“Humo es humo”, el single que enamoró a Nino Bravo

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«El dúo graba una modesta cinta con una treintena de temas, sin imaginarse que, un mes más tarde, vivirían un sueño impensable»

 

César Campoy recupera hoy toda una rareza: el single de Humo, el dúo con el que viajaba Nino Bravo cuando sufrieron el fatídico accidente de coche que acabó con la vida del cantante en 1973. Esta es la historia de “Humo es humo”.

 

Humo
Humo es humo (1974)
POLYDOR, 1974

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.

 

Aquellos jovencísimos Fernando Romero y Miguel Ciaurriz apenas lo vieron venir. Eran dos incipientes músicos valencianos amantes de The Beatles que, iniciada la década de los setenta del siglo pasado, trataban de estar al día en lo que a sonidos modernos se refería. En aquellos momentos, Nino Bravo ya había puesto en marcha Brani, su agencia de contratación y representación, y germen del ambicioso plan que pretendía llevar a cabo para modernizar una industria sonora valenciana falta de infraestructuras. Entre sus proyectos estrella, la construcción de unos estudios de grabación, a la última, que hicieran posible que los artistas de la tierra no tuvieran que recurrir a Madrid y Barcelona para registrar sus producciones.

Por si esto fuera poco, el popular artista también había decidido convertirse en valedor de nuevas figuras. No importaba el estilo. Lo único que ansiaba era captar talento joven y lanzarlo, sin escatimar lo más mínimo en medios. Los que le conocieron siguen recordando (ver Cuadernos Efe Eme número 14) aquellas palabras que Nino repitió hasta convertirlas en lema grabado a fuego: «Quiero que los que vengan detrás de mí lo tengan más fácil que yo». Unos de esos privilegiados fueron Fernando y Miguel. A través de un conocido, entran en contacto con Vicente Moyá Suco, en ese momento, uno de los hombres de confianza de Nino, que les invita a presentarle una maqueta. El dúo se viene arriba y graba una modesta cinta con una treintena de temas, sin imaginarse que, apenas un mes más tarde, estaría viviendo un sueño impensable.

Cuando aquellos chavales son citados en las oficinas de Brani ni siquiera sospechan quién se encuentra detrás de aquella marca. Solo al entrar en aquel despacho se dan cuenta de que se hallan ante la figura más importante, en aquel momento, de la música hispanoamericana. El mismísimo Nino Bravo les está proponiendo convertirse en su mecenas. Invertiría en ellos todo el dinero que hiciera falta para estructurar un proyecto musical articulado en grabaciones de calidad y una promoción de altura. Él, como productor independiente, se encargaría de todo. Además, teniendo en cuenta su posición privilegiada en el sello, no le costaría nada convencer a Polydor para que estampara su marca en las galletas de aquellos futuros vinilos.

En apenas unas semanas, las magníficas instalaciones de los prestigiosos estudios madrileños Audiofilm, y un grupo de músicos de primera fila, estaban a su disposición. Por si esto fuera poco, el mismísimo Rafael Ferro, que hasta entonces había trabajado con figuras de la talla de Patxi Andión, Julio Iglesias o el propio Nino, se encargaría de arreglar tres de aquellas composiciones: “Humo es humo”, “Carnaval” y “Tiempo nuevo”. El resultado final de aquellas bases poco tiene que ver con la esencia acústica primera. Ahora están comandadas por un ampuloso colchón repleto de vientos y cuerdas, al cual tan solo falta incorporar las voces de Romero y Ciaurriz. La mañana de aquel fatídico 16 de abril de 1973 ambos salieron de Valencia rumbo a Madrid en compañía de Bravo y José Juesas (miembro de su banda, compositor y amigo del artista). El resto es historia.

No fue hasta un mes después cuando Fernando y Miguel pudieron acabar de cincelar, en compañía de Ferro, aquel sencillo. Fue la propia Mary, esposa de Nino, quien se empecinó en acabar de financiar el proyecto, ante la dejadez mostrada por los responsables de una Polydor que guardó aquel sencillo en un cajón y no decidió publicarlo hasta un año más tarde, sin promoción alguna, condenando aquella criatura a un recorrido limitado pese a su evidente interés.

 

Nino y los componentes de Humo, en las oficinas de Brani. Archivo Familia de Nino Bravo.

«El mismísimo Nino Bravo les propuso convertirse en su mecenas »

 

El tema que abría el vinilo, “Humo es humo”, es una pieza de pegadizo y luminoso estribillo cuya letra evidencia un componente claramente reivindicativo: «Y solo luchando, luchando, mi amigo, cambiaremos el mundo». Los arreglos de Ferro se muestran orgullosos y, en pasajes, emocionantes, dotando de cierto aire funky y soul a una estructura bien armada a partir de una sección rítmica efectiva y unos teclados resultones, mientras unos faltos de experiencia Romero y Ciaurriz cumplen la papeleta vocal dignamente. En contraste, “Carnaval” se articula como una composición más festiva, de inocente texto, en la cual lo orquestal adquiere un mayor protagonismo. También grabada en aquellas sesiones, e inédita, quedó “Tiempo nuevo”, amable criatura de elegante cobertura instrumental, cuya letra se enmarcaba en el estilo desarrollado por el dúo: «Tiempo nuevo que hoy nos llega con su dulce trampa. Tiempo nuevo es el progreso, una bella estampa para el hombre que hoy no habla de nada, para el hombre que hoy no entiende nada».

Tras aquella experiencia frustrada, tres años después de “Humo es humo”, y bajo la misma marca, Romero volverá a las andadas poniendo en marcha un ambicioso proyecto, cargado de reivindicación y conciencia medioambiental, titulado El Saler, canciones sobre una época. Para llevarlo a cabo se rodea de un grupo de contrastados músicos entre los que se encuentran Quique Pertegás y Jorge Villaverde. Por si esto fuera poco, de la producción se encargan Tonipep Rodríguez y el mismísimo Gonzalo García Pelayo, ya que el álbum ve la luz a través de Gong-Movieplay, en 1977. Aquel elepé salió al mercado acompañado del sencillo “Yanquis”. Ambos, rezumando folk y rock progresivo, marcan el final oficial de la carrera de Humo.

Fernando ha seguido dedicándose a la música hasta nuestros días, tanto sobre el escenario como fuera de él. En solitario registró discos como el interesantísimo Del rojo al verde (Tenessy, 1987), además de colaborar, en la composición y en el estudio (fue uno de los fundadores de los Estudios Pertegás) con varios artistas como Miguel Gallardo, Presuntos Implicados, Comité Cisne, Ximo Tébar o Seguridad Social. En 1993, como Romero y sus Amigos, logró alzarse con el primer premio del Festival de Benidorm. Lo hizo con el tema “Sabed amigos”, que acabó formando parte de un elepé publicado por Horus, compuesto junto al locutor y presentador Pablo Motos. Además ha seguido volcado en una de sus mayores pasiones: divulgar el arte de las bandas de música.

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