Ilegales: Vidas fugaces

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“Yo creo que el primer hipster es Gil Evans. Iba a los clubes de jazz a los que solo iban negros, veían un tipo blanco, canadiense… Era el único tipo capaz de ponerse a comer rábanos delante de una orquesta de jazz tocando hard bop. Charlie Parker, Miles Davis… iban todos a una casa que tenía en el subsuelo, ahí es donde se empieza a generar el fenómeno hipster”

 

En plena efervescencia festivalera, Los Ilegales pasearán el disco de su regreso por Madrid (Mat Mad Madrid, 20 de junio), Torre del Mar (Weekend Beach Festival, 10 de julio) y Benidorm (Iberia Festival, 5 de septiembre). Antes, Jorge habla de rock, punk, hipsters, buceo… y enseña las costuras de “La vida es fuego”. Una entrevista de Chema Domínguez.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

Desde «Ilegales» (1982) hasta «La vida es fuego» (2015) que nos ocupa, Jorge Ilegal ha esquivado las mordeduras del tiempo y ha dado con el antídoto de la estupidez humana. Solo así se explica la coherencia de su discografía y el impacto de sus directos. Decir que hay pocos como él no es hablar por hablar, y que este año pocos artistas editarán al menos dos grandes discos tampoco. El primero es «La vida es fuego» como Ilegales, el segundo «Nos vimos en el psiquiátrico» junto a Los Magníficos… Y posiblemente llegue un tercero. De todo esto y algo más, charlamos abiertamente para darme cuenta de la gran talla musical, literaria, rockera y punk de Jorge Ilegal. Sin contar el humor bárbaro y certero que se gasta y me contagia, hasta el punto de omitir algunas líneas. Tiene el reconocimiento de un público nutrido y muy fiel, sin duda el mejor éxito posible, pero siempre es justo reivindicar para Ilegales un mayor y mejor reconocimiento a una trayectoria que eleva a la categoría de sobresaliente nuestro rock.

«Si la muerte me mira de frente, me pongo de lao» (2003) fue el último disco de Ilegales con nuevas canciones, por fin llega una nueva remesa con «La vida es fuego». ¿Demasiado tiempo siendo legal?
La verdad es que sí que he tenido tiempo para hacer un disco. Pero no te preocupes, porque he hecho dos en vez de uno, tengo este elepé y tengo otro más para salir ahora mismo. Podría estar listo en nada, en unos meses. Por estrategias comerciales no es conveniente editarlo inmediatamente después de «La vida es fuego». Podría haber editado estas canciones con mi nombre, como Jorge Ilegal, pero a los otros miembros del grupo les hubiesen dado ganas de apuñalarme, sobre todo después de haberles pedido que toquen en él y suene totalmente a Ilegales. Así que Ilegales ha vuelto a la vida, la cabra tira al monte, qué le vamos a hacer.

Asocias el fuego a la vida, en qué sentido: ¿ardiente, fugaz…?
«La vida es fuego» viene por eso, la vida es efímera, es rápida, solo quedan cenizas y la vida acaba mal. Elegí ese título por esas razones y también es el título de una canción que tiene su origen en un tema guerrero que contiene todo el odio, ese material tan frecuente en todas las artes, en las buenas y en las malas, y en más sitios que no son arte como la política. Esa canción guerrera contiene todo eso. Estuve una noche cenando con unos empresarios que nos contrataron en México D.F., en un local donde han actuado desde Jorge Negrete hasta todos los clásicos de la ranchera, y entre tequila y cosas, oyendo a la gente que sigue actuando, grupos que hacen de todo, rancheras, gente más típica… nació el germen de esta canción guerrera.

Germen que prologa un desenlace fatídico: «Matar sin morir no es fácil, (…) por donde las balas van también otras balas vienen». Dialogas en general, ¿pero piensas en nombres concretos?
Tengo muchos particulares, tengo muchas guerras pendientes, así que tengo un libro negro que se titula «Te mataré, te mataré, te mataré» y voy tachando, de vez en cuando voy tachando. (Se le olvida algo que quería decir y se pone a buscarlo).

‘Voy al bar’ es la primera canción extraída de «La vida es fuego», perfecta para reconocer velozmente a Ilegales. ¿Te vale cualquier bar?
Cualquier bar, «la verdadera patria con que puedes contar». Nunca he sido nacionalista, más bien antinacionalista, y de hecho no comprendo muy bien a todos estos partidos, sobre todo de izquierdas. ¿Dónde quedó la vieja Internacional Socialista? El bar es un refugio, bueno, la botella sí que es un refugio donde no alcanzan las penas, he hablado ya de eso en alguna canción.

Y estás «a prueba de marcas», como comentabas en otra.
Sí, sí, sí, sí.

Prácticamente, todas las señas de identidad de Ilegales están en «La vida es fuego».
Sí, creo que acumulé todos los tics para que la gente los reconozca enseguida, reconozca el sello ‘ilegal’. Podría haber innovado bastante más pero hubiese sido menos reconocible. Así suena muy muy ‘ilegal’.

Por ejemplo, ese humor que gastaste en otros tiempos con ‘Problema sexual’ o ‘No me acaricies el pelo’, aquí aparece con ‘Vivir sin novia ni reloj’.
Sí, hay una constante entre las que acabas de mencionar y ‘Vivir sin novia ni reloj’, algo que parece una utopía pero es posible: se puede vivir sin novia ni reloj y se vive muy bien, incluso sin teléfono. Ahí está ‘El teléfono y el mal’.

Afirmar hoy en día que se puede vivir sin teléfono es casi un titular, al menos el título de un libro de autoayuda.
Sí, casi es un titular. Pero veo que es un mecanismo de comunicación que debería servir para eso, y sin embargo el teléfono es un aislante de primer orden. Últimamente he hablado mucho de eso, esa escena en el parque con las niñatas sin hablar, solo mirando su teléfono, gente que va por la calle sin mirar por el teléfono… En fin, es un elemento peligroso. Al mal le va muy bien últimamente, el mal está en su mejor momento.

Otra seña de identidad de Ilegales es saber desmontar a personajes de moda, como sucedió con la modelo de ‘Regreso al sexo químicamente puro’ o la afamada protagonista de ‘Como lo haces tú’. Ahora le toca el turno al ‘Hipster’.
Sí, bueno, los hipsters vienen de antiguo, yo creo que el primer hipster es Gil Evans. Iba a los clubes de jazz a los que solo iban negros, veían un tipo blanco, canadiense… Era el único tipo capaz de ponerse a comer rábanos delante de una orquesta de jazz tocando hard bop, a comer rabanitos con sal. Gente como Charlie Parker, Miles Davis… iban todos a una casa que tenía en el subsuelo, y ahí es donde se empieza a generar el fenómeno hipster. Gil Evans es un tipo que tenía mucho que decir, ahí está el «Birth of the cool», que es totalmente inspiración Gil Evans más que Miles Davis, aunque Miles Davis se llevó la imagen y era el solista, el que toca la trompeta. Este motor que sirve de arranque en un momento dado, acaba diluyendo su fuerza y siendo algo muy accesorio, muy superfluo, muy como creo que es hoy en día, como ha llegado a nuestros días y, bueno, ese envoltorio es importante, es interesante. Si alguien fuese vestido ahora mismo como en la Edad Media pues… El traje también es importante. ¿Qué sería de lo esencial sin lo superfluo, sin el envoltorio?

‘Hacia las profundidades’ y ‘Las rosas trepadoras asesinas’ se alejan de los ‘tics ilegales’ que contabas, destacan por un lirismo susurrado que confirma un nuevo campo para Ilegales. Además, una parece el prólogo o el epílogo de la otra, ¿están relacionadas?
Hay una conexión entre ellas y son parte de la misma fotografía. El momento vivido en estos tiempos, este último verano. Yo suelo bucear, no solo hacia las más oscuras profundidades, sino en el asesino y salvaje Mar Cantábrico. ‘Hacia las profundidades’ se puede utilizar en el sentido metafórico, aunque sí que pienso muchas cosas cuando voy a bucear, más que en atrapar una lubina para la cena o cosas así. Me suelo perder pensando en otras cosas y a veces las corrientes marinas me llevan a sitios muy lejanos de la costa y me cuesta trabajo volver. En esta canción, también.

¿Hasta el punto de que no sabes si vas a lograrlo, hasta el punto de perder el control?
Uffff, he estado muchas veces en esa situación y decir, bueno, es posible que muera hoy… ¡Pero vivo!, consigo dar la vuelta y regresar.

Y nada más llegar, en una de esas, empiezas a escribirla.
Esas dos canciones conforman una gran fotografía panorámica del momento vivido, son las dos mejores canciones del disco y probablemente las dos mejores que haya escrito.

¿Y cómo nacen ‘Las rosas trepadoras asesinas’?
Me acuerdo que volvía a casa, a un palacio rural que nos queda de mejores tiempos, en el que suelo estar solo, bueno, solo no, estoy con un fantasma que habita allí, con el que me llevo muy bien desde niño, desde la más tierna infancia. Lo malo es que a veces asusta a algunos visitantes, o lo bueno, porque a veces hay algún visitante que se merece ese susto y alguna cosa más. Hubo un momento en el que volvía a mi casa de Oviedo, estoy cambiando siempre, y había un árbol rodeado con rosas trepadoras. En ese momento supe que mi padre iba a morir. Mi padre tenía en ese momento noventa y nueve años y estaba con sus más y sus menos, estable, pero esto es así, y efectivamente fue inminente. Iba camino hacia la estación, me gusta coger el cercanías… Y aunque parte de la fotografía ya estaba hecha, es más bien un álbum de fotos panorámico.

Me cuesta salir de lo que acabas de contar. Así que déjame que salte a esa colección de ironías que amplías con ‘Regresa a Irlanda’.
No soporto todas estas cantantes que cantan en el panorama indie nacional, muchas en inglés, no solo eso, sino que no soporto a estas cantantes irlandesas y que nos llegue solo eso de Irlanda. Irlanda, un país saqueado por el Fondo Monetario Internacional, por el Banco Central Europeo, por la banca en general y resulta que solo nos llega gente como en su momento eran The Corrs. Y concretamente en una fiesta al lado del mar, había una así, estaba deseando que regresara a Irlanda.

Llámalo ironía, llámalo punk.
El punk es un elemento que se ha llamado de muchas formas, igual que lo de hipster, pero es un elemento antiguo. Creo que Marcial, Juvenal, Virgilio… los clásicos romanos y griegos tenían esa actitud, luego recogidos por Quevedo. En el Siglo de Oro español había muchos punks, creo que es algo antiguo y muy arraigado. Cómo voy a ser de otra manera, lo otro sería un cinismo o haber nacido estéril para algunas cosas, para el crecimiento de ciertas actitudes, sería una mutilación. No quiero extraer el punk de mí, yo creo que nadie debería extraérselo, joder, es como cortarse. Bueno, vamos a dejarlo.

Me quedo con el hecho del punk en el Imperio Romano y el Siglo de Oro.
Con total seguridad, y antes de eso.

Rastreando en tu discografía, ‘La mala hierba’ está unida a ‘El número de la bestia’.
Sí, es esa historia. Hay grupos que harían todo un disco con ese estilo, el estilo que marca ‘El número de la bestia’, de hecho hay grupos que llevan no sé cuantos elepés sin cambiar, el mejor ejemplo de inmovilismo son AC/DC que llevan grabando el mismo elepé desde 1975, creo, y les está yendo muy bien, eh. Pero sí que tienen una clara conexión, sobre todo cantada en la octava grave. Me va bien eso porque tengo una voz cavernosa, muy cavernosa, siempre me lo decía la señorita en clase (pone voz de profesora con la octava grave): «Jorge, cállate ya de una vez». «A ver, señorita, ¿cómo sabe que estoy hablando yo?», y respondía: «Tu cavernosa voz te de-la-ta».

¿Resolvía la frase con ese giro?
Sí, sí, me lo decía así: «Tu cavernosa voz te de-la-ta», me cago en la leche (risas).

Bajo la denominación de Jorge Ilegal y Los Magnificos has publicado dos discos, «Nuevo mundo» (2011) fue el primero, luego llegó «El guateque del hombre lobo» (2012), y este mismo año publicas «Nos vimos en el psiquiátrico». Has buceado en las raíces de la orquesta y el rock, ¿vas a mantener el proyecto?
También rock and roll y twist, eh. De momento se tiene que quedar aparcado, no soy capaz de hacer las dos cosas, por la misma razón que tuve que parar con Ilegales, ahora tengo que dejar Los Magníficos. Y eso que para este año tenía una oferta potente de veinticinco contratos que compraban el espectáculo, pero no se pueden hacer las dos cosas. Yo por lo menos no soy tan superdotado para conseguirlo, algún día lo conseguiré, pero todavía no ha llegado. En un principio, nuestra pretensión era hacer una gira y tocar un día como Ilegales y otro día como Los Magníficos, ese era el primer plan. Pero claro, no me daba el coco. No podía estar en las dos posturas. Y eso que no están tan lejanas, porque si te fijas todo el rock, desde mucho antes que los Beatles, está contaminado con música incluso latina. El ‘Louie louie’ está basado en un mambo, por ejemplo. Bueno, en los Beatles casi todo.

En el más claro origen del rock and roll, figuras como Bill Halley cantaron en español y adaptaron su repertorio para girar en Latinoamérica.
Chuck Berry también, y no digamos el jazz con canciones como ‘Manteca’ o las canciones de Dizzy Gillespie, estaba volcado totalmente con la música latina.

Chan Romero ponía composición y acento latino al ‘Hippy hippy shake’.
Chan Romero, joder, claro. Hay un montón: Trini López…

Ritchie Valens…
Hay muchas cosas calcadas, tomadas de la música latina. No digamos ya Santana y cosas de estas, pero bueno, los caminos realmente interesantes son los que han permanecido más estancos, y la zona a la que iban Los Magníficos es a la menos trillada, íbamos a lo menos usado, lo más difícil pero quizá lo más valioso, precisamente por la falta de utilización, un terreno casi virgen.

Y como dijiste con el ‘motor hipster’, lo que buscaban Los Magníficos era este otro motor.
Claro, claro. Pero contaminar el rock con esas cosas es algo que se ha hecho desde siempre, esos elementos están muy bien. Qué sería de la coctelería si no hubiese varios ingredientes. Qué sería de nosotros mismos si solo hubiese hidrógeno en el principio del Big Bang, no existirían muchas cosas. Hidrógeno, ¡qué bonito eres!

En breve comenzaréis gira por Latinoamérica. Siempre se ha hablado de vuestro éxito en el continente hermano, pero quería contrastar en primera persona si es tan grande como parece la repercusión de Ilegales allí.
Es mucho más de lo que parece. América está muy viva, y además allí lo del rock inglés, digamos que no son tan gilipollas, no sé si es que no son tan gilipollas o es que manejan mejor el español que en España. Oyes hablar a un labrador que ha ido poco a la escuela, que ha tenido una educación limitada, que no ha tenido oportunidad, que ha dedicado una pequeña parte de su vida a cultivarse intelectualmente, y habla con una propiedad y utiliza los términos con una facilidad tremenda, con una precisión apabullante para un español de calle. Y bueno, aquí los tenemos, a todo ese colectivo, muchos se han trasladado a España y están adquiriendo nuestras malas costumbres. Antes hablaba de ‘La vida es fuego’. No sé sabe si esa violencia que hay en México y que describe la canción ya existía en América con los aztecas, pero creo que (Hernán) Cortés también enseñó algo: los vicios y tantas cosas negativas parece que se traslucen con mucha más facilidad que las virtudes entre culturas, son muy fácilmente transmisibles.

O la virtud es más discreta.
¿Las virtudes discretas? No. No lo sé, bueno, puede ser.

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