Idan Raichel: De Israel a Malí

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«Cuando escucho de nuevo el disco, ni siquiera pienso que soy yo el que está tocando. Me veo como un fan escuchando la música que me gusta. Me siento muy afortunado por haber podido ser parte de una sesión tan especial»

 

“The Tel Aviv sessions” es el disco que reúne a Idan Raichel y a Vieux Farka Touré. Una obra nacida de la improvisación y la búsqueda de la pureza musical, resultado de la confluencia de dos culturas. Gernot Dudda entrevista a Raichel.

 

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.
 

Idan Raichel y Vieux Farka Touré han unido sus caminos en “The Tel Aviv sessions”, un trabajo muy natural y orgánico que surgió de una voluntad sincera de tocar juntos y sin pretensiones de alcanzar un producto acabado. Unos caminos que ni mucho menos eran tan distintos de lo que podría pensarse de una colaboración semejante. Al israelí siempre le había picoteado un sano gustillo por el blues de Malí y su oferta fue inusual: se ofreció a Vieux para tocar como un miembro más de su banda y sin derecho a paga. Del dicho al hecho solo medió lo que tarda un avión en ir de Alemania a La Mar de Músicas de Cartagena, que es donde los dos pusieron la primera piedra de este cálido y entrañable sueño sureño.

De todos los proyectos de fusión que recuerdo entre músicos de África y de otras latitudes, creo que este es el primero en el que una de las partes cede toda su soberanía musical a la otra parte. ¿Por qué has querido que fuera así?
Desde hace mucho tiempo soy un gran admirador de la música de Malí, y de Vieux y de su padre Ali Farka Touré en particular. Así que quería introducirme en las profundidades de esta música y ver adónde me llevaba como músico. Siempre he sido un explorador musical y me han fascinado la música y los sonidos de otras culturas. Pero mi acercamiento personal a la música da un gran giro en este “The Tel Aviv Sessions”, aunque no de forma deliberada. La forma en que creo mis melodías, el estilo a la hora de tocarlas, las técnicas que traslado al piano, son todo reflexiones de la Israel multicultural en la que crecí. Y por supuesto dentro de ella toda la música africana que escuché, que ha influido en mi forma de tocar y que al final creo que es la razón de por qué me ha resultado tan fácil acabar tocando con Vieux de una manera tan natural.

¿Hay también elementos propios de las raíces de tu país, aunque sean sutiles?
Sí, por supuesto. Si desmenuzas las melodías que he compuesto, incluso cuando improviso, acabarás escuchando elementos de las canciones de folk de Europa del Este que escuchaba de niño. En Israel escucho mucha música árabe y de Oriente Medio, y todo esto aparece en la ornamentación y en los ritmos que hago al piano. También toco el piano de forma no convencional, percutiendo las cuerdas de dentro (lo que erróneamente ha llevado a muchos críticos a pensar que hay kora sonando en el disco) o marcando el ritmo en el costado del piano. De vez en cuando también canto de forma gutural llevando el acompañamiento, que es una técnica que disfruto mucho haciendo.

Eres muy popular en Israel. ¿Cómo crees que van a entender allí este proyecto?
El disco se acaba de publicar en Israel y ha sido muy bien recibido por los medios de comunicación y el público. Siempre tuve un montón de canciones de éxito sonando en la radio y soy conocido por mis actuaciones con grandes formaciones, así que esto suponía una faceta muy diferente de Idan Raichel de la que el público israelí estaba acostumbrado. No estaba seguro de qué era lo que mejor se podía esperar, pero estoy muy satisfecho de las reacciones y de las ventas tan buenas que ha tenido el disco.

El trabajo se llama “The Tel Aviv Sessions”. Y es correcto, ya que se ha grabado allí. ¿Pero no tiene también esto su parte de humor? Lo que suena es evidentemente distinto a lo que podríamos esperar de algo hecho en Tel Aviv…
Bueno, la imagen que se percibe de Tel Aviv no tiene nada que ver con la realidad. Es una ciudad de inmigrantes y por eso el paisaje musical es siempre diverso. Tenemos inmigrantes africanos, de Etiopía sobre todo, pero también de otras partes de África. Y por supuesto a los judíos de la diáspora que trajeron con ellos sus diferentes esencias cuando se asentaron en Israel. También tenemos por supuesto una importante colonia árabe, y es imposible no sentirse influido por los sonidos de esta comunidad tal y como los presentan en las emisoras locales. De forma reciente cada vez hemos tenido más y más artistas de las músicas del mundo viniendo por Israel, y Vieux es tan solo uno más de los muchos artistas africanos que han tocado aquí y delante de una audiencia muy receptiva.

¿Fueron realmente unas sesiones basadas al cien por cien en la improvisación? Más pronto o más tarde, alguien tiene que ordenar y organizar lo realizado. ¿Cómo lo hicisteis?
El núcleo de las sesiones estaba formado por tres horas de música improvisada, sin plan alguno y estructurado tan solo por nuestra propia interacción musical. Nunca pensé que daría para un álbum. Lo hicimos tan solo por placer. Pero cuando empezamos a ponerle a la gente las demos de lo que habíamos tocado, todos me decían que debíamos publicarlo. Así que volvimos sobre las sesiones originales e hicimos algún trabajo de edición para darle a las canciones una forma más definida, eliminando lo más superficial para poder llegar al verdadero corazón estructural de las canciones. Fue cuando decidí pedirle a algunos amigos que grabaran algunas voces e instrumentos adicionales, que incorporamos después.

Háblanos de Yossi Fine. Él es músico habitual tanto de tu banda como de la de Vieux Farka Touré. Contribuyó este hecho a que se llegara a un terreno neutral. ¿Cómo resultó su trabajo en estas sesiones?
Yossi ha sido para mí una gran inspiración durante años. Antes de que yo fuera músico profesional, Yossi ya era famoso en Israel. Ya que había trabajado con Vieux y estábamos tan relacionados, pensé que podía servir bien de puente musical entre ambos. El bajo es un instrumento que es muy importante, pero suele pasar muchas veces inadvertido. Yossi hizo un extraordinario trabajo siguiendo la corriente de nuestras interacciones y tocando las partes justas en los momentos adecuados. Creo que es uno de los mejores bajistas del mundo y creo que puedes sentirlo en esta grabación.

Por razones obvias, vuestro ídolo común es Ali Farka Touré, precisamente el padre de Vieux. El fue una fiera del blues eléctrico. ¿Por qué sin embargo habéis optado por una expresión más acústica y de mayor pureza?
Era simplemente lo que más adecuado nos parecía en ese momento. Simplemente queríamos desnudarlo todo y tocar música, no quedar enredados en la tecnología. Habitualmente, tanto Vieux como yo tenemos discos mucho más producidos y elaborados, con instrumentos eléctricos, guitarras distorsionadas y sintetizadores. Esta sesión se basaba en la pureza de la música, así que ir en plan acústico tenía todo su sentido.

La música de Malí, y por extensión la de todo el continente africano, tiene una altísima consideración desde el punto de vista de su mensaje social. ¿Ha sido también aquí el caso? Muchas de las canciones son instrumentales, ¿pero cuentan también con este legado solidario?
Creo que gran parte de la magia de las sesiones tiene que ver con el aire casuaI y sin pretensiones en el que fueron grabadas. Realmente se trataba de amigos vacilando en el estudio y haciendo música juntos. Era como estar en casa de unos amigos disfrutando mutuamente de la compañía. A veces, cuando intentas deliberadamente grabar un disco, pierdes parte de ese espíritu natural que surge cuando simplemente haces música por diversión.

Sé que aquella actuación conjunta en La Mar de Músicas de Cartagena fue decisiva para este proyecto. ¿Qué recuerdas de aquel día y cómo lo vivisteis ambos?
Sí, esa fue la primera vez que Vieux y yo compartimos un escenario. Cuando me encontré con Vieux en Alemania, en el aeropuerto yendo para allá, le dije que no me importaba disolver mi banda y enrolarme en la suya gratis, solo por la experiencia de tocar con él. Así que llegué a España como un gran fan suyo para tomar parte en aquel concierto. ¿Y qué fan no querría tocar con uno de sus ídolos?

Dices que tus partes de piano están inspiradas en las líneas armónicas de la kora. Es posible que el piano haya sonado más veces en un disco de música de Malí, pero yo recuerdo especialmente el caso de aquel “Diario Malí”, de Ludovico Einaudi y Ballake Sissoko. ¿Conoces ese trabajo?
Sí claro. Un trabajo muy hermoso.

Para Ludovico fue importante implicarse geográficamente en la experiencia visitando personalmente el país. ¿Hubiera sido esto necesario en tu caso?
Por supuesto que me gustaría conocer Malí algún día. He podido viajar a otras partes de África, como Etiopía o Suráfrica, y la música del continente siempre ha sido una gran inspiración para mí. Hace unos años me invitaron a tomar parte en el Festival del Desierto, pero tuve que declinar en el último minuto por problemas de seguridad. Estoy convencido de que si estas “The Tel Aviv sessions” hubieran sido “The Timbuktou Sessions”, hubieran sonado diferentes pero el espíritu habría sido el mismo.

A toro pasado, y examinando los resultados, ¿en qué parte de todo el proceso es donde más has disfrutado y por qué?
He disfrutado dejándome sorprender por la magia de la música. Ahora, cuando escucho de nuevo el disco, ni siquiera pienso que soy yo el que está tocando. Me veo como un fan escuchando la música que me gusta. Me siento muy afortunado por haber podido ser parte de una sesión tan especial.

¿Alguna reflexión de fondo sobre la verdadera naturaleza y esencia de la música? ¿No era esto lo que hacían los juglares y los griots desde hace miles de años? Música directa, viva, natural…
La música es la puerta de la expresión interior de la clase humana. Para mí la música siempre ha sido una forma de expresar mi historia personal y mis pasiones y conectarlas con gente de todo tipo y de orígenes tan diversos. La música tiene el poder de hacer que la gente se mantenga unida. Nos ofrece ese terreno común en el que no hay enemigos sino artistas apareciendo juntos y abriendo mutuamente sus corazones.

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