo de la banda de Shooter Jennings, así que los llevé al estudio junto a mi viejo amigo Freddie Boekenheuser, que estaba entonces tocando la batería para Ryan Adams. También conté con Jamie Kent y Matthew Szlatka en un par de canciones, y me quedé sin dinero. Drew me dio un certificado para una sesión gratuita en los East West Studios con Mike Klint, que produjo todos los discos de Guns N’Roses. Así que le pedimos que produjera una versión del clásico ‘Misery and gin’ que John Durrill escribió para Merle Haggard a finales de los setenta. Masterizamos el disco dos veces, porque quería estar segura de que todo era correcto.

 

El título no es banal. Hay historia detrás de él, ¿verdad?
Habla sobre mi experiencia en la cárcel y sobreviviendo a la adicción a las drogas. He luchado para trabajar y mantenerme bien desde que cometí un delito y fui condenada cuando tenía 21 años. También he luchado contra la vergüenza y la duda en mí misma que eso provoca. Cuando conocí a Merle Haggard, David Allan Coe y Johnny Paycheck supe que esa experiencia podía servirme para hacer canciones. Llamé al disco “Felany blues” como un guiño al “Penitentiary blues” de David Allan Coe.

 

O sea, que fue una decisión consciente que tus canciones giraran sobre ese tema.
Sí. No escribí ni hablé de ello durante años, y decidí que era el momento de contar esas historias y terminar algunos de los textos que escribí mientras estaba en la cárcel.

 

No quiero acabar sin hablar de temas de género, y más con una mujer que está cerca de un mundo tan femenino como el del country. ¿Crees que las mujeres tienen ahora un verdadero estado de igualdad respecto a sus homólogos masculinos?
No, en absoluto. Pero sí trabajan el doble que los hombres. Sin autocompasión ni disculpas, si han de hacerlo lo harán.

 

También es cierto que muchas artistas femeninas venden una sensualidad que dista de ser natural, e incluso la pasan por delante de lo artístico. ¿Crees que eso es un símbolo de empoderamiento, como se vende, o realmente es un autoengaño?
Depende de si eres consciente de que estás tratando de vender atención sexual o si lo que quieres vender son canciones y buenas voces. No es que algo sea mejor que lo otro, pero yo opto por vender mi intelecto y mi voz, que creo que también son sexis. El misterio es sexi. Janis Joplin o Tina Turner fueron extremadamente sensuales a través de la entrega vocal, las letras y su presencia. Son mi inspiración en ese sentido. Y sí, algunas mujeres, y también hombres, se equivocan pensando que tienen el poder, pero se convierten en un objeto del proceso que distrae de la música.

 

¿Qué es lo mejor y lo peor de ser una mujer haciendo música en el siglo XXI?
Estoy entusiasmada con la energía del feminismo. Esa energía me ha hecho apoyar a artistas femeninas que tienen el talento en el que creo. Y creo que ahora la gente está tomando conciencia de la lucha femenina con lo que se está prestando atención al tema, y eso es esperanzador.

 

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