DISCOS
«Lindeman comparte abiertamente su dolor y sufrimiento en bellas composiciones que consiguen conmover profundamente»
The Weather Station
Humanhood
FAT POSSUM, 2025
Texto: XAVIER VALIÑO.
La canadiense Tamara Lindeman consiguió por fin acceder a un público mayor hace cuatro años con su álbum Ignorance. Su decisión de invitar a un grupo diverso de músicos para su proyecto, The Weather Station, resultó ser un éxito. El espartano folk de guitarras de trabajos anteriores fue sustituido por un pop alternativo revestido con instrumentos de viento, cuerdas y percusiones varias.
Al mismo tiempo que obtenía esa repercusión, su vida tocaba fondo. No ha aclarado mucho al respecto, salvo que estaba sumida en «la confusión de las relaciones en las que la coerción es envuelta en el lenguaje del amor». De ahí que en su nuevo álbum incluya frases como «Me he acostumbrado a sentirme loca / O simplemente perezosa / ¿Por qué no puedo levantarme del suelo? / ¿Piensas con claridad?» (“Neon signs”) o «No parece gran cosa desde aquí / No hay líneas rectas / Nada tan claro / Días sin rumbo, heridas graves / Los cambios a los que no me puedo acostumbrar» (en el corte final, “Sewing”).
En algunas de las canciones, las razones de su desazón aparecen más claras: en “Humanhood” habla del cambio climático, en “Neon signs” lo hace sobre el consumismo descontrolado, con la desesperación apoderándose de su mente y la voz desvaneciéndose en un susurro. En “Irreversible damage” incluye un monólogo sobre todo lo que ve como daños irreparables, sean estos la sexta extinción masiva de especies a la que estamos abocados o las pérdidas personales. El contrapeso se puede encontrar en “Lonely”, una canción sobre cómo un concierto de unos amigos la saca finalmente de su soledad.
A lo largo de sus trece canciones, Lindeman comparte abiertamente su dolor y sufrimiento en bellas composiciones que consiguen conmover profundamente. Su sonido se presenta más abierto que en ocasiones anteriores, dando más espacio a los músicos para la improvisación, lo que resulta en algo que podríamos denominar como jazz espiritual. En otros momentos puede sonar minimalista, apoyándose solo en el piano o los sintetizadores. A veces suena frágil y vacilante para, a continuación, mostrarse poderosa y combativa. De ahí que haya elegido el título adecuado, Humanidad, que refleja perfectamente la vulnerabilidad y la necesidad de conexión, la belleza y la complejidad del ser humano.
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