Igor Paskual: La velocidad y la calma

Autor:

«Me gusta más considerarme escritor de canciones que guitarrista. La guitarra tiene que estar al servicio de algo, no que la guitarra mande sobre todo lo demás»

Fogueado en Babylon Chat y curtido en la banda de Loquillo, Igor Paskual acaba de publicar su primer disco solista, «Equilibrio inestable», un compendio de su manera de entender el rock y sus aledaños. Juan Puchades conversa con el músico asturiano.


Texto: JUAN PUCHADES.


Igor Paskual suele ir como una moto: habla a toda velocidad, atropelladamente (tanto que transcribir su conversación no es cosa sencilla), como si su cerebro anduviera más rápido que su boca y ésta no fuera capaz de procesar toda la información que recibe. Sin embargo, en ocasiones baja el ritmo y dialogar con él es un enorme placer, sobre todo cuando se quita los tics rockeros del escenario y saca su humor desternillante o a ese tímido conversador curioso por las cosas de los demás, algo infrecuente entre el gremio de los músicos, donde el mapa de intereses acostumbra a quedar delimitado por la circunferencia del ombligo propio. Hoy toca hablar de su primer disco en solitario, «Equilibrio inestable», e Igor va un tanto acelerado, así que, con la grabadora conectada, su discurso toma carrerilla… Sin embargo, lo que se ha tomado con mucha calma ha sido la grabación de este álbum, pues previamente estuvo rodando durante dos o tres años los temas en directo: «Cuando tuve un repertorio sólido, fui probando a ver qué canciones tenían más sentido en ese momento, cuáles tenían una cierta unidad, y por eso me puse a tocar en directo. Tampoco es que me metiese a grabar y tardase mucho, sino que iba al estudio a grabar tres días, me iba a tocar otros cuatro, volvía… Lo he ido haciendo como a cachos. No fue el típico rollo de «cojo un mes o dos y me meto en el estudio hasta que lo termine, hasta que reviente», no tenía prisa y me venía bien ver con distancia si merecía la pena, o para introducir cambios, o para quitar alguna canción y sustituirla por otra».

¿A las canciones les ha sentado bien ese periodo de rodaje?
Les vino muy bien, sí, porque las toqué en acústico, no con banda, y en acústico eliminas muchos aspectos sobrantes que con una banda te puedes permitir. Con una guitarra acústica hay tipos de desarrollos instrumentales o partes menos buenas que no te puedes permitir, solo con una acústica tienes que atinar muchísimo. Así que claro que me vino muy bien. A todos los grupos les pasa con los primeros discos, a Dream Syndicate, por ejemplo, que hicieron un disco que estaba muy rodado en directo. Hay grupos que todo ese material primerizo lo han probado mucho en directo, por eso tienen unos primeros discos maravillosos, y luego, cuando llega el segundo, no hay ese tiempo para rodar las canciones y se nota muchísimo. Tú mismo te das cuenta, porque en un local de ensayo no eres capaz de saber si la canción merece la pena, mientras que en directo lees mejor las sensaciones de las canciones. A mí hay canciones que me encantan, pero las toco por ahí, y no por la reacción del público, sino por mí mismo, veo que no van a ningún lado, porque hay canciones que son más mediocres y que en directo cobran ese sentido. Santiago Auserón ha hecho eso, ponerse a rodar las canciones antes de grabarlas. Es una idea cojonuda.

¿Por qué no te has autoproducido?

No me apetecía firmar la producción, primero porque Carlos [Stro] fue, realmente, el que la llevó adelante; es decir, el que la llevó y el que estuvo peleando día a día. Además, hay veces, no siempre, que la autoproducción es un error y acaba sonando demasiado a ti, y necesitas otro punto de vista. Eso es importantísimo. AC/DC, que en teoría siempre suenan igual, siempre buscan a un productor, nunca se autoproducen, creo que es redundante. Salvo honrosas excepciones, los discos de gente que se autoproduce, me suelen acabar cansando porque son demasido unilaterales, suenan a lo mismo, a demasiado ensimismado, como que el que hace las canciones, canta, toca y se produce acaba sonando demasiado a uno, por más que uno quiera y sepa lo que quiere. Pero si tienes a una persona que sabe lo que quiere, que te ayuda a buscar las cosas o a darles otro aire, es importante. Yo me junté con una persona que viene de un mundo muy diferente al mío, porque Carlos no viene del rock and roll, ha hecho mucha electrónica, ha grabado en su estudio mucha cuerda, pero, precisamente, no quería a nadie que supiera de rock and roll, que de rock and roll ya sé yo, necesitaba a alguien que me aportara lo que yo no sabía. Aportó tanto en el disco que me pareció que lo más honesto era que firmara él solo la producción, yo ya hago las canciones y las canto, como para además firmar la producción, no quiero pecar de querer estar en todos los lados, sobre todo cuando Carlos hizo un trabajo buenísimo. Además, cuando me iba a tocar, él seguía trabajando en las canciones.

No has contado con ninguno de tus compañeros en la banda del Loco.
No, fue un poco por una cuestión logística, porque ya bastante pelea era compatibilizarme a mí mismo como para, encima, traerme a uno que vive Teruel, a otra que vive en El Escorial o que igual estaba en Buenos Aires, era muy difícil. El que sí colabora, pero en una canción que no va en el disco, es Jaime Stinus. Stinus ha grabado una canción prácticamente entera, porque en lugar de doce canciones grabamos trece; supongo que la sacaré más adelante, no sé si como single, o en Spotify, no lo tengo muy claro. Con Jaime me entiendo muy bien, me conoce de maravilla, lo que pasa es que si me hubiera producido todas las canciones Jaime, habría sido como el trabajo que hacemos juntos, y necesitaba establecer esa ruptura de sonido, incluso símbolica. Por otro lado, me jodía mucho que Jaime, con lo que he aprendido de él, con lo que me ha enseñado y con lo bien que me conoce, no estuviera en el disco, así que la solución fue que grabara una canción prácticamente entera, en la que tuviese libertad para meter guitarras y lo que le diera la gana, pero que no estuviera dentro del disco para no romper el sonido más homogéneo de lo hecho con Carlos.

Hasta ahora has sido un hombre de grupo, primero con Babylon Chat, luego con Trogloditas, o la banda del Loco, como la queramos llamar, ¿te sientes cómodo liderando tu propio proyecto?
Imagínate. En Babylon era el que hacía las canciones, pero no era el que tenía la última palabra porque éramos un grupo bastante democrático, pero tenía un poco más de peso en algún momento. Pero después de todo el tiempo que llevo girando con bandas, me apetecía mucho. Lo que me pasaba con Babylon era que componía las canciones que me apetecía, pero también canciones pensando mucho en la banda. Y aquí quería hacer al revés, lo que quería era escribir las canciones y no condicionarme con ningún tipo de músicos, y una vez que tuviera los temas escogidos, seleccionar a la gente para tocar esas canciones.

Una cosa que me ha gustado mucho del disco es que tú, que eres guitarrista, has estado muy comedido con las guitarras, no has hecho el típico disco de guitarrista.
Me alegra que te hayas dado cuenta porque hay mucha voluntad en que sea así. Me gustan las guitarras, pero cada vez me gustan más los espacios. Si te fijas, quitando ‘Bipolar’, que no tiene mucha instrumentación, pero sí muchos elementos, el disco no está especialmente vestido, cada tema lleva una ropa muy particular, pero no está muy cargado. No soy un guitarrista que le gusten demasiado los solos. En el disco hay muy pocos solos, incluso no todos los solos los hago yo, y me gusta el espacio porque la guitarra no la tengo como eje principal, sino como un medio, me gusta más considerarme escritor de canciones que guitarrista. La guitarra tiene que estar al servicio de algo, no que la guitarra mande sobre todo lo demás. No me gusta eso del mundo del rock and roll de que siempre tiene que haber un solo de guitarra de dos minutos y todo tiene que estar muy lleno, si hay alguna canción que requiere poquita guitarra, metes poquita. ‘Funeral’ es una canción que llevaba guitarras e intenté quitarlas, de hecho lo logré, porque la idea era ver si lograba que la canción sonara sin guitarras, y, efectivamente, lleva un dobro, pero nada de guitarras, y hay muchísimos espacios. Me interesaba que mandaran otras cosas. Tienes razón, y me alegra que te hayas fijado.

A veces pasa eso en los discos de los guitarristas, que parece que las guitarras hablan, y piensas, «hombre, canta tú y deja que la guitarra simplemente suene, que ya sabemos que eres muy bueno».
Sí, eso pasa con los profesionales de la guitarra cuando sacan sus álbumes en solitario, que dan rienda suelta a lo que, a lo mejor, con sus bandas no pueden hacer, pero no me parece bien. Yo siempre trato de ver qué puedo aportar en un momento dado, es decir, qué he de aportar yo a los discos de guitarra. Tengo mucho más que decir como compositor, o con las palabras o con los textos, que lo que pueda decir como guitarrista, entonces, si voy a hacer un solo o voy a meter un riff de guitarra, debe de tener un sentido, no puede ser nada gratuito. A veces en la música tendemos a estar hablando todo el rato, como en los bares, tendemos a estar ocupando espacio, y venga a hablar, y en ocasiones no es necesario, igual es más necesario que la batería esté bien o que haya un buen toque de piano, o unos coros. Las guitarras son importantes, pero me parece más que como medio que como un fin.

Lo que nadie podrá decirte es que este es un disco aburrido, hay multitud de estilos. Casi que parece una tarjeta de presentación: Esto es todo lo que puedo hacer.
Oye, ¿a ti te suena homogéneo?

Sí, me suena homogéneo.
Eso es lo que más me preocupaba, que sonara homogéneo. Es que tienes toda la razón, es un recorrido, hay country, rock setentero, alguna pizquita, poca, de glam… Sí, hago un recorrido, pero tiene que ver con las cosas que escucho, que me gustan. Parece que los artistas tienen que ser de una sola manera. Nacho Vegas, por ejemplo, pues parece que solo puede ser el triste deprimido, o los Mojinos Escozíos, por irme al otro lado, que son un grupo de gente muy graciosa todo el rato. Pero creo que las personas, los seres humanos, ni estamos deprimidos todo el día, ni somos tan graciosos todo el rato, sino que tenemos a lo largo de una semana muchísimos estados de ánimo, y me apetecía reflejar eso: El Igor Paskual cuando se emborracha, cuando es un mal novio o cuando es un buen novio, porque todos tenemos un poquito de todo. Me apetecía reflejar muchos aspectos de mi vida, no quedarme solamente en un lado, como pasaba en Babylon, que ofrecía una faceta más unilateral de mí mismo; quizá porque entonces era mucho más inseguro o porque aquel era una persona con muchos menos matices. La música, lo mismo, ha hecho acompañar a las letras y el discurso, es decir, el rock setentero me permite ser muy directo, el pop me permite ponerme más sensible, el country tiene un tipo de fraseo que te deja escribir letras más largas que con el rock, donde no hay ese espacio. Si este fuera un disco de rock no podría haber contado las cosas que he podido contar, tendría que ser más breve y más conciso y no siempre podría explicarlo todo con esa brevedad.

Antes decías que los textos son importantes, ¿los elaboras mucho?
A veces los trabajo mucho y a veces menos, dependiendo de cuándo considero que están bien o que reflejan lo que quiero decir. Pero sí que necesito que cada canción tenga peso por sí misma, que lo que esté contando tenga relevancia; quitando alguna canción, claro, porque no todo tiene que ser tan profundo o tan imprescindible, también tiene que haber momentos más ligeros, pero casi todas tienen un componente, no sé si autobiográfico, pero sí que se tienen que aguantar por sí mismas, y eso lo comprobé haciendo acústicos, así como pensamos a veces que España es un país de sordos, cuando yo siento que tengo una letra intensa entre manos, noto que la gente se calla muchísimo más. Es decir, que tocando en acústico aprendí la importancia de un buen desarrollo con la letra, y al no poder confiarlo al rock, a la electricidad y al volumen, tienes que confiarlo a otros elementos, que son las letras, que sí que las trabajo y les doy importancia, pero con Babylon también se las daba; aunque parecieran mucho más sencillas, sí que las cuidaba un montón.

Algunas letras giran alrededor de los grandes tópicos del rock, chicas, noches, alcohol…
[Risas] Sí, sí y no, realmente las influencias que recoge el disco son estilos muy clásicos puestos al día. Y sí, las temáticas son los grandes temas del rock pero, espero, pasados por un filtro personal también puesto al día, porque no estamos en los 50 ni en los 60, pero, luego, a la hora de verdad, las motivaciones humanas siempre son las mismas o muy parecidas, por eso, cuando eres muy sincero hablando en las letras, llegas a muchísima gente, porque, en el fondo, las preocupaciones son las mismas: La vuelta a casa, ser mejor como persona, tener algo de dinero, tener tiempo libre para estar con los tuyos, querer pasártelo muy bien, arrepentirte por habértelo pasado tan bien… Al final las preocupaciones son más parecidas de lo que nos creemos.

¿Escribes de distinta manera cuando lo haces para ti que cuando escribes para Loquillo?
Sí, es diferente. Para el Loco escribo poco, porque la mayoría de las letras se las hace él, pero las pocas ocasiones que he escrito textos para él, sí que intento ponerme en su cabeza y en lo que él diría, igual desde otro punto de vista, pero pensando en las cosas que le han pasado, las experiencias que ha tenido. No es fácil, porque no es una persona para ponerte en su lugar, pero, bueno, después de tantos años, un poco nos conocemos y sí que puedo hacer ese ejercicio de desdoblarme, que es interesante, porque aprendes, piensas menos en ti mismo, es un reto. Date cuenta que cuando Sabino escribía para él, los dos tenían la misma edad, y aunque le escribiera canciones maravillosas, estaban en la misma onda, tenían la misma edad, iban a los mismos bares, creo que en ese aspecto, joder, yo sí que tengo que hacer un esfuerzo grande.

¿Eres el peor novio del mundo?
Ahora mismo, espero que no, pero en algunos momentos sí que lo he sido. Ha habido épocas en las que me he llevado la medalla de oro. También, a lo largo del disco, hay canciones de arrepentimiento y de redención, de tratar de solucionar las cosas; en algunos aspectos, sí que tengo un concepto muy católico o cristiano de las cosas, sí que creo en la capacidad de regeneración y de inspiración y de tratar no de convertirme en el mejor pero sí en un novio un poco más llevadero.

¿Y eres un cabrón que no cree en el amor?
Hummm… Ahora mismo sí que he vuelto a creer en el amor, pero durante mucho tiempo, cuando escribí esa canción, había dejado de creer, me había puesto como muy determinista, pensando que el amor era una especie de convención social, un invento cultural y que, realmente, no existía. También era una época en la que teníamos un montón de relaciones por ahí, y quizá, por las cosas que estaba viviendo, tenía muy poco amor. En ese mundo turbio de la noche hay poquísima compasión, muy pocas dosis de amor, y te llegas a plantear que todo son intereses personales, pero ahora sí que vuelvo a creer en el amor más desinteresado y mejor. Hay momentos todavía en los que me pregunto, «¿pero, el amor existe?».

¿Las canciones que recoge el disco, corresponden a diferentes épocas de los últimos años? ¿Cuál es la más reciente?
Joder, ni me acuerdo, no te sabría decir, no lo sé. La verdad es que todas tienen un tiempo ya, porque las he probado bastante en directo. De todo lo que era la nueva remesa de canciones, escritas en los últimos meses, no he querido grabar ninguna, porque es que si no el disco se me salía de madre. Tenía demasiados estilos entre sí para, de repente, llegar cada semana o cada mes con dos o tres canciones nuevas. Llegó un momento en que cerré el repetorio y dije, «grabamos hasta aquí». La más antigua es ‘El corazón del hielo’, que pertenece a la última maqueta que grabé para Babylon Chat, es decir, tiene muchísimos años, fue como el principio del fin, porque era una cosa muy diferente a lo que habíamos hecho Babylon, pero si la oyes en la maqueta, no tiene nada que ver. Las canciones del disco están recogidas a lo largo de varios años.

¿Eres de los que están en permanente estado de composición?
Sí, siempre tengo ideas de canciones, pero lo que sí necesito para rematar una canción es estar en un estado de no tener que hacer nada más. Es decir, necesito encerrarme un mes a terminar la nueva remesa de canciones que tenga para darles la forma final. Pero, sí, continuamente estoy con ideas, con textos, sí que estoy todo el día escribiendo. Pero el hecho de tener un montón de canciones en la despensa no significa que las tenga acabadas, para terminarlas necesito cortar con todo lo demás y hacer un trabajo, no mecánico, pero sí de pulir. A mí pulir es lo que más tiempo me lleva.

¿Compones también cuando estás de gira, viajando?
Hummm… quizá cuando estoy viajando escribo trozos de letra, apunto ideas, musicalmente, no. Pero sí ideas. De todos modos, yo de gira aprovecho el tiempo para leer, para escribir artículos, para todo. Sí que me cunden los viajes, aunque depende de la época, si estamos al principio de la gira, aprovecho muy poco.

¿Ahora que eres padre, ha cambiado tu manera de escribir, notas si las cosas salen distintas?
No, no me ha cambiado. Eso de los artistas de que cada vez que tienen un hijo parece que solo lo tienen ellos… Joder, los fontaneros también los tienen y siguen con su trabajo, y los taxistas, y todo el mundo. Joder, cualquier mujer que está fregando escaleras tiene tres hijos y los ha sacado adelante, pero con los artistas parece que, «oh, soy especial». A mí me ha cambiado el chip de las cosas, pero de momento no siento que mi forma de escribir o de actuar en directo haya cambiado, yo no lo noto. Sí que me noto más responsable, sí que intento llegar antes a casa, y esas cosas, pero no sé, al menos no lo noto. Igual dentro de dos años tengo ese punto de inflexión.

¿»Equilibro inestable» será un disco aislado, o la idea es que haya continuidad?
Hombre, la idea es que haya continuidad, sí. Primero es que todavía tengo un montón de canciones acumuladas, y hay algunas que me gustan muchísimo, y luego porque, digamos, ya he entrado en la dinámica; lo más difícil de estas cosas es ponerse en marcha, y cuando ya tienes a todo el mundo en marcha, no vas a parar. Voy a seguir con el mismo proceso: en el estudio seguimos grabando, con calma, sin prisas.

¿Estás grabando nuevos temas?
Sí, sigo en el estudio mirando canciones, a ver qué se nos ocurre para, en un tiempo, seguir editando cosas, igual sacó en algún momento cuatro canciones. Vamos, que voy a darle continuidad, por supuesto.

¿Compaginándolo con tu trabajo con el Loco?
Sí, con el Loco hay mucho trabajo y, realmente, con él me lo paso muy bien, tengo la suerte de no ser ese tipo de… no sé qué sienten los músicos mercenarios, no sé lo que es tocar en una banda en la que no te interese nada, pero no me siento como un músico mercenario, me siento como parte del proyecto. Otra cosa es que me apetezca mucho seguir tocando yo en solitario, porque me gusta, pero la verdad es que notas a todo el mundo en la banda con ganas renovadas, estamos en un momento dulce en lo personal, creemos que hemos llegado a un punto muy chulo en el que se combinan gentes muy dispares, que no tenemos mucho que ver el uno con el otro, y eso ha creado un ambiente muy especial, me divierto mucho con ellos, tanto dentro del escenario como fuera.

Cuando entraste con el Loco fue una apuesta arriesgada, pero creo que fuiste consciente de la oportunidad que suponía, ¿no?
Claro, pero realmente el que se la jugó fue el Loco, porque la fórmula de meter a alguien que no tiene nada que ver, fue una apuesta muy seria que él hizo, y al final parece que terminó saliendo bien. Pero al principio recuerdo críticas horribles, a mí y al Loco, diciendo «¡este qué hace! ¡A quién a metido!» Claro, yo no tenía mucha experiencia de grandes escenarios, lo mío era meter trescientas personas en la sala El Sol, era un cambio muy drástico. Yo estaba en un momento muy cansado, de tanto tiempo tirando adelante con una banda tan pequeña, que daba tan pocas satisfacciones comerciales, que no artísticas, y eso se te hace cansadísimo. Además, estaba en un momento en que empezaba a escuchar otras cosas y sentía que aquello se me quedaba pequeño, tampoco tenía muy claro por dónde tirar, y la verdad es que era la oportunidad de aprenderlo todo. Es decir, no era el momento dulce de Babylon con «Bailando con Brando» recién publicado, sino que era un momento duro para nosotros, no estábamos a la perfección entre nosotros, estábamos preparando el cuarto disco y, ya te digo, de esa época es ‘El corazón del hielo’, y las otras canciones que estaba escribiendo en aquel momento no me gustaban especialmente.

Desde aquí puedes acceder a la web de Igor Paskual.

Artículos relacionados